Por Javier Agreda
Fuente: La República, Lima 01/10/07
El mundo de los escritores jóvenes limeños –su vida bohemia, sus amistades y rivalidades literarias– es el ambiente en el que se desarrollan los seis cuentos de La musa travestida (Matalamanga, 2007), el nuevo libro de Leonardo Aguirre (Lima, 1975). Se trata de relatos entrelazados, protagonizados por los integrantes del grupo literario Psirrosis, y en los que incluso se llega a contar los mismos sucesos desde diferentes puntos de vista. La naturaleza de estos sucesos, entre lo paródico y lo grotesco, determina el carácter de este retrato de una generación de escritores que aspira a ocupar el lugar de los "letratenientes", la tantas veces denunciada mafia literaria limeña.
Aguirre no solo cuenta en clave irónica e irreverente esa bohemia juvenil que tantos otros escritores (Diego Trelles y Miguel Ildefonso, entre los más recientes) han querido presentar de una manera heroica y ejemplar; lo hace además combinando su habilidad para los juegos de palabras, la procacidad y agresividad propias de las conversaciones de cantina, e innumerables alusiones literarias. Cuentos como "W.C.","En el catre de Martín Adán" y "Backstage" están conformados exclusivamente por estos diálogos pues, según ha confesado el autor, inicialmente fueron ejercicios para un curso de dramaturgia.
Ya con respecto al primer libro de Aguirre –Manual para cazar plumiferos (2005), también sobre aprendices de escritores– señalamos la originalidad y audacia en lo que respecta al lenguaje y las técnicas narrativas. En La musa travestida esos elementos están más subordinados a la propuesta central del libro, la de traer a tierra una serie de mitos relacionados con la literatura: el escritor maldito e incomprendido, el éxito literario o la figura del autor consagrado por la tradición. No se salvan ni Valdelomar ni Martín Adán, presentados como víctimas de una falsa musa: un travesti europeo al que hace referencia el título del libro.
Lo radical de las opciones narrativas de Aguirre termina llevándolo hasta los extremos opuestos: los juegos de palabras y el lenguaje escatológico son útiles para criticar los excesos de retoricismo, pero acercan demasiado el texto a lo trivial y vulgar; lo mismo sucede con su actitud de no tomar en serio ninguno de los elementos de la institución literaria, ni siquiera a sí mismo como autor. No obstante estos reparos, La musa trasvestida es un buen libro de cuentos y un necesario cuestionamiento a ciertas prácticas y vicios del ambiente literario limeño.