Oswaldo Reynoso
De esto y de aquello.<br>Edición vitanda de las narraciones reynosianas De esto y de aquello.
Edición vitanda de las narraciones reynosianas


Por Marco Aurelio Denegri
Fuente: Domingo, La República, Lima 02/04/06

Se ha publicado una edición prácticamente inservible de las narraciones reynosianas. (*) Inservible para los estudiantes y estudiosos de la narrativa de Oswaldo Reynoso e inservible también para el público en general.

La edición está llena de errores y por consecuencia daña el prestigio de Oswaldo Reynoso y así mismo la estimación que merece el prologuista Jorge Eslava y perjudica, además, el buen crédito de que goza la Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma.

Por razón de espacio no puedo reproducir aquí los 127 errores, descuidos, erratas y dislates que desgraciadamente contiene esta edición de las narraciones reynosianas. Bastará una sola muestra de un extensísimo muestrario; una sola muestra reveladora de falta de sindéresis, esto es, de capacidad para juzgar rectamente y con acierto.

Dice Oswaldo Reynoso lo siguiente, en la página 252:

"Entonces los chicocos de la collera del Zorro las comenzaron a perseguir [comenzaron a perseguir a las ratas]; los borrachos de la esquina del japonés, que venían abrazados, cantando, por en medio de la calle, se dedicaron, también, a darles caza."

Este pasaje encierra un contrasentido. En efecto, es absurdo que los borrachos, esto es, personas que han perdido el dominio de sí por haber bebido en exceso vino o licor, se dediquen a perseguir ratas. El borracho no tiene estabilidad ni fuerza, carece de tono muscular y está en riesgo propincuo de caerse. Es un despropósito imaginárselo persiguiendo ratas. Al primer intento se vendría abajo y sería estrepitosa la caída.

Otrosí: ni el autor ni el prologuista explican por qué se ha eliminado en esta edición el vocabulario jergal que contenía la primera edición de Los Inocentes.


Letra canina

La letra r tiene dos sonidos, uno suave y otro fuerte, y con relación a cada uno de ellos recibe nombres distintos, ere y erre, bien que algunos, mejor dicho muchos, la designan siempre con este último, aunque lo recomendable es mantener la diferencia.

El sonido suave, como en verdad, amor y donaire, se representa siempre con una sola ere, y lo mismo el sonido fuerte, cuando está a principio de vocablo, como en razón, rosa y rumor, y cuando en medio de palabra va precedida de las consonantes n, l, s, como en malrotar, honra, israelita. En los demás casos el sonido fuerte se representa con doble ere, o sea, erre; verbigracia, barril, carreta, guerra, parroquia.

El sonido de la erre se produce con una fuerte vibración de la lengua en toda su longitud, manteniéndola apoyada encima de los dientes de la mandíbula superior. Apréciese esto pronunciando cerrojo, guerra, barra.

Con la emisión de la erre, nuestro aparato de fonación vibra y tiembla. Por eso los latinos llamaban líttera trémula a la erre, y Persio decía de ella, y con razón, que era "líttera canina".

Yo no sabía, hasta que leí al respecto un ensayo del lexicógrafo Pagés de Puig, por qué se denominaba líttera canina a la erre. Bueno, la razón es que su sonido se parece al que hacen los perros cuando se les provoca; un sonido áspero, muy trémulo. El perro gruñidor y amenazante emite un sonido así.

La pronunciación ruda y estruendosa de la erre permite a Zorrilla, por ejemplo, imitar en una de sus composiciones el fragor de una tormenta diciendo:

"El ruido con que rueda la ronca tempestad."

Además, sabido es que para dar énfasis a la expresión, el habla popular suele pronunciar erre allí donde debía sonar ele. Por eso en España es frecuente oír ¡Mardita sea!, y no, como debiera, ¡Maldita sea!
 

(*) Oswaldo Reynoso, Narraciones 1. Prólogo de Jorge Eslava. Lima, Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, 2005, 389 pp.

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