Así cayó Leguía, esta escrito sin pretensiones históricas, pero si respetando la verdad. Es solamente un testimonio de lo que ví y escuche en esos días tensos, cargados de intriga y ambiciones, de temores y tradiciones. Constaté lo deleznables que son las bases de un poder que descansa solo en la fuerza; y pude contemplar la debilidad estructural de esa fuerza cuyo único condimento es la disciplina, sin bases ideológicas. Y también me fue dable presenciar y aun contribuir el desmoronamiento de esa feble disciplina, impuesta, cohersitiva, pero no sentida; observar entre asombrado, alegre y consternado, la perdida de autoridad de quienes la usaron en forma arbitraria, y como dicha arbitrariedad pasaba de unas manos a otras ante una simple amenaza o un rotundo carajo. (190)