Rafael Inocente
Vehemente y visceral
Por Tomacini Sinche López
Fuente: Expreso, Lima 23/02/08
http://www.expreso.com.pe/edicion/index.php?option=com_content&task;= view&id=19277&Itemid=37
Por Tomacini Sinche López
Fuente: Expreso, Lima 23/02/08
http://www.expreso.com.pe/edicion/index.php?option=com_content&task;= view&id=19277&Itemid=37
Acerca de la bien lograda novela “La ciudad de los culpables” (Editorial Zignos), del escritor Rafael Inocente (Lima, 1969).
Al biólogo y escritor Rafael Inocente lo conocí hace unas semanas de dos maneras: personal y literariamente. La primera manera de conocerlo fue en una noche de copas en el centro de Lima, junto al escritor Jorge Espinoza Sánchez y al editor Harold Alva.
Noche de cervezas y vinos en la que perdí mi DNI y mi cordura y de la que recuerdo vagamente a unas jóvenes chilenitas que estuvieron alborotadas cerca de nuestra mesa; pero esa es otra historia. La impresión que me quedó de esa reunión sobre Inocente es la de un hombre sumamente sensible y consciente frente al momento histórico que le ha tocado vivir; aparte de que es un gran bebedor y mesurado homofóbico, por cierto.
La segunda manera de conocerlo ha sido a través de su primera novela “La ciudad de los culpables” (Editorial Zignos), la cual fue presentada el año pasado en la Feria del Libro Ricardo Palma y que Harold Alva recién me entregó aquella noche en Quilca y que por fin, tras varias semanas de enfermedades, he podido terminar de leer. Harold: Si me dabas el libro en diciembre, fácil hubiera estado en el recuento de lo mejor del 2007; te falta mover mejor a tus autores, compadre. A ver si este año me haces llegar más autores.
Tras leer “La ciudad de los culpables” me quedó bien marcado lo siguiente sobre Inocente: así como defiende sus ideas conversando –vehemente, visceral y directo–, así también escribe. Estamos frente a una ópera prima que no nos da descanso, que nos atrapa, nos emociona y nos abofetea constantemente. Poseedor de una prosa impecable, Inocente ejecuta con elegancia una estructura sumamente fragmentada, la cual nos presenta, a través de testimonios en primera persona, las muchas maneras en que la guerra interna afectó el espíritu nacional.
Escrita de manera coral, los personajes de Inocente pertenecen a todos aquellos sectores sociales olvidados por la justicia, por la economía y por el poder político. Personajes pobres materialmente por cosas de la vida, pero llenos de un espíritu de lucha que los impulsa a salir adelante pese a todas las circunstancias que tienen en contra. Estos personajes marginales nos hablan de sus orígenes, de su sexualidad y de sus sueños, elementos que al final de cuentas vienen a ser el relato de la vida limeña de los ochenta y noventa. Un relato más real, no el que nos pintan siempre.
Me atrevo a decir que la ciudad de Lima como tal, con sus avenidas, sus habitantes, su pobreza, su inmoralidad, sus asentamientos humanos, sus distritos, su racismo, sus conos y sus injusticias, es el personaje mejor logrado de la novela. Capital forjadora de hombres sensibles que terminan por odiarla y amarla con la misma fuerza. Sin lugar a dudas, este debut literario ubica a Rafael Inocente como uno de los nuevos escritores que hay que seguir atentamente.