Por Augusto Ruiz Zevallos
Fuente: El Dominical, Suplemento de El Comercio, Lima 22/07/07
http://www.elcomercio.com.pe/EdicionImpresa/Html/2007-07-21/ImEcDominical0757013.html
Hace un siglo se publicó en París Le Perou contemporaine, uno de los libros peruanos más importantes del siglo XX. Su autor, Francisco García Calderón, solo tenía 24 años.
Antes de 1907 el mundo intelectual y político peruano había producido una importante prosa reflexiva. Destacaban los encendidos libros de González Prada o los discursos brillantes de Gálvez, Herrera y Sánchez Carrión. También estaban los aportes de González Vigil, Unánue y algunos más que ahora integran el corpus documental de nuestro pensamiento social y político. Sin embargo, ningún autor había ofrecido una obra que vislumbrase el futuro de nuestro país sobre la base de un análisis profundo de su geografía, historia y actividad económica en el contexto internacional. Un libro orgánico, como diríamos hoy. Eso fue El Perú contemporáneo (EPC). Una obra que presentaba un programa a un país que cargaba con el peso de la derrota sufrida en la Guerra del Pacífico, trágico acontecimiento que marcó a la generación 900 y la cultura política posterior.
El lugar de enunciación de EPC es, pues, ese Perú que superando la postguerra empezaba a levantar vuelo económico. La idea tal vez apareció en esas charlas infinitas que Francisco García Calderón sostenía con su gran amigo José de la Riva-Agüero, quien también acariciaba similar proyecto: "me lo has arrebatado, pero bien arrebatado está", le dirá en una carta. La intención inicial de Francisco era escribir y publicar el libro en Lima, pero en 1905 muere su padre y los cuatro hermanos García Calderón quedaron en una virtual quiebra económica y espiritual, a tal extremo que los condujo al auto exilio.
Por eso la aparición del libro en Francia fue circunstancial y no tuvo como principal meta "captar la atención francesa en torno a la estabilidad política peruana", como se ha dicho recientemente, aunque estando en Francia como diplomático, Francisco aprovechó la ocasión para promover nuestro país en un mundo donde el francés era un idioma que enlazaba a las naciones. En París, asimismo, pretende el Premio de la Academia Francesa para 1908, que finalmente logra.
Otro habría sido el destino de Francisco si no se hubiera visto obligado a migrar a Europa, y otra la repercusión de EPC. Su permanencia en Lima habría enriquecido el debate intelectual en nuestro medio pues García Calderón siempre demostró una gran disposición a la discrepancia respetuosa, como se aprecia en una amable carta que en 1928 remitió a Mariátegui en respuesta al envío de los 7 ensayos. Pero quien fuera en las primeras décadas del siglo XX uno de los principales intelectuales americanos en Europa, candidato al Premio Nobel en 1933, era en el Perú ocasionalmente recordado por sus compañeros de generación.
Con excepción de Porras y Basadre, la generación del Centenario negó el aporte de García Calderón, aunque utilizó análisis puntuales de su libro. Siguiendo esta pista el historiador francés Robert Paris observó que EPC expone una periodización de la historia del Perú y un enfoque de sus problemas que anuncia los 7 ensayos, el otro gran libro del siglo XX. El tema de la evolución histórica de nuestra economía, el problema de la educación, la religión, las ideas políticas y la cultura estaban ya planteados en EPC. García Calderón constata, como también Mariátegui, que en el Perú de la post independencia no hubo una burguesía que asumiera plenamente el rol del "tercer estado". A esto podemos agregar las siguientes proposiciones: 1) en EPC García Calderón inicia una prudente valoración del materialismo histórico y lo interpreta, al igual que Mariátegui, Haya, Basadre y Belaunde, de una manera muy personal; 2) critica los excesos del liberalismo y del proteccionismo en política económica; 3) propone lúcidamente que, para la creación del ideal nacional, "hay que conocer la voluntad de las regiones"; 4) vaticina, al tiempo que se opone a las políticas de uniformiazación estéril, que en el Perú, donde "hay climas, regiones y razas tan diferentes" la unificación será "el gran problema del futuro" y 5) lo más importante: enuncia por primera vez el proyecto de compatibilizar modernidad y tradición, mediante el rescate del "socialismo práctico de los indígenas", idea que después veremos en Castro Pozo (y Mariátegui), aunque orientada hacia el socialismo moderno.
Una rectificación ocurriría en 1981 con la traducción al español y publicación de EPC por Luis Alberto Sánchez, pero no cambió mucho la suerte de esta obra. Junto a caracterizaciones serias que la ubican en una posición oligárquica, pero anti gamonal, y favorable a la modernización capitalista, abundan los acercamientos tendenciosos que resaltan pensamientos racistas de García Calderón, a la vez que invisibilizan los de autores como González Prada o Mariátegui. Mucho de esto se reiteró en el año 2000 en el Congreso de la República, a propósito de la segunda edición en español de El Perú contemporáneo.
Salvo excepciones, las relaciones de la academia peruana con este libro fundador no han sido exitosas. En la primera mitad del siglo XX, EPC fue utilizado pero no reconocido, teniendo una suerte de existencia inexistente. De alguna manera, el destino de esta obra fundadora revela el antagonismo reinante en el escenario académico peruano. Una falla que, en parte, incapacitó al espacio intelectual para influir en la consolidación de una comunidad política democrática, donde existan adversarios y no enemigos.