Mario Malpartida Besada
El viejo mal de la melancolía o la literatura de la migración
Por Miguel ángel Rodríguez Rea
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Por Miguel ángel Rodríguez Rea
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I
Hace unos años en una entrevista reproducida por la revista Quehacer, * el historiador inglés Eric J. Hobsbawm señalaba que el siglo XXI iba a estar signado por una permanente migración universal. Es decir, grandes conglomerados humanos estarán cambiando siempre de sitios dónde vivir. Esto, claro está, por razones de mejores oportunidades de trabajos y condiciones de vida. En otras palabras, una globalización total.
Ciertamente, es un augurio que no ha necesitado mucho tiempo para hacer sentir sus efectos. La literatura acusa este impacto también. Vemos autores europeos rondando temas de otros continentes cono es el caso del español Pérez Reverte, quien ha escrito una novela basada en un corrido mexicano. Esto no es nuevo en la creación literaria, pero llama la atención que un continente que no necesita sino apelar a su tradición cultural para resolver cualquier decisión inventiva, haga uso de este recurso. Ciertamente que cada autor azuza su numen, pero es el caso destacar el aspecto itinerante de la cultura latinoamericana: está inserta en la occidental de manera visible. Como se puede ver, la imaginación de los autores trota como en la de cualquier migrante universal.
En nuestro país, como sabemos, la migración es un tema que tiene muchas aristas. La más destacada en los últimos años ha sido la musical. Donde la mezcla de elementos propios y foráneos ha dado como resultado la llamada música chicha, la misma que no es sino expresión de una cultura que para enfrentar su necesaria modernidad ha creado este producto sui géneris.
Pero en el plano literario ha existido un cierto retraimiento, una cautela en la asunción de que somos un país mezclado, un país al que le falta algo en que todos estén de acuerdo. La literatura de la migración es una literatura que acepta ese disloque, esa falta de unidad, ese espacio que no se llena sino con pensar en la victoria del pasado sobre el presente. Por esa razón no es de extrañar que un personaje de Mario A. Malpartida sea rotundo en esto cuando expresa que "más importante que mi pasado es mi presente..." (:26). Así este énfasis esté larvado por la discusión política.
Pues es ese el elemento que hace que la actitud frente al pasado sea contundente. Como aquella trazada por Mariátegui en sus 7 ensayos: "mi misión ante el pasado, parece ser la de votar en contra". Y Mirko Lauer lo refiere en términos actuales así:
A pesar que de dos tercios de la población vive aquí, es decir en ciudades que estallaron desde dentro en la segunda mitad del s. XX para organizar el centralismo, el Perú no ha querido reconocerse hasta en la literatura como un país de migrantes, es decir como un país cuyos espacios centrales todavía deben ser culturalmente tomados -que no es lo mismo que ocupados, que sí es el tema de la narrativa urbana y alguna poesía de protesta social- por sus mayores (Lauer 1989: 73)1.
Un desajuste que debe irradiar la literatura, pues es el discurso que mejor puede enhebrar los imaginarios colectivo e individual. El hecho de que la literatura asuma este rol como un espejo social, hace que los autores tengan que vencer estereotipos y prejuicios sobre este tema. Y la manera de hacerlo es revelar ese estado de cosas sin hacer concesión al medio, con la absoluta convicción de que el destino del país es de todos, no de unos cuantos.
Este discurso debe evidenciar que somos una sociedad en constante cambios de piel. Una sociedad que debe asumir el reto de enfrentar lo múltiple para enriquecer su visón del mundo, y no retacear esa multiplicidad. El mundo andino que circula en las ciudades es un mundo que ha asimilado a Occidente, y no es ya el mundo ancestral; es el mundo que todavía no tiene forma definida, que está, como en la hermosa metáfora de Mario, como "un caballete con vista a un libro abierto, (con) la tela a medio terminar" (:37). Lauer observa al respecto lo siguiente:
Cuando digo que no tenemos una literatura del cambio propiamente dicho, no quiero decir que las obras hayan ignorado las situaciones sociales que fueron apareciendo, sino que no han mostrado interés por el movimiento interno de esos cambios, sus causas, sus rasgos, sus límites, sus posibilidades. Los preceden o les siguen, mas no suelen interesarse por su cocina histórica de evoluciones y rupturas (Lauer 1989: 79).
