Samuel Frisancho
Samuel Frisancho: La terquedad de un vencido Samuel Frisancho: La terquedad de un vencido

Por Christian Reynoso Torres
Fuente: Los Andes, Puno, 04/05/06
http://www.losandes.com.pe/Opinion/20060504/853.html

E.M. Cioran dice en el texto número 17 de su libro Breviario de los Vencidos que, “cuando el esfuerzo del pensamiento llega a su límite, el hombre se queda más sólo que al principio, sonriendo inocentemente a la virtualidad”. Quizás eso supo Samuel Frisancho antes de partir a la morada del más allá, lo pienso ahora, que escribo estas líneas.

Y es que, como si no lo imagináramos, ya han pasado cinco años del deceso de Samuel Frisancho y también, en la lógica retrospectiva, cuatro años desde que saliera a luz mi libro titulado: Látigo del Altiplano, biografía de Samuel Frisancho Pineda, como un justo y caro homenaje que sin muchos bombos y platillos le hice a nuestro bien apreciado “Chalupas” y que ahora, al releerlo me permite entender aún más la vida de Frisancho.

Por eso, en vez de emplear líneas y líneas relatando su biografía, bastará decir que Samuel Frisancho (Puno 1918-2001) fue el periodista de más acendrada terquedad que hubo en Puno, y que, amoldado además a los viejos parámetros provincianos, supo demostrar y enaltecer ese otrora puneñismo al servicio del pueblo que hoy, en boca de muchos, ha degenerado en retórica politiquera, improvisada y gandulera.

Así, Frisancho no sólo supo emplear el látigo de su palabra para ejercer el periodismo, sino, para fustigar desde su desordenado y aglomerado escritorio, las rutas por la que el añorado terruño debía encaminar su progreso. Por ello, que no sea de sorprender que para muchos, Samuel no haya sido más que un fantoche producto de su propia egolatría, olvidando fundamentalmente que su retórica por la tierra querida fue endocrina, hormonal, que le salió de cuerpo y alma. Y que como tal, su pasión fue a veces terca, a veces equivocada y a veces cómplice de los sueños que lo turbaban por alcanzar los ideales de felicidad y equidad de sus congéneres, en una tierra, que por lo demás, siempre estuvo excluida de cristalizar aspiraciones.

Con esta consideración, ya no es menester revisar la vida de Frisancho desde la anécdota, tendencia que muchos intelectuales puneños saben explotar hasta el hartazgo, sino, desde el estricto sentido en que ésta nos ayude a entender la trascendencia de su obra, convicción y abatimiento al cabo de los años.

En primer lugar, asumiendo el periodismo como una actividad vital, que lo llevaría a ejercerlo desde su juventud hasta los últimos días de su vida, cuando tuvo que luchar porque el diario Los Andes no quedara en la ruina económica producto de las deudas financieras. Quizás por ese perfil de niño malcriado, palomilla y callejero que tuvo, y que en buenas cuentas le produjo ese espíritu rebelde de no quedarse nunca callado y que más adelante se intensificó con los primeros escarceos periodísticos en El Eco de Puno, y que luego se consolidó, gracias al gesto que le otorgara su padre, al dirigir el diario Los Andes, indisponiendo incluso, su propia profesión de abogado.

O quizás también, combinando ambas cosas, como alguna vez me dijo al haberse dado cuenta de “que el periodismo podía ser un arma para evitar los abusos, defender a los pobres, defender al pueblo y para cosechar justicia”. Y aunque esto sea una utopía, que por cierto son las más grandes y bellas empresas llevadas a cabo por el hombre, para recordar a Quijote, Samuel pudo realizarla, al menos en una pequeña parte: Y ahí están las miles de páginas de Los Andes armadas aún a cajas y tipos que día a día se imprimieron y registraron la vida social, política y cultural de Puno. Y entonces pienso que, ¿cuánto de esa batuta y proyección de hombre de prensa se necesitaría ahora?, ante la mendicidad y satrapía periodística de la que a veces como opinión pública somos objeto, en nuestro medio y por parte de algunos mal denominados periodistas.

En segundo lugar, y como complemento a su labor principal, la preocupación por recoger, guardar y reproducir documentos de interés histórico, literario y de investigación que tuvieran que ver con Puno, logrando editar desde el año 1969 hasta el 2000, los 17 tomos del Álbum de Oro, monografía del departamento de Puno. Material historiográfico que en su manera primigenia y con las falencias propias de las épocas, constituye una fuente invalorable de consulta y que de ser sistematizada, evaluada y difundida podría convertirse en un texto indispensable; por supuesto con el ojo zahorí que hace falta a nuestra universidad, o biblioteca municipal, o cualquier institución pública o privada que podría fomentar o asumir tal costo.

Sea pues con estas líneas recordar la terquedad de un vencido. Vencido por el ocaso de la vida, pero victorioso con el látigo de la palabra. Fértil y procaz ante el encono de la muerte de la que siempre estuvo desprovisto. Y como escribiría Cioran, sonriendo inocentemente a la virtualidad.
 

Boletín semanal
Mantente al tanto de las novedades ¿Quieres ver nuestro boletín actual?
Ingresa por aquí
Suscríbete a nuestro boletín y recibe noticias sobre publicaciones, presentaciones y más.