Luis Jaime Cisneros
Lenguaje y vida Lenguaje y vida

Por Ismael Pinto
Fuente: Expreso, Lima 12/04/09
http://www.expreso.com.pe/edicion/index.php?option=com_content&task;= view&id=48713&Itemid=37

El doctor Luis Jaime Cisneros acaba de presentar el interesante libro “Aula abierta” (Editorial Norma).
A Luis Jaime –así a secas– se le puede definir con dos palabras: lenguaje y vida. Que se sobreponen y contraponen. Y las dos se conjugan y se sintetizan admirablemente –o se crecen– en su magisterio: el de maestro universitario.

En su infatigable animus docendi. En el erudito, el filólogo brillante y en el ser acogedor y generoso. Un intelectual siempre abierto a todo lo nuevo, guardando un profundo respeto por el pasado y sus gentes, a veces injustamente olvidados. En fin, una mente lúcida y sin temor alguno a expresar su verdad. Y a decir su palabra.

Para contento de quienes leemos y, sobre todo, queremos a Luis Jaime, tenemos en nuestras manos y al alcance de muchas felices y fructíferas relecturas “Aula abierta” (Colección El Educador del Grupo Editorial Norma. Lima, 2009). Un volumen que, aparentemente, reúne un conjunto de textos que de circunstanciales se instalan en lo duradero.

Textos que reflexionan, en buena cuenta, sobre el Perú, como lo exigía y lo propugnaba tercamente don Jorge Basadre: El Perú como problema pero también como una hermosa e inaplazable posibilidad. Reflexiones de Luis Jaime sobre nuestro inquietante presente, nuestro pasado y nuestro incierto porvenir. Es un pensarnos como peruanos con fervor y con optimismo indeclinable. Con una profunda fe en la libertad. En la democracia y en la justicia. Patria, nos dice sin ese sentimiento de vergüenza que alienta en algunos cuando de hablar de una patria peruana se trata. “Patria necesitamos maestros y estudiantes en esta hora en que adjetivos mentirosos nos proponen un sendero intolerante de nefanda oscuridad”.

La educación como consigna

“Aula abierta”, textos publicados en diarios, revistas y rescatados de homenajes, se ha estructurado sobre ocho grandes temas: El Perú en cada palabra; La juventud y el rescate del porvenir; Los retos de la educación; Peruanos excepcionales; La universidad y el conocimiento; Elogio de la lectura; Quijotes entre nosotros; y Educación y lenguaje. Son temas que bien podrían cuajar en sustanciosos libros. Mas con el elegante y preciso Gracián, siempre grato a Luis Jaime, podemos decir: si lo bueno poco, dos veces bueno.

Todos los temas arriba enunciados se sustentan en una viga maestra: el problema educativo. Tema que lleva implícita la preocupación primera de Luis Jaime: la necesidad de dotar a la educación peruana de una moral y una ética. Y que, moral y ética trascienda aquella, insuflándole su hálito vivificante y honesto a ese sui generis conglomerado que llamamos cultura.

Confrontando el candente proceso de la educación, Luis Jaime, con la lucidez que le da su largo magisterio, nos dice que en “educación nos interesa tanto evocar el pasado sino asegurar el porvenir. Para ello necesitamos robustecer hoy el presente de los estudiantes”. Igualmente es rotundo en aseverar que “ningún cambio se logra con buenos propósitos. Primero comencemos por corregir y depurar el magisterio. Es un terreno en el que hay mucho que corregir. Algo que modificar, algo que erradicar. Si buscamos sutilezas, sentimentalismos, no habrá manera de iniciar el proceso de reformas.”

Vocación y destino

Siempre me he preguntado por la fervorosa vocación de Luis Jaime. De su aventura intelectual que en sus dorados ochentas, como maestro, no cesa y por el contrario se renueva en cada estudiante que llega a él. Su infatigable persistencia en repetir una y otra vez que la mejor manera de hacer política es educar. “Escribo sobre educación porque es mi manera de tratar los temas políticos”, nos dice en un texto que publicó, aquí en estas páginas, en EXPRESO, allá por 1999.

“Aula abierta” y su rico contenido es algo que sobrepasa el entusiasmo de esta nota. Tan solo debo agregar que de sus textos trasciende la condición humana de su autor. Luis Jaime Cisneros, su irrepetible voz y esa claridad meridiana en la reflexión. Y esa inefable ternura para evocar a quienes ha convocado, en esas paginas, como peruanos excepcionales. Por ello nuestra gratitud renovada. Y nuestro afecto sin mengua.

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