La migración se halla pues en movimiento, y pensamos que durará el tiempo que necesite la sociedad para su integración, para su desplazamiento en conjunto y no de manera colateral. Lauer señala que:
(e)l secreto es que el acto mágico de la migración aún no ha terminado, y que el país está incompleto, como si hubiera en este situación una suspensión de juicio sobre lo personal y lo nacional (Lauer 1989: 80).
II
¿Qué motiva a Mario A. Malpartida escribir esta novela? Creo que lo que expresa Lauer sobre el discurso de la migración puede ayudarnos a dar la clave:
[...] el discurso de la migración es más de queja que de protesta; la migración aparece como un discurso más íntimo que público, más de la psicología que de la literatura (Lauer 1989: 87).
En efecto, es una novela íntima, de introspección, de una morosidad refinada en la reconstrucción de la memoria, en el rescate de la experiencia juvenil. La lenta maduración de ideas y sentimientos del protagonista, Eduardo Arnao, se condice con la poética que sobre esta literatura resalta Lauer, pero también debemos agregar que hay una importante inserción de lo colectivo. En efecto, hay un fresco social de la ciudad de Huánuco, que es precisamente la vertiente que hace que esta novela produzca un sobrio impacto, por cuanto los valores y símbolos que se asignan a esta literatura de migración privilegia únicamente a quienes enrumban a la capital.
Esta es una novela que podríamos llamar del descentramiento, no de descentralismo, ya que no tiene un objeto político, sino personal de identidad colectiva, de hundirse en el humus de lo propio y ancestral. Descentramiento en el sentido de ofrecer otro centro, otro derrotero. Una especie de tercera vía en la migración del peruano de la década de los setenta.
Resulta interesante acoger las observaciones que sobre este tema hace el antropólogo Teófilo Altamirano en una saga de tres libros publicados por la Universidad Católica2. En ellos estudia minuciosamente este fenómeno que ha ido en aumento desde la migración en el país, del campo a la ciudad; luego del país a Estados Unidos; y, finalmente, a todos los países del mundo. La novela de Malpartida documenta el inicio de la gran égida a los Estados Unidos. Muchos jóvenes de la época que refiere la novela tienen precisamente como alternativa de progreso el viaje soñado al país del Norte. Como lo es en el caso de "Ardiles (que) se iría al extranjero pues como siempre lo quiso" (: 54). Una alternativa que para muchos es natural, sin complicaciones ideológica. Alternativa frente a la desocupación y el desorden social. Este año Eduardo González Viaña publica Los sueños de América, que relata precisamente las peripecias en los latinos que viajan llenos de ilusión y coraje. Así también muchos años antes, en 1975, Julio Ramón Riberyro escribe "Alienación", cuento que retrata el cruento destino final de la dolorosa travesía que es el éxodo.
Pero cuando vemos que la opción del "Loco" Arnao es otra, vemos que es una auténtica renuncia a pertenecer a un mundo floreciente y satisfecho, comprendemos su espíritu idealista, soñador, ausente para disfrutar el mundo de ficción que siempre pintan a los novatos. Como lo señala el autor, tiene un "molde becqueriano". Por eso no debe causarnos sorpresa cuando Esthercita Ventura se "preguntó cómo es que pudo abandonarlo todo para irse a estudiar Filosofía y escribir poemas".
Esta tercera vía es la que hace posible su realización, la vuelta de tuerca para conseguir adentrarse en su propia identificación con las ideas que sobre justicia, amor, libertad, razón, política levitaban en su juventud y sentirse un hombre hecho a su propia medida, sin duda alguna con la sensación de verse realizado total, humanamente. El siguiente párrafo de las ideas (Malraux decía en La condición humana que las ideas hay que vivirlas) es fuente de serenidad, de arraigo, de progreso social.
