Emilio Adolfo Westphalen
Correspondencia. Arguedas y Westphalen (1939-1969) <br> Dos amigos no muy distintos Correspondencia. Arguedas y Westphalen (1939-1969)
Dos amigos no muy distintos


Por Enrique Planas
Fuente: El Comercio, Lima 20 de Diciembre del 2011
http://elcomercio.pe/impresa/notas/dos-amigos-no-muy-distintos/20111220/1350364

En el libro “El río y el mar”, ambos autores comparten un intercambio epistolar a lo largo de 30 años. En las cartas compiladas por Inés Westphalen, hija del poeta, abundan las opiniones contundentes contra el medio literario de entonces

Más allá de haber nacido el mismo año, en 1911, pocos encuentran coincidencias entre ambos. Para los lectores de hoy, José María Arguedas es el gran narrador neoindigenista. Por su parte, Emilio Adolfo Westphalen, parecería ubicarse en sus antípodas: como poeta vanguardista, es nuestro más grande autor surrealista.

Y, sin embargo, desde su coincidencia en las aulas sanmarquinas en 1932, entre ellos se forjó, más que una amistad, una complicidad intelectual, una ética común. Una relación que queda plasmada en 30 años de correspondencia, desde 1939 hasta el año de la muerte del autor de “Agua”. Compiladas, transcritas y con anotaciones de Inés Westphalen, hija del poeta, este intenso intercambio no solo despierta el interés del lector aficionado a las cartas de escritores. “El río y el mar” editado por el Fondo de Cultura Económica es una verdadera caja de sorpresas. Aquí una muestra de la malicia de Arguedas contra Augusto Salazar Bondy, en su misiva escrita en Puerto Supe, fechada en marzo de 1959: “El flaco vale cada día menos y creo que mejora como periodista. ¿Has leído su esperpento sobre París?”.

Inés Westphalen Ortiz (Nueva York, 1956) es pedagoga y autora de cuentos para niños. La ubicamos en su casa en Cuernavaca, México, donde vive desde hace 23 años. Para ella, la publicación de este libro resulta de un proceso muy largo, que incluye la transcripción de manuscritos devorados por polillas y editoriales acobardadas por los polémicos intercambios entre José María y Emilio Adolfo. “Creo que nos hemos ido acostumbrado a evitar la claridad y la contundencia en las opiniones”, explica Westphalen. Ellos expresaban sus opiniones muy abiertamente. Ahora que se quiere poner a la gente de esta época en un plano histórico, se busca limar asperezas por todos lados”, señala.

“El río y el mar” reúne la correspondencia de dos autores que, detrás de la amistad, se guardaron siempre un enorme respeto y admiración. Para la compiladora, en el intercambio entre el poeta, Arguedas y otro amigo cercano, César Moro, había una particularidad: criticarse con una enorme confianza. “Se decían las cosas como eran. No eran complacientes con sus textos. Su relación se basaba en compartir gustos y, al mismo tiempo, respetar la tan distinta forma de ser de cada uno”, dice.

Además del permanente malestar frente a críticos como Luis Alberto Sánchez o Estuardo Núñez, o a sus duras críticas de obras teatrales de Juan Ríos o de Salazar Bondy, sin duda uno de los párrafos más feroces en estas cartas lo escribe Westphalen para hacer puré al poeta chileno Pablo Neruda: “Allí la visión crítica de mi padre, más que en el poeta, está enfocada en el Neruda político”, explica Inés. “Tanto él como Arguedas eran sumamente politizados y muy críticos. Después, mi padre tuvo un gran respeto por el Neruda poeta. Incluso hubo varios encuentros entre ellos. Recuerdo que, en Lima, fue papá quien lo llevó en su famoso auto Jaguar. En Italia también nos visitó. Por eso creo importante recordar que en toda correspondencia se escribe sobre momentos específicos. No se pueden sobredimensionar las cosas”, advierte la compiladora.

LAS CLAVES
Testimonio de una complicidad

LAS CARTAS
El libro tiene su origen en el conjunto de cartas que Westphalen conservó de sus amigos José María Arguedas y su primera esposa, Celia Bustamante, las cuales están depositadas en el Getty Research Institute en Los Ángeles, que las adquirió en el 2000.

ORIGEN PERSONAL
Como explica Ana Westphalen, no se trata de una correspondencia literaria, sino más bien personal, escrita a veces con apuro y sin revisión de estilo.

AL CALOR DE LA ÉPOCA
La compiladora mantuvo los juicios altisonantes que ambos formulan contra algunos colegas. Pide que sean leídos como parte de una correspondencia privada y en su contexto de época.

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