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DE EDITORIALES

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Ediciones Altazor y las Bibliotecas Regionales
Ediciones Altazor y las Bibliotecas Regionales

Entrevista a Willy del Pozo
Por Virginia Vilchez
Lima, mayo de 2008
 
Willy del Pozo, director general de Ediciones Altazor, propulsor de ferias de libros en todo el Perú, en exclusiva, habla de sus inicios como editor, el esfuerzo por establecer un sello prominente en el difícil mundo de las letras peruanas, el secreto de las publicaciones, su política de trabajo así como de la ardua selección de textos. Bien sabemos de su éxito publicando colecciones de libros de literatura regional e innovaciones como miniaturas de gran gusto para el público. Utilizando corrientes alternativas de difusión como es el contacto directo con el lector ha llegado a cambiar el cliché de que el Perú no es un país lector. En esta entrevista sus sueños de editor, la relación con los jóvenes narradores peruanos, su experiencia en Europa y todo el país con sus bibliotecas regionales, y esa interrelación en cuanto literatura y lectoría: toda su vivencia de una aventura editorial que aun dará mucho qué hablar.

¿Cómo te inicias en la aventura editorial? ¿Cuándo surge Altazor?
- Radiqué en El Puerto Santa María en Cádiz, España, donde hice prácticamente mi carrera universitaria. Como producto de una serie de amistades, relacionadas al mundo de las letras, filosofía e historia, creamos un grupo literario al que denominamos Altazor, en homenaje a Vicente Huidobro, poeta chileno, autor del poemario inclasificable Altazor o El viaje en paracaídas. A raíz de esta unión y comunidad de ideas, allá, en El Puerto de Santa María, ideamos la publicación de una revista con el mismo nombre. Tuvo una vigencia de cinco números, y sirvió de canal entre algunos escritores peruanos, sobre todo de mi tierra (Ayacucho) a quienes empecé a promocionar en España.
A partir del año 1993 empezamos la publicación como sello editorial, editando en España casi una docena de libros de autores españoles. El primer libro publicado fue Ajo de Jonathan B. C. Crazy. Después de algunas otras publicaciones vine al Perú y Altazor surgió como editorial alternativa, publicando libros que la oficialidad no aceptaba, o los que el común denominador de los lectores rechazó por abordar temas terminantes como la delincuencia, la drogadicción, la marginación, la homosexualidad y la perversión. Europa es un poco más abierta en mente; sin embargo, El Puerto de Santa María es aún conservador, y, aquellos temas en cierta medida producían un rechazo, una innegable inconformidad, un malestar.
Entonces, al venir al Perú me preocupé más por la literatura regional. Trabajé con autores de Ayacucho, Ancash, El Callao, Cajamarca, publicando posteriormente, ediciones de “bibliotecas regionales”, cada una con 20 títulos innovadores. Siempre he trabajado al margen de lo normal, buscando corrientes alternativas de distribución, ya sea a través de ferias de libros o el contacto directo con los transeúntes y sobre todo en provincias. Muchas son las veces que me llevo sorpresas gratísimas. Creo que existe un interés mayúsculo por la literatura y la lectura, sin embargo también existe un rotundo rechazo al precio de un libro caro al que no tienen acceso. La política de trabajo en estos departamentos siempre ha consistido en bajar los precios, hacerlos más directos, evitando esos porcentajes que se les paga a los distribuidores. Lo hacemos directamente con el público.
Ya posteriormente, a partir de este año nuevamente, a raíz de una entrevista que tuve con uno de los diarios de tirada nacional me di cuenta de que si los libros no están en los escaparates de las librerías, es algo que existe pero que no es conocido, o sea existe subterráneamente; uno es una especie de topo, pero no estás en la cartelera oficial. Por eso que estoy retomando estos canales normales de distribución.

¿Cuántos títulos has publicado el año pasado?
- El dato exacto no lo sé; pero son más o menos cien libros. Lo que pasa es que son distintos tipos de formatos. No vamos ha hablar de cien títulos y pensar en libros de 200 páginas, no es exactamente el volumen.
Hemos sacado distintos tipos de colecciones, para nada libros tediosos, sino para ser leídos de un solo tirón. Una de ellas la hemos denominado “miniaturas”; en formato “cajetilla de cigarrillos”, con un eslogan que decía “No fume, lea”. Hay diversidad de tamaños pero ninguno tiene una lectura densa. Por eso el número de publicaciones es amplio, además, estar en contacto directo con el público transeúnte crea una imagen completamente distinta a lo que se cree; es decir: se dice que en el Perú no se lee, que en provincias tampoco leen; eso no es cierto puesto que en las ferias que he realizado en Lima me he desilusionado más que en las de provincias. En Huaraz, por ejemplo, me he percatado que existe una cultura desarrollada, tanto de investigación a través de los alumnos de toda índole, como de creación de mucha gente joven. Igualmente ocurre en Chimbote, donde uno se encuentra con buenos narradores jóvenes y que prácticamente pertenecen a una misma camada. En cuanto a creación Ayacucho también se está consolidando un poco más aunque de forma un tanto pausada. En Trujillo, igualmente; y así en este andar, a través de estos medios, te das cuenta de que el lector, esta prácticamente esperando el contacto directo con este tipo de actividades, ansía conocer a sus creadores. En esos lugares no se es uno más, sino el motivo por el que se mueve esa ciudad, durante unos días, tal vez por un par de semanas. Por ello mi dilecto interés en mantener esa relación directa y entrañable con el lector.

