Jorge E. Eielson, un poeta celeste

Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 10/03/06

Reconocido vate peruano dejó de existir en Milán, Italia.
Fue considerado el poeta vivo más importante del Perú.
Perteneció a la generación del cincuenta y cultivó todos los géneros literarios.
Como artista plástico también se inspiró en el mundo prehispánico.

Era considerado el mejor poeta vivo del Perú. La noticia de la muerte de Jorge Eduardo Eielson, una de las voces más altas de la poesía hispanoamericana, enluta, en este mes, reiteradamente, a las letras peruanas. El poeta falleció en Milán, Italia, el pasado miércoles, a la 4 de la tarde. Eielson había nacido en Lima el 13 de abril de 1924.

Decimos enluta reiteradamente, porque, mientras la literatura vivía un clima de fiesta -los premios internacionales de Alonso Cueto (el Herralde), Mirko Lauer (Juan Rulfo de Radio Francia Internacional), Carlos Germán Bellí (el Neruda) y Santiago Roncagliolo (premio de novela Alfaguara)-, ocurrió la muerte del poeta Antonio Claros y de la entrañable escritora Pilar Dughi. Ahora se suma el deceso del autor de Reinos.
 

Genio y figura

Jorge Eduardo Eielson perteneció a la llamada generación del cincuenta junto a Javier Sologuren, Germán Belli, Washington Delgado, Gonzalo Rose, Sebastián Salazar Bondy, Alejandro Romualdo, Blanca Varela, entre otros.

Desde niño, se hizo a la literatura, pintura y música. Eielson tuvo como maestros en el colegio Alfonso Ugarte a José María Arguedas y Luis Fabio Xamar.

"Impresionado por el talento del adolescente -anota Martha Canfield en un apunte biográfico-, Arguedas estrecha con él una fraterna amistad y lo introduce, muy joven, en los círculos artísticos y literarios de la capital. Y es siempre Arguedas quien lo inicia en el conocimiento de la antigua cultura peruana".

Esa pasión por lo andino no lo perderá jamás Eielson y lo expresará sobre todo en sus 'tejidos', 'nudos' o 'quipus' que presentará a lo largo de su vida. Como hombre de letras y como artista plástico Eielson es indivisible. Tuvo la fascinación por crear y buscar nuevos caminos para el arte y la poesía. Así, más tarde, Eielson no solo trabajó la palabra (Poesía escrita), sino también exploró la poesía visual (caligramas y otros) mediante sus Papeles (páginas con breves anotaciones) y sus performances escultóricas.


"Todos nosotros sentimos envidia y admiración cuando Eielson publicó Reinos", recuerda Carlos Germán Belli. "Eielson -agrega Belli- aspiraba a ser un creador total, no solo en la literatura -poesía, novela, teatro-, sino también en la plástica. Era un neosimbolista. Como plástico, un ultramoderno".

Peregrino en las calles de Lima (galería Pancho Fierro), con la compañía de Sologuren y Szyszlo, obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1945 por Reinos.

Se marchó del Perú en 1948 con una beca del gobierno francés. Luego de una temporada parisina, se afincó en Italia, en Roma y después en Milán. Regresó al Perú en viajes breves. El poeta optó por el exilio.

En 1969, cuando la Nasa envió el primer hombre a la Luna, Eielson, quizás alucinado, envió una carta a esta institución proponiendo que lleven una escultura suya para instalarla en el satélite terrestre. Le dijeron que no. El poeta insistió con algo más insólito: solicitó que un día esparcieran sus cenizas en un funeral en la Luna.

Estamos seguros de que tomaba el cosmos como un lienzo. Eielson es un poeta celeste.
 

Último cuerpo

Cuando el momento llega y llega
Cada día el momento de sentarse humildemente
A defecar y una parte inútil de nosotros
Vuelve a la tierra
Todo parece más sencillo y más cercano
Y hasta la misma luz de la luna
Es un anillo de oro
Que atraviesa el comedor y la cocina
Las estrellas se reúnen en el vientre
Y ya no duelen sino brillan simplemente
Los intestinos vuelven al abismo azul
En donde yacen los caballos
Y el tambor de nuestra infancia

-De Noche oscura del cuerpo (1955).