El libro, que también reúne textos de otros investigadores, comienza desentrañando el origen de la esclavitud en la vieja Sumeria que, a la par de la aparición de la escritura, somete a otros pueblos mesopotámicos, generando una cruel práctica que se expandió a otros continentes por siglos, utilizando como medio las cruentas guerras de expansión. De allí en adelante, el papel religioso de los árabes musulmanes, con sus más de diez millones de esclavos traídos del África, Asia y Europa central y oriental, mucho antes de las sociedades grecorromanas, hasta la debacle como sistema, solo reavivada el siglo XVI, con el descubrimiento de América. En adelante la diáspora africana, la ruta del tambor.

Si bien el libro en esta primera parte contradice la casi permanente postura de catalogar al África como el más atrasado y nada civilizado, deja pendiente la historia autónoma del África como uno de los continentes Madre Patria, que tuvo dentro de sí sus grandes culturas como la Etíope y las de Sudán que marcaron el desarrollo sursahariano, que más adelante llegó a tener incontenible fuerza para conquistar Spania del visigodo Rodrigo, y someterlo durante siglos.