Miguel Ildefonso
"Para mí, la poesía es escarbar en la herida"

Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Peru21, Lima 18/04/07

Una de las mejores novelas publicadas el año pasado en nuestro país fue, sin duda, Hotel Lima (Mesa Redonda Editores), de Miguel Ildefonso, un autor que empezó como poeta pero que, por el dominio y la calidad de sus textos narrativos, ya no puede ser encasillado en ningún género. Por estas razones se ha ganado merecidamente un único y envolvente título: el de escritor.
 
En Hotel Lima, usted le rinde un homenaje sui géneris a Humareda
Sí. En mis inicios como escritor, su presencia fue avasallante. Me envolvió su arte, su personalidad, su modo de ver y situarse en Lima y asumir una posición artística. Cuando empecé a escribir, todo esto me sirvió como un referente. Me llamó la atención su duplicidad: tenía una vida marginal pero, como artista, estaba insertado en el mercado del arte. A través de Humareda hablo de una ciudad (Lima) y un país (Perú) llenos de contrastes. Quise, al escribir -como el nuevo limeño, como el hijo de migrantes que soy-, enfrentarme a una ciudad desconocida, nueva y siempre cambiante.
 
¿El narrador es su álter ego?
Sí. El libro no construye un personaje coherente. Lo que quiero plasmar es una sensibilidad. Eso sí, he tratado de recoger los aspectos que caracterizaron a mi generación, la del 90, que fue fatalista, irónica y desencantada.
 
¿Fatalista?
Fatalista en la vida mas no en la literatura, porque escribir implica tener una esperanza, un aliento de salvación, una salida. Dante, el personaje principal, tiene muchas cosas de mí y de mis amigos -sobre todo poetas-. Es un libro generacional; mis amigos están retratados allí.
 
¿Usted, como Humareda, es un 'marginal' insertado en la cultura oficial?
Si observo mis orígenes, sí. Mi familia es campesina y viene de Cerro de Pasco. Vivir en La Victoria, por La Parada, me permitió conocer la marginalidad, aquella que Humareda retrataba en su pintura, que yo vivía a diario y que convertía en poesía. Además, yo estudié en la Universidad Católica. Lo interesante de Lima es que si uno se ubica en un punto medio, puede acceder a ambos mundos, porque pertenecer al 'ambiente cultural' nos abre muchas puertas. A mí -como a Balzac- me gusta conocer todo.
 
Usted ha pasado por diversos territorios en su vida y en su literatura: vivió en La Victoria, estudió en la Universidad Católica y en Estados Unidos. Además, es poeta y narrador.
Es cierto, he pasado por muchas etapas. Antes estaba convulsionado y desbordado con el lenguaje poético. No podía manejar otro lenguaje a pesar de mi gusto por la narrativa. Para mí, la poesía es escarbar en una herida y, a partir de esta, ver el mundo.
 
Es decir, en la poesía habla de usted y, en la narrativa, de los otros.
Así es. En la poesía soy yo. La narrativa, en cambio, es una lectura abierta. Continuando con mis constantes saltos, diré que la literatura me preparó para ellos, para flexibilizar y amoldar mi carga. No me afecta vivir y cambiar en ningún lugar porque mi hogar, mi mundo, es la literatura y está hecho de palabras.
 
¿Qué otros factores han marcado su literatura?
Siempre me interesó la historia porque, al provenir de una familia de migrantes, desconozco mi pasado. La información que tengo llega a mis abuelos. El buscar historias para completar la que no tuve me llevó a la literatura y a salir a conocer mi entorno, aunque sin integrarme del todo a él. Por eso decidí conocer Apolo, sumergirme en el rock'n'roll en un barrio salsero y hacerme hincha de Universitario en un barrio aliancista. Mi problema psicológico es que no me integro a ningún lugar. Sin embargo, esto se hace mérito literario porque me permite transitar por diversos géneros, ciudades y personajes. 
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