El segundo volumen de relatos de José Güich (en el año 2000 publicó el libro Año sabático) es, en una primera lectura, una suerte de muestrario de las distintas posibilidades que ofrece el género fantástico. Hay, en efecto, una asimilación madura de algunas de las lecciones de Borges, trabajadas desde las potencialidades y limitaciones de su propia sensibilidad: no se trata de forzar anécdotas para que desemboquen en situaciones de corte sobrenatural, sino de construir lo sobrenatural desde el tejido mismo del relato. Pero conforme repasamos el texto por una segunda vez, notamos que lo que Güich ha intentado es algo más ambicioso e interesante: partir de lo fantástico para enhebrar híbridos genéricos que desencadenen una chispa inusual, algún hallazgo. El cuento Paisaje con hombre que corre, por ejemplo, encadena lo policial con lo fantástico sin que se note la soldadura. La minuciosidad de las pesquisas potencia el efecto de lo sobrenatural, y el texto, a pesar de su morosidad, llega con vigor a la última línea. (200)