¿Cuáles son tus áreas de comercialización?
- La propuesta es un sueño hermoso que espero se pueda llegar a concretar. Es trabajar en cada una de las regiones, rescatando todo lo mejor que se ha hecho en tanto creación literaria, publicando bibliotecas de los veinte títulos que se consideran los más importantes para la creación en la región. He publicado ya la Biblioteca Ayacuchana, de veinte títulos, la Biblioteca Ancashina, así como la Chalaca. Mi interés es hacer este año una Biblioteca Cajamarquina, también de veinte títulos. Si hay suerte, sacaré otra más, es decir dos bibliotecas anuales, todo un sueño y un reto editorial. La idea es conseguir que estos textos se interrelacionen a través de los distintos departamentos para crear un Perú más fusionado en cuanto a creación y sin duda lectoría.

¿Quién hace la selección de lo que se va a publicar?
- He tenido distintos profesionales a cargo de este trabajo. He contado durante una temporada con el crítico literario y narrador Víctor Tenorio García, posteriormente trabajamos con el poeta Ricardo Ayllón que ahora dirige su propia editorial. Ahora se trabaja con un nuevo y selecto equipo. Tanto la selección, corrección, diagramación, etc., tiene un responsable. Recibimos diferentes propuestas de cada departamento, y se realiza la selección y depuración de los textos tanto por su calidad como por sus posibilidades de cautivar el interés del lector; dado que si solamente cuenta el criterio de calidad, se comete un traspié.

¿Cuál es el género que más se consume?
- El cuento, pues genera un mayor interés y es común a todas las regiones, habla en su propio lenguaje, costumbres, folklore, y tiene como escenario su propio pueblo. Además, obviamente, todo lo que sea narrativa. La novela debería ser uno de los géneros más apetecibles, pero más se consume colecciones de cuentos.

¿Tienen las bibliotecas regionales escritores ya reconocidos?
- En lo que se refiere a Ancash, descubrimos a un joven narrador, Daniel Gonzáles, tiene varios cuentos publicados, pero en esa misma colección estaban Carlos Eduardo Zavaleta, Marcos Yauri Montero, Óscar Colchado y otros jóvenes como Ítalo Morales. Incluimos todo lo mejor que existe en cada región, no solamente los consagrados, ni tampoco solo la nueva sangre, sino una suerte de todo lo selecto de la región. Igual ocurre en Ayacucho, por ejemplo, al lado de Hildebrando Pérez, Osmán del Barco, Mario Ruiz de Castilla, está la gente joven como Urbano Muñoz, Félix Gutiérrez, Henry Quintanilla.

¿Están pensadas estas Bibliotecas Regionales para el Plan Lector?
- No exactamente, mucho de lo contenido en ellas sí sirven como para un plan lector; pero ahora estamos trabajando nuevas colecciones ya no regionales sino a nivel nacional: cuentos, novelas, o literatura infantil, juvenil que sí pueden estar más dirigidas para un público escolar. Hay que cuidar un poco más el lenguaje, y preocuparse para qué grado puede servir tal texto. También trabajamos para que la información llegue a todo el Perú, por eso es que sacamos una nueva colección que se llama “Perú Infantil”, una selección de cuentos por departamentos. Ya salió la de Ancash, en un mes aproximadamente saldrá la de La Libertad, posteriormente la de Ayacucho, dirigida para el plan lector con ilustraciones a todo color.

¿Tú financias las ediciones o los autores?
- Bueno, es un proceso. Cuando llegué de España repetí el estilo empleado allí, es decir: conformamos un grupo y todos invertíamos en la edición de un autor de nuestro entorno. Invertíamos y la Municipalidad adquiría una buena cantidad, aunque no nos apoyaba con una subvención; pero había un convenio con Juan Gómez, Concejal de cultura de El Puerto de Santa María. Cuando vine al Perú hice lo mismo en Ayacucho, se publicó con el capital que había traído y tuve la suerte de que varios de estos textos fueran adquiridos por Juan Gómez y los promoviera en España. En varios periódicos españoles sacaron notas sobre los autores nacionales que publiqué, y me hicieron una entrevista para la televisión portuense de larga duración.
Sin embargo, pasó el tiempo, los gobiernos cambiaron y ya no estaba el concejal. Entonces tuve que practicar lo que se hace acá, es decir: “cobrar al autor por la edición del libro”, y le entregaba al autor la totalidad de los ejemplares que le correspondía. Estuve en este proceso durante un tiempo pero, paulatinamente, me di cuenta de que no era acertado. Quiero decir ahora se elije qué editar previa una reñida elección, tener la facultad de decidir qué es lo que publico y qué no. Así, desde unos tres o cuatro años, cuando empecé con las Bibliotecas Regionales, se elije el material que se publica, llego a un contacto con el autor y hago un trato distinto en cada caso. No tiene por qué ser igual. Cada contrato entre las partes puede ser distinto, cada autor tiene un trato distinto; pero eso sí, la editorial está asumiendo las ediciones al cien por ciento en cuanto a lo que se refiere a decidir qué se publica y lo financia íntegramente.

