“Septiembre en el silencio” no solo es un poemario que nos introduce en los misterios del amor. “Septiembre en el silencio” también es un canto a la esperanza, un canto para los desconfiados que creen que no hay cambio para nuestra realidad. Un canto vivificante que reafirma la valentía de los soñadores, aquellos seres que creen que siempre existe un pequeño resquicio para un mundo mejor. 

Bajo este tenor, el poema 28, en números romanos, es un claro ejemplo de la esperanza que caracteriza a Emilio Paz, esa esperanza que derrota la apatía de una sociedad que lo enajena. O como en el poema titulado “Una sonrisa”, donde el amor de una novel pareja se presenta como una ilusión que rompe con cualquier tipo de eceptisismo.

“Septiembre en el silencio” es un poemario que puede analizarse hasta la saciedad. Pero para no romper el misterio que estos versos embargan, podríamos decir, para finalizar, que es una lectura profunda, sincera y liberadora. Pues como toda obra artística que se traza la inconmensurable tarea de buscar la verdad, genera sentimientos de liberación absoluta, aquella que nos dice que la verdad de la existencia, a pesar de todos sus males, se encuentran en el amor y la esperanza. José Luis Montoya Cavallón