Jorge Eslava
El El "capitán" Eslava

Por Enrique Sánchez
Fuente: El Comercio, Lima 31 de enero del 2010
http://elcomercio.pe/impresa/notas/capitan-eslava/20100131/407518

Tu libro muestra la pasión de un maestro por sus libros leídos, que quiere que estos lleguen a otros. ¿Cómo se hace para formar en la lectura a niños y jóvenes?
Para poder trasmitir esa pasión hay que tenerla. Es como un profesor de fútbol: la única manera que hay de que contagie ese conocimiento es con pasión. Cuando el hogar deposita esta responsabilidad en los maestros, estos, con buen olfato, gran capacidad de lectura, un poco de travesura y mucha responsabilidad en cuanto a conocimientos, serán capaces de trasmitir esa pasión.

¿Hay alguna táctica para fomentar curiosidad por el libro?
Más que táctica, hay una entrega, un empeño por trasmitir esta pasión, y luego descubrir algunas posibilidades que te acerquen a los chicos de primaria o secundaria. Es importante conocer el mundo interno del chico. Hay que saber cuáles son sus inquietudes, temores, no para jugar a ser adolescente, sino para reconocer su mundo.

Como dices en tu libro, padre que no lee no podrá hacer que su hijo lea
Hay padres que se rasgan las vestiduras porque sus hijos no leen cuando ellos lo que hacen es apoltronarse frente al televisor, y les parece cumplir su papel solo exigiendo que sus hijos lean. Los chicos deben tener un referente adulto sólido. Lo mismo pasa con los profesores muy formales o muy académicos, que se olvidan de que hay otros oídos que están atentos a lo que ellos dicen.

¿La computadora facilita o entorpece el hábito de lectura?
Creo que pasan las dos cosas. La computadora ayuda, pero hay que saber equilibrarla. Internet tiene una enorme cantidad de basura, pero también cosas valiosas. Aquí está la labor del maestro: enseñar a jerarquizar esos contenidos, enseñarles a tener pasiones más edificantes. Un chico sin una pasión clara, con cuatro horas diarias frente a la computadora, es probable que se esté envileciendo, pero si tiene una curiosidad formativa puede hacer que esas cuatro horas sean convenientes.

¿Y la televisión?
La televisión, como la computadora, entrena al chico y lo predispone para la lectura, siempre y cuando se sepa orientar lo que ven. Por ejemplo, los nuevos dibujos animados tienen más recursos técnicos que los de antes y podrían predisponer a los chicos para la lectura, pero aquí se produce un vacío: a veces los profesores no ven esos dibujos y no saben cómo están operando sobre la retención de los chicos.

¿Cómo elegir un buen libro de literatura infantil?
Ningún profesor debería confundir un libro de lectura con un libro de literatura. Este último es un producto social y estético, es una obra de arte. Puede haber libros de lecturas extraordinarias sobre historia o fútbol, pero no son literatura. Ahora, también se deben atender los temas que son cercanos a los chicos o al adolescente. Un libro de literatura, por no ser explícito, más que dar enseñanzas de carácter didáctico, entrega un mar de cuestionamientos, de dudas.

¿Los libros de literatura infantil deben acabar en una moraleja?
Los cuentos populares clásicos terminaban en un final feliz, pero la literatura contemporánea, desde el siglo XIX, ha creado el final abierto. Para los más pequeños —es mi opinión como profesor y papá—, es conveniente que las historias sean cerradas, restituyendo lo que es bueno, ético. Pero a partir de los 11 o 12 años, se pueden permitir los finales abiertos, porque hincan la curiosidad de un chico.

De maestro a maestro
“Cuando le oímos afirmar que “con su experiencia de padre y profesor” escribe, y siempre “con el oído atento y el corazón despierto”, sabemos que está diciendo la verdad. Su trabajo continuo lo prueba. Eslava escribe para que los niños se descubran lectores, para que se asomen al horizonte y reconozcan que el mundo en que vivimos puede ser precisamente el mundo de las maravillas, si nos proponemos, a través de buena lectura y de una educación de calidad, que la justicia sea la justicia, la moral sea la moral, y la verdad sea realmente la verdad. Es un mundo que los niños pueden inventar y recrear con solo saberse creadores de fe, creadores de justicia y creadores de peruanidad”. (Fragmento del texto que escribió Luis Jaime Cisneros acerca del “Libro del Capitán”).

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