Jorge Eduardo Eielson
Inquisiciones. Los 80 años de Eielson Inquisiciones. Los 80 años de Eielson

Por Abelardo Oquendo
Fuente: La República 25/10/05

Demi Moore apareció hace poco en la revista italiana L'Espresso con un vestido inspirado en uno de los célebres nudos de Jorge Eduardo Eielson. La casa de modas Versace entró a saco en los cuadros de Eielson para uno de sus últimos desfiles de novedades. A saco, como un pirata. "Sería un reconocimiento a la calidad de su diseño si no fuese una imitación impune", comenta Julio Ortega en un artículo celebratorio de los 80 años cumplidos por el extraordinario poeta y artista plástico peruano que reside desde hace medio siglo en Europa.

En torno de este cuantioso aniversario Eielson viene realizando una serie de actividades con una vitalidad creativa que desmiente su mala salud y sus años. Ha sido artista invitado a la Bienal de Venecia, ha efectuado una performance en Madrid y en noviembre hará una instalación en Sevilla, en Brescia montó una exposición que vendió todo en la primera noche, prepara intervenciones en Zurich, Milán y Florencia en lo que resta de 2005.

En abril de este, su primer año octogenario, Eielson tuvo una actuación en la Galería Melesi, cuyo título fue "Vivere e un'opera d'arte". Ortega la narra así: "Vestida de payasa, la galerista repartía narices rojas al público que, de buen ánimo, se las colocaba. Frente a las sillas donde lo esperaba el público de narices rojas había una mesa, cubierta con una gran manta azul, una botella de leche y un vaso. Al lado, una escalera también azul por donde el payaso se suponía que bajaría. Por fin, apareció Jorge Eduardo con la cara pintada de blanco y una nariz roja. Se sentó en silencio y miró al público. Soltó una risa ligera y volvió a reír. Unas risas tímidas se alzaron. Eielson siguió riendo y el público, cayendo pronto en el juego, rió a gusto.

A poco, el artista y su público reían a pierna suelta. El proyecto era hacer reír para reírse de uno mismo y carcajearse mutuamente de todo. Esa risa pura podría ser el último gesto de supervivencia en un mundo en el que solo cabe reír. Esta "Payasada" tiene la elocuencia de la complicidad y la memoria del circo: la pasión del juego en medio de la irracionalidad de la tragedia. A los pocos minutos el artista se puso de pie y desapareció sin haber dicho una sola palabra."

Piensa repetir la experiencia pero no ya en un local cerrado sino en espacios públicos. Con un número aún no definido de secuaces se propone invadir el metro de Milán con trajes de payasos y narices rojas. Ya que no encontramos cómo remediarlas, riámonos de nuestras desgracias. El ejemplo lo da él: después de inquietantes noticias sobre su salud, este hombre tocado por la gracia en todo lo que hace, renace muerto de risa de su quebranto físico. ¡Qué viva su vida!
 

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