El Neodogmatisimo Cientificista de la globalización ultraliberal incurre en el mismo defecto economicista del fenecido socialismo real, pero a diferencia de éste apuesta en el poder omnímodo del mercado y no del Estado. Este estrecho economicismo de las élites transnacionales contribuye a instaurar una cultura hedonista donde impera el cinismo y el culto al dinero.
Se consolida así un tipo de hombre llamado "El hombre anético", de una intersubjetividad débil, que indudablemente tiene una moral pero no es un hombre ético. El neodogmatismo cientificista de la globalización actual impide expresar el espectro completo del potencial ético del hombre, lo cual genera una peligrosa hipertrofia del ego que actualmente amenaza con una hecatombe ética y ecológica.