Carlos López Degregori
La destellante flama del deseo La destellante flama del deseo

Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Correo, Lima 17/05/05

Lejos de los cánones de la época y siguiendo sus propios designios, los poemarios de Carlos López Degregori han ido conformando una sólida unidad orgánica. "Flama y respiración" (PUCP, Serie Ficciones, 2005) no sólo viene a agregarse a este todo, sino que bien podría, bajo su título, agrupar la poesía completa del autor.
 
Correo: El poemario presenta tres elementos (deseo, desolación y delirio) que lo articulan de alguna manera... 
Carlos López Degregori: En realidad, en el proceso de escritura, después de tener cuatro o cinco poemas, me di cuenta de que esos eran los elementos que los unían. Y más o menos desde hace unos tres o cuatro libros ya tengo una claridad de lo que quiero conseguir en cada uno de ellos. Entonces me di cuenta de que esos eran los tres elementos que sostienen todo el libro. 
 
C: ¿Cómo ubicas este libro en tu obra total? 
CLD: Todos mis libros son un paso más dentro de una obra total. En el año 1994 tuve la posibilidad de reunir los libros que había publicado previamente en un volumen que se llamó Lejos de todas partes. Y en ese momento sentía que ese título recogía lo que había hecho hasta ese momento. Los dos libros que salieron luego Aquí descansa nadie y Retratos de un caído resplandor los sentía formando parte de esa unidad. Y este libro también. Aunque ahora pienso que un título general para reunir toda mi obra sería Flama y respiración
 
C: Tu poesía siempre estuvo signada por una insularidad marcada dentro de una propensión por seguir ciertas tendencias hegemónicas... 
CLD: Yo empecé a escribir y a publicar a fines de los años setenta. En una época en la que el discurso dominante en la literatura peruana era el discurso de la calle, la poesía coloquial. Mi poesía iba por otro camino; en ese momento era una poesía metafísica, simbólica. Un mundo que no tiene, digamos, referentes directos con el contorno cotidiano. 
 
C: Borges hablaba de ángeles tutelares a aquellos autores que influyen o son fundamentales para un escritor. ¿Cuáles serían los tuyos? 
CLD: Hay lecturas que son fundamentales. Y yo creo que son las primeras, o esas lecturas apasionadas cuando uno está empezando a escribir, las que marcan muchas cosas. Para mí fue un deslumbramiento leer a Rimbaud. Otro deslumbramiento fue conocer el surrealismo. Y no tanto por los poemas surrealistas (muchos no me gustan) sino por la propuesta. Por ejemplo, los manifiestos me parecen extraordinarios. Y de los peruanos me impresionaron Eguren, Moro, Westphalen, Varela, Adán, Eielson. 
 
C: Se suele decir que a diferencia de la narrativa, en la poesía uno debe esperar su caprichoso llamado. ¿Qué tan cierto es? 
CLD: Uno no puede decidir o proponerse escribir poesía. Un narrador debe ser necesariamente disciplinado. Para escribir una novela debes tener un tiempo disponible, un horario. La poesía, en cambio, llega en un momento dado. No se trata sólo de inspiración, pero sí creo que la poesía llega y a uno lo llama. El asunto está en que la realidad o la misma cotidianeidad permita que uno pueda atender a este llamado.
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