José Luis Ayala Olazával
Escribir para vencer a la muerte Escribir para vencer a la muerte

Por José Luis Ayala Olazával
Fuente: Los Andes, Puno 26/06/11
http://www.losandes.com.pe/Cultural/20110626/51694.html

El hecho que se me invite para que me ocupe acerca del oficio del poeta y la relación que tiene con la poesía, es un gran desafío, es una tarea sumamente difícil. Ningún poeta juzgaría a su propia creación porque para eso está la crítica literaria. De modo que me referiré más bien a la relación del poeta con la palabra escrita, con el oficio de escribir en un mundo siempre adverso. Quisiera empezar diciendo que el oficio del escritor y la relación que tiene con las palabras, es francamente misteriosa como inexplicable (1). Es una especie de acto de magia ancestral y muy personal, para edificar un mundo mucho más humano.

En lo que a mí se refiere, la poesía que escribo tiene que ver con la realidad social, la cosmovisión, el imaginario andino y jaqisofía aymara (2). Se alimenta fundamentalmente de la experiencia humana, del dolor de seres desterrados e invisibilizados por el sistema. No trataré de definirla porque esa es una labor de quienes estudian las poéticas, en ese sentido es un acierto la publicación del libro titulado Poéticas andinas. Puno, de Mauro Mamani Macedo (3). Sin embargo, debo decir que desde el punto de vista cultural e ideológico, me adscribo a la corriente de la descolonización del poder, de la desestrutración de la falsa memoria y necesidad de teorizar acerca de un nuevo sistema educativo.

Estoy contra todo ponguaje cultural, ideológico, político y mediático, aunque ahora sea asalarido, contra todo lo que significa la construcción de una memoria social a base de datos falsos. Escribo desde mi ser interior que no pudo ser abolido por un sistema destinado a reprimir las voces que no respetan los cánones de cultura oficial. No me interesa la crítica de quienes no han escrito un solo libro y su voz no ha trascendido. Puedo decir que ahora he decidido escribir ensayos, significa la madurez del uso de la palabra. No se trata de abandonar la poesía, la poesía está presente en todos mis libros.

La responsabilidad del escritor, del poeta concretamente, es el manejo plástico y estético del lenguaje, debe conocer el idioma porque es el instrumento con el que trabaja. Además, dominar la construcción de las metáforas, saber fijar adecuadamente el ritmo, la cadencia que debe tener la poesía, la musicalidad sublime y sonora. Saber defender una coherente visión del mundo, porque todo en conjunto hace de la poesía sea un conocimiento especial. Pero todo está en movimiento nada está detenido. Los conceptos varían según la formación académica o no del poeta. Expresa también de modo subconsciente su extracción de clase, su compromiso o no con la sociedad en que vive, aunque expresamente a veces lo niegue. (4).

La poesía es el fuego divino que los dioses tutelares le regalaron a los seres humanos, para que se iluminen a través del tiempo en los caminos que debe recorrer para llegar al reino de la eternidad. Es la magia que tienen las palabras para reconstruir el universo, la fuerza oculta que viene desde el fondo del ser humano para inventar otro mundo, donde se pueda abolir el dolor humano, la vejez y la soledad.

Es una forma excelsa de esperar la noche para escribir sobre las hojas que arrastra el viento. Es también una forma de rebelarse contra todos los presagios, de borrar los sueños llenos de mensajes adversos y oscuros. La poesía es un hermoso oficio de orfebre, es el trabajo de un herramentero que conoce las palabras y ellas acuden cuando las llama, para construir una arquitectura verbal que no se derruya los vientos más fuertes que llegan y pasan.

El poeta trabaja con palabras. Con esas masas sonoras cautivantes que tienen una alta significación. Ninguna se parece a otra, todas tienen cierto aroma y sentido que las diferencian una de las otras. Una palabra llama a otra, una oración espera a la que viene y final aparece el poema. Cuando eso sucede, el poeta es el primero en asombrarse frente a una nueva realidad verbal y cadenciosa.

Sin embargo, ningún poeta está conforme con lo que ha escrito. Siempre tiene el convencimiento que pudo escribir mejor. Cuando eso ocurre, a veces se decide por desechar el poema y empezar otro o simplemente no lo publica. Pero más puede la fe en un trabajo maravilloso que se realiza con un noventa por ciento con corrección y, diez por ciento de inspiración.

Sin duda, la poseía es el trabajo más arduo y difícil, es también el ejercicio literario más riesgoso y a la vez mortal. Es una labor de un incansable trabajador de la palabra. Sin embargo, un poema no está acabado nunca, es bien difícil saber si tendrá vida propia o no. Es el tiempo el que se encarga de darle una existencia permanente, ni la adhesión del poeta a las corrientes políticas revolucionarias, podrá salvar a los poemas que han nacido bajo signos adversos. En pocas palabras, el poeta se juega la vida en cada poema y escribe para vencer a la muerte.

