Carlos Germán Amézaga
Las ventanas de la imaginación Las ventanas de la imaginación

Por
Fuente: La Primera, Lima 12/02/08
http://diariolaprimeraperu.com/online/noticia.php?IDnoticia=10539

Carlos Germán Amézaga estudió Letras y Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú y Relaciones Internacionales en las Academias Diplomáticas del Perú y Austria, así como en la Webster University de Viena.

–¿Son cuentos autobiográficos?
­–Algunos de ellos están basados en experiencias que he tenido a lo largo de mi vida y mi carrera, pero no se puede decir que sean autobiográficos, pues todos tienen una carga de ficción y, si bien el narrador en algunas partes puede identificarse con el autor, aquel es definitivamente una creación literaria y, por tanto, no es una voz autobiográfica.

–¿Desde qué ventana escribe?
–Escribo desde las ventanas que me abre la imaginación. Lo cual no es siempre fácil, por eso hay que recurrir un poco a la experiencia para encontrar historias que se vayan deshilvanando a través de ella y a veces terminan en finales insospechados.

–¿Qué es una verdadera ficción?
- Es un juego de palabras intencional, un oximoron. Si es verdad no es ficción y si es ficción no es verdad, pero la idea es que pudieran ser las dos cosas al mismo tiempo. Por eso la pregunta de si son cuentos autobiográficos, es que en ellos se junta lo verdadero con lo inventado y eso da la idea de la libertad del escritor, la de poder jugar con la verdad y condimentarla con la imaginación para crear una ficción verdadera o una verdadera ficción. Finalmente, lo único verdadero resulta ser la ficción.

–¿Dista mucho la realidad de la ficción?
–Eso depende del autor y de su intencionalidad. Un mismo hecho puede ser tomado por un periodista para hacer una crónica para su diario o por un escritor para hacer un relato de ficción. Ambos parten de la misma realidad y lo que puedan agregar creará la distancia entre ficción y realidad. Quizás, en este caso, el escritor tenga mayor flexibilidad para narrar sin recurrir a la objetividad que normalmente se exige al periodista. En el fondo, es entonces el grado de libertad que se tenga para contar una historia lo que marcará la distancia entre ficción y realidad.

–¿Cómo define su Confabulario personal?
–Son visiones muy personales de historias a veces bastante conocidas, las cuales he modificado a mi antojo para darles un giro distinto, buscando una moraleja casi siempre de signo contrario al original. Todas son ficciones puras en sólo 100 palabras cada una.

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