Guillermo Thorndike
El Gordo Villarán El Gordo Villarán

Por Raúl A. Mendoza C.
Fuente: Domingo. Suplemento de La República, Lima 15/09/08
http://www.larepublica.com.pe/content/view/243769/

Fue el iniciador de un estilo en el periodismo peruano. Raúl Villarán incluyó por primera vez en los titulares de los diarios el habla popular, la jerga que usaba el hombre de la calle. A propósito de la aparición de un libro sobre su vida, "El rey de los tabloides", aquí una aproximación al personaje singular que era.


Dicen que era un hombre exagerado, eufórico, exuberante. Se llamaba Raúl Villarán Pasquel, y respiraba periodismo. No creía en las noticias escritas con rigor de notario sino en el titular impactante y en las historias que conmovieran al lector. Le gustaban los artículos extensos, bien contados, ricos en testimonios y datos. Y cuando alguna de esas notas llegaba a sus manos y le llenaba los ojos, exclamaba a toda voz en medio de la redacción, gordo y sonriente: "Esto está de puta madre".

Para muchos fue acaso el más grande hacedor de tabloides de la prensa nacional, con tirajes que hoy sonarían a broma. "Estaba hecho para el periodismo de impacto, para los sucesos llamativos. Si el tema era bueno, enviaba dos o tres redactores y varios fotógrafos a cubrir una noticia de primera plana", cuenta Domingo Tamariz, hombre de prensa y autor de "Memorias de una pasión", un recuento detallado del periodismo peruano del último medio siglo. Él conoció a Villarán en los años 50, cuando trabajaron en el semanario Extra. "Yo recién empezaba, él ya era un consagrado", dice.

Pero si Villarán exigía notas bien escritas, su verdadera obsesión era la primera plana: la foto precisa y el titular bien puesto debían vender miles de diarios. Juan Gargurevich, periodista y maestro universitario, cuenta en un artículo: "Lo obsesionaba la mejor foto, la mejor noticia, el mejor titular, que provocaran la frase ‘Bravo don Raúl, usted es el más grande, el mejor". Muchas veces, después de una buena portada, se iba de la redacción. El cierre de edición lo terminaban sus segundos.
 
El recuerdo de Gargurevich no es amable: para él Villarán era un egocéntrico hasta el ridículo y un neurótico sin remedio, que copiaba sus gestos de las películas. "Fue en el cine que aprendió a fumar calando el cigarrillo, enjugándose la frente, moviéndose como un gangster, pateando puertas y tirando teléfonos". Villarán llegó a fundar y editar una decena de publicaciones, y en todas ellas impuso su estilo histriónico y desaforado. "Era un director difícil. Se deshacía en insultos si algún periodista provocaba su furia", recuerda por su parte Domingo Tamariz.

LOS PRIMEROS TIEMPOS

El libro "El rey de los tabloides" de Guillermo Thorndike, aparecido esta semana, trae algunas historias de la infancia de Villarán poco conocidas: de niño no tuvo muy cerca a su padre porque este se contagió de TBC y debió permanecer en un lugar de descanso en la sierra. Desde entonces vio poco a su padre, hasta que este murió. Fue criado por su madre y su tía. Y por ese motivo no creció pegado al mundo intelectual de los Villarán, sino al ingenio de los Pasquel.
 
Otra historia valiosa del libro es su temprana amistad con Alberto "Toto" Terry, en el colegio. De esa relación, alimentada por visitas al estadio, a ver partidos de fútbol, nació la primera aventura de Villarán con el periodismo: fundó antes de los 20 años la revista deportiva Equipo. Los años 40 llegaban a su fin y junto a él estaba un periodista que luego lo acompañaría en varias aventuras: Guillermo "Cuatacho" Cortez Núñez. La experiencia duró un par de años y luego Villarán se fue.

En 1950 le llegó la oportunidad de hacer historia: lo llamaron para ser jefe de deportes en el diario Última Hora, perteneciente a La Prensa. El tabloide circuló desde enero de ese año dirigido por Jorge Luis Recavarren y hasta abril no pudo levantar vuelo. Un día el dueño, don Pedro Beltrán, reunió a los periodistas e informó que cerraban el diario. Entonces Villarán se adelantó y planteó que le dieran la oportunidad de dirigirlo un mes. Prometió que elevaría el tiraje en ese lapso y cumplió. Tenía 22 años.
 
Los dos años siguientes fue el amo y señor de Última Hora. Una de las portadas que le permitió elevar el tiraje fue el caso Joya: un obrero negro había sido acusado de asesinar a golpes a un cadete que defendió a una chica del acoso del primero. Al menos así lo contó la policía. Última Hora salió con la información de que el negro había estado a varios kilómetros de donde ocurrió el crimen. "¡Joya inocente! ¡Culpables cinco policías!", puso en portada. Y la justicia le hizo caso.