Vemos que agotas ediciones vendiendo principalmente en provincias.
- En Lima también he estado en pequeñas ferias, como por ejemplo en Chorrillos, donde sí hay una actividad cultural. Estamos uno o dos días en una carpa y muy bien, el efecto es positivo: nos invitan a Huaycán, Santa Clara, Jesús María, Lince, etc. Son actividades pequeñas pero muy concurridas, como la fiesta cultural de Chorrillos en una plazoleta. Si somos invitados por alguna institución, pues vamos. Algunos colegios también hacen lo mismo. Muchas veces se vende más de lo previsto. Hay que estar en todos lados, sobre todo para que haya más contacto directo y conocer qué es lo que le interesa al público y de acuerdo a eso ver qué es lo que se publicará. Así se ha conseguido agotar en menos de un mes varios títulos como es el caso de Flor de retama de Marco Cárdenas, Filosofía Andina de Urbano Muñoz, por poner un ejemplo.

¿Qué diferencias encuentras entre el público de las diferentes regiones?
- A cada público le interesan textos que hablen de su propia cultura regional. La poesía es un género particularmente excluido, salvo que se trate del amor. He sacado dos selecciones de poesía de amor y esas sí tienen mercado sobre todo en el sector juvenil y femenino, que son los que más solicitan ese tipo de literatura. Siempre atraen los libros infantiles y también las cuestiones “prohibidas”, esos temas que hablan de sexo, drogas, delincuencia. Alguna vez pensé en hacer una feria de libros calificados X versus una literatura infantil y sacar ambos en una misma campaña. Hacer una cosa un poco loca. No se ha concretizado, pero sí existe tal interés. El adulto coge su libro, lo cubre y el niño se lleva su libro infantil.

¿En qué regiones se consume más libros?
- En Ayacucho, será también porque es ahí donde empecé a trabajar como editor cuando regresé de España. En Ayacucho la editorial es muy conocida. El sello, Altazor, al inicio se conoció como un sello ayacuchano, pero posteriormente, al notar que estoy publicando autores nacionales, ya es una editorial peruana. He agotado ahí varios títulos en poco tiempo, en menos de un mes y en una feria popular. Obviamente, no todos los libros van ha captar ese mismo interés. A nivel del Perú en todos los sitios, ha tenido un éxito fecundo el libro de Sócrates Zuzunaga: Takacho, Takachito, Takachín, un libro infantil que encandila en todo lugar donde he estado. Esos libros se han agotado y estamos trabajando en nuevas ediciones; pero también tengo varios títulos estancados, sobre todo de poesía, que termino de algún modo distribuyéndolos en otros sectores.

¿Es la venta la mayor dificultad que atraviesa un editor?
- No necesariamente. Yo sé que todos los editores se quejan por falta de apoyo del gobierno; pero si se ha elegido este trabajo uno tiene que poner empeño y decir que es lo mejor que uno está haciendo en la vida. A mí me gusta lo que hago, también tengo que distinguir aquellas propuestas nuevas que da el gobierno para apoyar. Me parece que todavía estamos empezando, pero sí se están logrando determinadas cosas, por ejemplo el apoyo a través del Ministerio de Educación que los libros lleguen a distintas zonas a través de Promolibro. El precio no es el indicador, antes era un factor importante. Ahora están patrocinando y apoyando otras publicaciones que tienen otro costo. Otro soporte también se recibe a través de Sunat, con el reintegro tributario por presentar una propuesta, también es algo positivo. Claro que no ayuda al editor que está empezando, sino al que ya tiene años en la actividad. Creo que las editoriales que tienen una mayor cobertura a nivel nacional no necesitan sustento sino quienes recién están empezando. Tengo la suerte de haber editado varios libros y de haber agotado las ediciones. Normalmente sacamos mil ejemplares en el primer tiraje, pero hemos agotado varios títulos en menos de un mes y eso es algo que me satisface como editor. Me gusta estar cada vez con nuevos títulos, de repente con autores desconocidos. Básicamente a mí me satisface, puedo sentir que estoy en el camino, que hay cosas por mejorar, pero no creo que haya siempre que pedir sin dar nada a cambio. Hay que trabajar a conciencia y aceptar que si no se sirve para esta labor de edición, si todo son trabas, entonces habría que cambiar de rubro y todos contentos.
Pero obviamente llevo el gusto por la literatura y ésta sí es una pasión interna. Entonces, lo mejor es consolidarse como un sello importante, apostar y vivir de ello, que es lo que cualquier editor espera.

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