Mirko Lauer
Cerro Azul tiene quien le escriba
Por Ernesto Carlín Gereda
Fuente: El Peruano, Lima 07/02/07
Por Ernesto Carlín Gereda
Fuente: El Peruano, Lima 07/02/07
Órbitas. Tertulias, el último libro de ficción del periodista y escritor Mirko Lauer, ha llegado de manera silenciosa a las librerías limeñas. En esta nueva entrega, el poeta y periodista utiliza, como ya lo hiciera en Secretos inútiles (1991), a Cerro Azul como el escenario de su historia.
¿Su proyecto tendrá una tercera entrega?
–No sé. Podría ser. No es fácil. Hice la primera en 1991 y pensé que iba a venir la siguiente en un tiempo razonable, y se demoró más. Quizás una tercera no venga.
¿Usted se siente más poeta que narrador?
–Sí, mucho más. Incluso no me siento un narrador. Creo que mis dos novelas están llenas de recursos diría hasta poco profesionales, que tienen que ver más con la poesía. Creo que las novelas breves de la gente de la poesía son casi un género en sí mismas, con estos cortos escritos de cierta manera.
¿La prosa de poeta es un defecto o una virtud?
–No sé. Es un rasgo. Creo que tiene que ver con la relación con el lenguaje. Tenía un amigo, un narrador argentino apellidado Romero, y veía admirado cómo este hombre podía en una noche escribir 40 carillas, y al día siguiente decir: “No, no está bien”, y tirarlas. Para un poeta desechar 40 carillas es un tema serio. Entonces, diría que sí, que las novelas de poetas están escritas con mucho menos técnica, con mucho más lenguaje.
En la novela se hacen bastantes alusiones a hechos históricos. ¿Hay una intención en usar estos referentes?
–Cerro Azul está entre una fortaleza, en un puerto donde quedan vestigios de lo que fue en el siglo XIX, con un muelle de 1930, con la celebridad de ser el lugar donde se dio la batalla naval más grande de la época colonial. Resulta natural escribir con tantas referencias históricas.
¿Los nuevos balnearios no tienen muchas historias que contar?
–Por lo que vemos en estos días están construyendo la historia.
Usted tiene ensayos sobre las vanguardias peruanas de principios del siglo XX. Durante esos mismos años se publicaron varias novelas de balnearios que su libro hace recordar...
–Nunca lo había pensado, pero sí podría aceptar que ésta es una novela de balneario. Podría ser un género. Esto ha sido escrito así, efectivamente. Para poner a andar las órbitas en las que se mueve la vida cotidiana de Cerro Azul, desde mi punto de vista, y las tertulias en las que esta vida se reproduce a varios niveles. Entonces sí, es una novela de Cerro Azul, vamos.
Un hecho que me llamó la atención es que el personaje Antofagasta Sáenz consuma cocaína, pero se le describa con los achaques de un adicto a la pasta básica...
–Sí, lo recuerdo bien, hago la alusión que tiene el color de la gente que ha consumido pasta por mucho tiempo, pero sólo aparece consumiendo cocaína. Pero usted ya está en edad de que le cuente un secreto: es posible consumir las dos cosas, incluso en una misma sesión.
A lo que iba es que hace unos 20 o 30 años el consumo de drogas podía tener cierta aura. Ahora se ha perdido la inocencia respecto a ellas...
–Estamos probablemente en una generación, en relación con los primeros entusiasmos de Timothy Leary y el movimiento hippie, en la que ya se pueden ver algunos resultados. En la década de 1960, la gente afectada por esto no era tan común. Ahora sí. Este es un personaje que tiene una edad en la que el efecto de un consumo prolongado ya se ve.
No a la promoción
En una anterior entrevista, usted comentó la posibilidad de presentar su novela en Cerro Azul...
–No, no creo que se haga. Lo dije en un sentido un poco distinto. Que si se presentaba, Cerro Azul era el lugar. Pero tampoco. No soy de presentaciones ni de promover una novela. Una de las plagas de Egipto que le ha caído a la literatura es que los autores, una vez que terminan de elaborar una obra, comienzan a trabajar promoviéndola, vendiéndola, hablando. Entonces, no la voy a presentar. Además, ya es un poco tarde a estas alturas.
¿Por el mismo motivo no se ha mandado nota de prensa ni nada?
–No he hecho absolutamente nada. No la he repartido a críticos ni nada por el estilo. Entre otras cosas, porque me gustaría que alguien se encuentre con la novela y se anime a hacer algo con ella, como me parece ha sido su caso. Los libros viven una existencia propia que no necesariamente se encuentra en manos de los lectores. Resulta interesante que los libros tengan esa vida propia, como una forma de relación con la sociedad.
¿Que no es en la mano de los lectores?
–No siempre. Mire el caso de la poesía. En este momento debe haber 20, 30 o 40 poetas jóvenes buenos escribiendo en este país. Sin embargo, si uno hojea el periódico, no se enteraría casi. Todo está cubierto por el aparato promocional de las casas editoras. Y, sin embargo, creo que la poesía goza de muy buena salud y le va muy bien así. He escrito este libro para mis amigos, para la gente de Cerro Azul y para quien tiene ojos de ver y se lo encuentre en algún sitio. No más.