Marco Avilés
“La cárcel tiene condenas adicionales “La cárcel tiene condenas adicionales"

Por Pedro Escribano
Fuente: La Republica, Lima 12/09/07

Sostiene que además de la privación de la libertad, viven en condición infrahumana.

La puntería era otra. El cronista Marcos Avilés quería hacer un libro sobre burriers, sobre esas muchachas que se encargan de trasladar droga de un país a otro. Una vez detenidas y llevadas a la cárcel (en este caso, Santa Mónica, de Chorrillos), la prensa, sobre todo la televisión, suele presentarlas en pasarelas donde ellas exhiben su belleza.

Pero no. Marco Avilés se estrelló con otra realidad. Su primer contacto hizo virar su atención. "Hablé con tres chicas y de manera natural fueron imponiendo el tema de la angustia, de la experiencia presidiaria, entre otros, el de no tener sexo", explica el cronista.

Así, contra su voluntad, surgió Día de visita. Confesiones de mujeres desde el penal de Santa Mónica (Ed. Aguilar), un libro que recoge los testimonios de reclusas sobre un mundo, como es la cárcel, infrahumano en muchos sentidos. Si bien las citas con sus respectivas parejas están permitidas en teoría, en la práctica es casi un imposible. "Me hablaban de odiseas alucinantes, como pasarse 8 meses en trámites y papeleos para reunirse con sus parejas y mientras eso ocurría, las parejas se aburrían, se olvidaban, se separaban".

–¿Acercarse a ellas fue fácil?
–Al principio yo tenía una amiga adentro, pero ella ya salió libre, la absolvieron. Iba a visitarla junto a su esposo y ella me fue presentando a sus amigas, otras reclusas. Ya no era un extraño a secas, conversaba con ellas, al principio no como periodista, sino como alguien que va ahí. Luego les planteaba que me cuenten sus historias.

–¿Mordieron el anzuelo? ¿Cuentan cosas de adentro?
–Sí, eso sí. Ellas mismas me fueron diciendo, por ejemplo, que no pueden ser amigas allí, adentro. Eso me lo han dicho casi todas. Desconfían entre sí, pero creo que cuando viene una persona de afuera a conversar y le ven buena intención, ellas se sueltan. Yo he conversando desde las 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde sin parar.

–Tú, como ser libre, ves la dimensión humana de ellas. Son seres humanos en cautiverio.
–Sí, definitivamente. Yo creo que muchos periodistas se autocensuran o se impiden a sí mismos la dimensión humana de ciertos personajes, sobre todo de los negativos, de los delincuentes. Por ejemplo, el otro día Hildebrandt escribe un artículo en donde declara que le da pena cómo está ahora Montesinos, enfermo, decaído. O sea, a pesar de todo lo que ha hecho ese tipo, lo conmueve.

Avilés afirma que allí, adentro, no hay conciencia de género.

"Las mujeres –detalla– son terriblemente violentas contra su género. Los hombres somos más salvajes, los que hacemos la guerra, golpeamos, nos mostramos animales, pero las mujeres son mucho más sofisticadas. Por ejemplo, hay dos tipas que no se llevan bien. Un día una de ellas ingresa al cuarto de la otra y corta toda su ropa interior. La otra cuando descubre eso se pone a llorar".

–El patio es un espacio para redimirse en días de visita.
–Sí, muchas de ellas se levantan a las 4 de la mañana para arreglarse porque quieren, en las horas de visita, conocer a alguien. Sí, hay, para llamarlo de alguna manera, un mercado de hombres que van a conocer a presas. Y sobre todo buscan a las extranjeras. Y de hecho se establecen parejas.

"Foucault decía –explica Avilés–que cuando se condena a la cárcel, hay condenas adicionales como comer porquerías, dormir en el piso, enfermarte, no tener sexo. Esas son condenas adicionales y son parte del propio sadismo de la sociedad".

"Es un mundo que no miramos –agrega el cronista–. La TV, por ejemplo, casi siempre muestra a la cárcel como internado de señoritas. Y no es así, al contrario, es brutal".

El arte de cazar la noticia

–¿La crónica es tarea de campo?
-El periodismo es una carrera donde el periodista se aburguesa rápidamente, y se aburguesa por el círculo, las relaciones que tiene. No sé quién lo dijo, pero los editores, por lo menos de diarios que yo conozco, son gente que ya no escribe. Ya no salen. Entonces, el editor tiene un falso estatus de superioridad sobre los demás, sobre los redactores, "los soldados rasos". Es un tipo que ya no escribe, es tan bueno que ya no necesita escribir. Entonces, el editor se convierte casi en un sargento, en un administrador de recursos humanos. En Zonas de Guerra, por ejemplo, John Lee Anderson lo dice bien: se forma una suerte de bichos que son como los corresponsales de guerra hogareños, que son los que jamás salen del hotel, y envían sus reportes con la información oficial de ambos bandos. Aquí un editor se aburguesa. Aquí hay muchos diarios que están hechos, pensados, por gente que ya no escribe, que no sale a la calle

Perfil
Marco Avilés. Nació en Lima en 1978. Es editor general de la revista Etiqueta Negra. Sus crónicas se han publicado en revistas de América Latina. Ha hecho periodismo en El Comercio y la revista Caretas. Tiene el propósito de presentar Día de visita en el penal de Santa Mónica.
 

Boletín semanal
Mantente al tanto de las novedades ¿Quieres ver nuestro boletín actual?
Ingresa por aquí
Suscríbete a nuestro boletín y recibe noticias sobre publicaciones, presentaciones y más.