Flora Tristan
Flora Tristán y el sillar blanco de Arequipa Flora Tristán y el sillar blanco de Arequipa

Por César Coloma Porcari
Fuente: El Comercio, Lima 29 de enero del 2012
http://elcomercio.pe/impresa/notas/flora-tristan-sillar-blanco-arequipa/20120129/1367054

Los recuerdos de la escritora francesa sobre Arequipa cobran actualidad ante los intentos de pintar de diversos colores algunos espacios arquitectónicos de la Ciudad Blanca.

La célebre Flora Tristán llegó a Arequipa, la tierra de su padre, en 1833, desembarcando en el puerto de Santa Rosa de Islay. Desde las alturas de Tiabaya, la Ciudad Blanca le llamó profundamente la atención por “esa masa de casas blancas, esa multitud de cúpulas resplandecientes al sol en medio de la variedad de los tonos verdes del valle y del gris de las montañas” (“Peregrinaciones de una paria”, Lima, Editorial Cultura Antártica, S.A., 1946, páginas 197, 200, 205).

Paredes blancas
Quedó muy sorprendida al ver ese conjunto de edificaciones blancas, construidas con la piedra volcánica llamada sillar (sin ningún enlucido ni pintarrajeo, obviamente), que “causan sobre el espectador un efecto que no se creería dado producir a las cosas de este mundo”.

Agrega que, en Arequipa, “las casas, construidas muy sólidamente con hermosas piedras blancas, no tienen sino un solo piso abovedado a causa de los temblores. Son en general espaciosas y cómodas. Tienen una gran puerta cochera en medio de la fachada. Todas las ventanas son enrejadas y sin vidrios”.

De amarillo chillón
Aunque parezca mentira, los que ahora pintan las fachadas de piedra sillar han llegado al extremo de afirmar, al más puro estilo neonazi, que la Ciudad Blanca se llamó así no por el color de sus fachadas de piedra blanca sino por la raza blanca de sus habitantes.

Ellos pretendieron pintar los portales de la Plaza Mayor, de color rojo (El Comercio, Lima, 21 de enero de 2001). No lo lograron. Pero ahora sí se ve por todas partes casonas de sillar pintadas de amarillo chillón, otras en combinaciones de azul eléctrico y anaranjado, y así por el estilo.

Flora Tristán desbarata la teoría racista, al afirmar que “La población de Arequipa, comprendiendo la de los arrabales, se eleva a treinta o cuarenta mil almas. Se puede considerar que se compone poco más o menos de una cuarta parte de blancos, otro tanto de negros y mestizos y la mitad de indios”. Es decir, era “ciudad blanca” por el color de sus edificios y no por la raza de sus vecinos.

De lesa cultura
El doctor Eusebio Quiroz Paz Soldán recuerda a don René Forga Sanmarti, quien luchó “por que se restituya al centro monumental de Arequipa su antigua prestancia arquitectónica. Su acción se ha plasmado en un hecho objetivo: el sillar de las construcciones arequipeñas, en el centro de la ciudad, luce caravista” (“Diccionario histórico y biográfico del Perú”, Lima, Editorial Milla Batres, S. A., 1986, tomo IV, páginas 66-67).

Forga Sanmarti –agrega– “consiguió la aprobación de las ordenanzas municipales para la construcción, conservación, restauración y ornato de la ciudad de Arequipa”, y exige que “este cuerpo de disposiciones debe ser elevado a ley sin recorte alguno, ya que su propósito es defender la zona blanca de Arequipa”.

El Colegio de Arquitectos del Perú afirmaba en un pronunciamiento por el frustrado intento de pintar las fachadas del Museo de la Nación de Lima: “Demandamos el cese de estos atentados de lesa cultura, antes de que a alguna autoridad se le ocurra pintar los muros de Sacsahuamán, o de Machu Picchu, o las fachadas de piedra de la Catedral de Lima o de sillar en Arequipa” (El Comercio, Lima, 4 de febrero de 2011).

Por ello, es indispensable que la ciudadanía forme un frente cívico para defender el patrimonio monumental de la ciudad de Arequipa, “esa masa de casas blancas”, como la llamó Flora Tristán, de las aguerridas hordas de destructores.

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