Este libro defiende la idea de que la crónica de Felipe Guaman Poma de Ayala (hacia 1560-1616) es una obra patriótica. Esta naturaleza a menudo se oculta, pero se revela sin rodeos en ciertos pasajes donde el cronista afirma que los europeos, africanos e indios poseen cada uno la parte del mundo que Dios les ha asignado. Basado en una presentación muy elogiosa de los incas, contrasta el carácter altamente civilizado de su imperio con la miseria y degradación de las costumbres que dio a luz el orden colonial en el mundo andino. En el ámbito religioso, opone a los indios, sinceramente cristianos, a los españoles que sólo saben mostrar los signos externos de la fe. También exige que los sacerdotes españoles sean nombrados sólo de forma precaria en el esperando que los sacerdotes indios los reemplacen. Finalmente, en el campo cultural, da el ejemplo de diversas tradiciones en las que los indígenas han logrado logros brillantes, especialmente en los campos de los procesos de codificación de información, instrumentos de cálculo y juegos. Esta tendencia se lleva al extremo en el campo de la poesía donde Guaman Poma da numerosos ejemplos de textos líricos muy elaborados, representativos de un arte poético fundado en procesos distintos a los utilizados en Europa Occidental. Esta tendencia se lleva al extremo en el campo de la poesía donde Guaman Poma da numerosos ejemplos de textos líricos muy elaborados, representativos de un arte poético fundado en procesos distintos a los utilizados en Europa Occidental. Esta tendencia se lleva al extremo en el campo de la poesía donde Guaman Poma da numerosos ejemplos de textos líricos muy elaborados, representativos de un arte poético fundado en procesos distintos a los utilizados en Europa Occidental.