Y en su afán incesante de soñar despierto, un aplicado estudiante de Letras y Filosofía, contemplando el cuadro tan lleno de presencia humana, se sonó niño y se dijo, siempre entre sueños, que en esas circunstancias lo mejor habría sido una cometa, sí, una pava cantora con alma de caña fresca y vestida de colores como la que él mismo se construyó en la época de su infancia enfrentándose desde ya a sus primeras tristezas, para llevar al cielo el contentamiento general de los hombres aglomerados de la Plaza, de tal manera que todos lo pudieran ver, más firme que una estrella, con sus tres puntas hacia el cielo y una sola pero más larga hacia abajo. Era Eduardo Arnao culminando su proceso de enraizamiento en el lugar (: 122).
Evidentemente esta es asunción de un destino personal, de un arraigo buscado con pasión; de una identificación plena con sus ideas germinales. Cuando Arnao expresa que la idea "es el grano intelectual" (: 142), es una clara alusión a ese mundo de ideas que siempre lo sedujo. Páginas antes podemos leer que él soñaba "encontrar a través del arte y la filosofía el punto exacto de equilibrio entre el hombre y su propia existencia" (: 40).
En definitiva, Arnao siempre "prefirió ser un hombre dedicado al pensamiento y a las letras" (: 54). Volcarse al mundo que todos eludían temiendo ser ganado por él. La reflexión y la escritura son dos armas poderosas para combatir el desasosiego generacional, según Arnao. Dar rienda suelta a sus sentimientos escribiendo poesías amorosas, era ir construyendo interiormente una tabla de salvación para no sumergirse en la abulia o la total destrucción. Escribir le significa pensar, ordenar su mundo interior, elegir sus prioridades. Incluso la frustración política de su primera juventud lo resarce con este ejercicio.
Los libros publicados, los estudios concluidos, la docencia ejercida revelan el contrato social con sus ideas más profundas, que no tienen por qué ser reformuladas, ya que en su desenvolvimiento social y político, en esencia, siempre fue el mismo: los hechos no cambiaron la naturaleza de sus propósitos.
El diseño sentimental ha sido el arma más eficaz para adentrarse en el meollo de una eclosión social del Perú contemporáneo. Sebastián Salazar Bondy, en uno de sus últimos versos, declaraba que el Perú era un país sentimental ("vengo de un país sentimental"). Bueno, Mario lo dice también en una novela donde no existe un solo diálogo (sello característico de su arte narrativo), no solo de amor, pero con un lenguaje altamente poético que deja traslucir la sensación de que el sentimiento amoroso impregna todo lo que toca. EL lenguaje al servicio de una decantación de sentimientos que se borran y subrayan, en una diástole y sístole que gratifica al lector.
Creo que el propio autor da la clave para interpretar el sentido de esta melancolía. Pues la califica como "la esencia mística del recuerdo" (: 29). Una semántica personal coherente con el conjunto de hechos que se presentan en esta novela.
Esta comprobación nos lleva a pensar que la literatura de migración descubre que hay pues un elemento que escapa a estadísticas y sondeos: la mística. ¿Es posible volcarse al interior del país, desechando mejores oportunidades de vida? Sólo el ímpetu de una clara idea de estar realizando un acto sino heroico por lo menos de contenido religioso.
Una melancolía que no cesa, que jamás concluirá mientras exista la noción de un amor absoluto que se vivió en la primera juventud. Una clara permanencia del culto a esa memoria, que sirve de acicate para la identificación del personaje central con el devenir de su historia personal, como la colectiva.
NOTAS
* Texto leído en la Municipalidad de Huánuco, el 29 de noviembre del 2002, en el Primer Encuentro de Literaturas y Sociedades Regionales
(1) Mirko Lauer. El sitio de la literatura. Escritores y política en el Perú del siglo XX. Lima. Mosca Azul Editores, 1989
(2) Los que se fueron: peruanos en los Estados Unidos (1990), Éxodo: peruanos en el exterior (1992) y Migración, el fenómeno del siglo. Peruanos en Europa, Japón - Australia (1996).