Poco a poco iba puliendo el estilo directo, impactante, de la primera plana. "Ola de suicidios: 4 días, 4 casos". También le dio espacio a la prensa de espectáculos con un periodista que sería famoso años después, Guido Monteverde. Y apeló a los ‘inactuales’ tomando artículos de revistas extranjeras.
 
Por entonces se declaró la guerra entre las dos Coreas y en diciembre de 1950 apareció en primera plana un titular en replana que lo haría famoso: "Chinos como cancha en el paralelo 38", aludiendo a la frontera entre los dos países. "Se agotó la edición (…), volvería a venderse sin devolución el lunes y el martes y casi todos los días que siguieron", cuenta Thorndike en su libro. Para Gargurevich ese día el habla popular ingresó en el periodismo y definió una línea que todo diario popular ha seguido después en la prensa nacional.

Villarán andaba tan orgulloso de su creación que bajo el logo de Última Hora mandó poner "El periódico de mayor circulación en el Perú". "Tenía un gran sentido de la noticia, intuía lo que esperaba el lector", recuerda Domingo Tamariz.

CORREO Y OJO
 
De Última Hora Villarán se fue en 1952 y dos años después recaló en la revista Extra que dirigió por cuatro años. Después le pedirían dirigir La Tribuna, el vocero del Partido Aprista, pero no duró mucho pues él quería convertirlo en diario vendedor de noticias y los "compañeros" le pedían publicar entrevistas a figuras del partido, textos aburridísimos de política y, además, consultar la portada.

Finalmente, ya en los 60 llegó un proyecto realmente periodístico que planeaba llevar adelante el magnate Luis Banchero Rossi: el diario Correo. Cuentan que cuando el "Gordo" Villarán conoció al magnate le dijo: "Usted tiene mucho dinero y yo sé cómo gastarlo". El proyecto se anunció en conferencia de prensa en el Hotel Crillón. No se trataba de un solo diario para Lima sino de una cadena de diarios de circulación nacional, un proyecto que hasta hoy existe.

Guillermo Thorndike recuerda: "el día que lo conocí nos fuimos a conversar al bar El Triunfo, de Surquillo. Allí en medio de la conversación me contrató como jefe de informaciones de Correo y me dijo: ‘lo contrato porque usted es muy decorativo". Y en efecto, puso mi escritorio en la entrada de la redacción para que diera una buena impresión a los visitantes".
 
Villarán tiene varias historias como esa. Cuenta Domingo Tamariz que ya en Ojo, que el "Gordo" fundó después de Correo, una noche bajó a talleres a ver cómo iba la edición. Y de pronto escuchó que llamaban a uno de los jóvenes por su apellido. "Pauta, Pauta", gritaba alguien. Y el preguntó: "¿en verdad se apellida así?". Le dijeron que sí y al día siguiente lo cambió a diagramación porque "ahí debía estar". Paradójicamente, el joven, Salustio Pauta, resultó un gran diagramador y acompañó a Villarán cuando viajó a Costa Rica para dirigir el diario Excelsior.

A su regreso de esta experiencia ya la diabetes había mermado su enorme humanidad y no volvió a ser el desaforado hombre de prensa, rabioso o exultante que había sido. "Yo lo vi un día por la avenida Arenales con un cartón de cigarrillos y le pasé la voz desde la vereda de enfrente, pero no me oyó. Estaba flaco y el terno le quedaba grande. Creo que meses después murió", cuenta Tamariz. La muerte lo alcanzó en 1977, a los 49 años.

Poco antes, Guido Monteverde lo entrevistó para una revista y le preguntó: "¿Es verdad que te crees una leyenda?". Él respondió: "No me creo, soy una leyenda". El tiempo, creemos, le ha dado la razón.

UN LIBRO SOBRE SU VIDA
El miércoles pasado se presentó el libro "El rey de los tabloides" (UPSMP-Planeta), de Guillermo Thorndike, que tiene como personaje central a Raúl Villarán Pasquel y que además describe el ambiente de los apachurrantes años 50, con música de mambo y dictadura de Odría. Presentaron el libro Mirko Lauer, quien puso el acento acerca de que esta obra es literatura y no crónica periodística. "Guillermo ha logrado una atmósfera, un clima, donde se desenvuelve el relato", dijo. Raúl Vargas, el otro presentador del libro, señaló por su parte que "Thorndike hace biografía novelada y uno se pregunta si lo que narra ocurrió realmente".

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