Pero el poeta es un ser social inmerso en una determinada sociedad, por tanto, como se trata de un hombre público, debe observar una conducta ciudadana ejemplar, una moral intachable. Todo cuanto diga se cuenta, pero también cuando se trata por ejemplo de violaciones de derechos humanos, no es posible que se quede callado. Aunque toda determinación, incluso por el silencio es respetable, un poeta que se adscribe a los derechos y reclamos sociales de su pueblo, viene a ser sin duda, un ser humano respetado.

Hay poetas que han optado por la indiferencia y el silencio frente a la crisis de valores, tienen una mentalidad colonial y toman distancia de la dolorosa realidad deprimente de las grandes mayorías descalzas, desterradas al último círculo de la pobreza. Es una opción que se debe respetar porque es parte de la cultura de la tolerancia. No obstante, no hay ser humano que opte por una neutralidad absoluta, tal vez no diga nada ni firme manifiestos, comunicados ni documentos de contenido social, pero su poesía no es ajena, no puede ser distante a la realidad en que vive.

Cualquiera sea la opción que adopte el o no el poeta. Se trata de una persona sensible que tiene la tarea de construir un universo de palabras, de acuerdo a la formación que tiene. Más allá de estas consideraciones inherentes, su compromiso esencial es con el lenguaje, con el ritmo, con las metáforas, con la transformación de la sociedad en la que vive. No interesa el idioma, el lugar ni las circunstancias que haya sido escrito un libro, lo importante es la trascendentalidad que tenga.

César Vallejo escribió Trilce (5) en las peores condiciones de sufrimiento, en el más duro desprecio a la condición humana. En la cárcel de Trujillo, en una celda por cuyo piso corría el desagüe de la cárcel, en un ambiente deprimente con un camastro húmedo y lleno de ácaros y chinches. Sin embargo, después de ese libro nunca más la poesía en idioma español volvió a ser la misma.

En todos los tiempos, el poeta ha sido un disconforme, un contestario, un revolucionario como por ejemplo Mariano Melgar y Javier Heraud (6). Es un ser extraño e incómodo porque no acepta la realidad en sus expresiones más duras. Muchos de ellos fueron maltratados, desterrados, encarcelados y a veces olvidados por una sociedad dura e insensible (7). Pero los tiempos han ido cambiando no obstante al odio a la inteligencia, al talento y a la cultura. Cuando se invita a un poeta para que hable, para saber lo que piensa, es un acto de generosidad ejemplar. Pero al mismo tiempo, incentiva a los jóvenes escritores, alienta a los estudiantes que más tarde tendrán la responsabilidad de conducir los destinos de la educación, de la cultura y la sociedad. Este hecho suscita en mi persona una serie de sentimientos encontrados, de remembranza, de tristeza y de alegría a la vez. En fin, este es un hecho que no había imaginado se realizaría, pero al mismo tiempo me compromete a seguir trabajando con la misma tenacidad de siempre, hasta el último aliento de mi existencia.

NOTAS

1.- No hay un tratado sobre este tema. Sin embargo, tiene mucho que ver con la sensibilidad y talento del escritor.
2.- Jaqisofía. Palabra compuesta por dos vocablos: Jaqi, ser humano en aymara y sofía, un préstamo que proviene de la palabra filosofía, “amor por la sabiduría”. Es el estudio de problemas fundamentales respecto a cuestiones como la vida, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza y el lenguaje en el universo y la cultura aymara.
3.- Mauro Mamani Macedo. Poéticas andinas. Puno. Pájaro de fuego, Guaraguao. UNMSM. Lima, 2009.
4.- Mario Vargas Llosa. Cartas a un joven novelista. Ariel. Buenos Aires, Argentina, 1997. Es un buen ejemplo para formar un escritor híbrido y sin sensibilidad social.
5.- César Vallejo. Trilce. Obra poética completa. Editorial Lázaro, 1970.
6.- Mariano Lorenzo Melgar Valdivieso, (Arequipa, 10 de agosto de 1790. Fue fusilado en Humachiri, el 12 de marzo de 1815). Javier Heraud Pérez (Miraflores, Lima, 19 de enero de 1942 – Madre de Dios, 15 de mayo de 1963).
7.- Bastaría recordar el maltrato que se les dio a escritores de la generación Orqopata, especialmente el encanallamiento contra Gamaliel Churata. Sin olvidar la carcelería de Ciro Alegría, Francisco Izquierdo Ríos y José María Arguedas.

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