Eduardo Arroyo Laguna
El círculo vicioso de la violencia contra la mujer

Por Débora Zambrano
Fuente: Librosperuanos.com
Noviembre 2014

Cada 25 de Noviembre se celebra el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer. Al asesinato de las hermanas Mirabal en República Dominicana, además de ser político, se lo recuerda como un crimen de género.

Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe del 2013, el Perú ocupa el segundo lugar en las estadísticas por feminicidio con 83 casos. Colombia ocupa el primer lugar con 88 y República Dominicana es el tercero con 40 casos.

Este tema se discutía, en la décimo octava edición de la Escuela Complutense Latinoamericana, convocada por la Universidad Complutense de Madrid, llevada a cabo en Lima, del 27 de octubre al 7 de noviembre en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con la participación de estudiantes de Colombia, Brasil, México y España. Se confirmaba que el problema de las mujeres en el mundo todavía está ausente de las agendas de la política pública y que la existencia de una ley o varias, como sucede en el Perú, la ley de Igualdad de oportunidades (LIO) entre mujeres y hombres (28983) o la ley contra el delito de feminicidio (29819), no bastan.

Durante el 2013, el Cusco (según la ENDES) alcanzó el mayor porcentaje de violencia física y/o sexual (53.7% por parte del esposo o compañero) y el de menor porcentaje fue Cajamarca con 25.4%. Es decir, para el primer caso, de cada 2 mujeres, una es víctima de violencia y en el segundo caso, por cada 4 mujeres, una es víctima de agresión. Si comparamos, Cusco es la región más violenta del Perú contra la mujer.

Desde el 2002 cada Gobierno Regional (GR) administra su presupuesto y la ley debería obligar a que estos implementen su PRIO (Plan Regional de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres). Pero esto no ocurre en la práctica, como en el Cusco, donde los partidos políticos no contemplan el tema de la mujer y tampoco cuentan con personal técnico profesional para trabajar los proyectos con enfoque de género.

Los escasos proyectos que se manejan en el Cusco, han sido diseñados por las ONG y en especial por mujeres como el caso del proyecto de la CODECC (Coordinadora Departamental de Defensorías Comunitarias) que en sus comienzos fue trabajado por el IDL (Instituto de Defensa Legal) y el Centro Bartolomé de Las Casas, así como con el apoyo de otras organizaciones feministas. Sin embargo, hoy están en manos de personas que no están capacitadas, pero que han ingresado a trabajar con el GR actual, siendo mal usado con fines políticos.

A siete años de aprobada la LIO, según la Defensoría del Pueblo, solo 15 GR de las 25 tiene un PRIO y sus avances no superan las buenas intenciones de estar escritas en un papel y para que se diga que algo se está haciendo. El informe defensorial también enfatiza que el problema no es de naturaleza económica.

Atender la denuncia por violencia contra la mujer, tiene varios cuellos de botella, desde la falta de capacitación de los funcionarios y esto pasa por personal administrativo de todas las dependencias del Estado, policiales, profesional médico, psicólogos, jueces, fiscales y todos los que son parte del círculo que rodea y atiende a la mujer que sufre violencia.

Una tesis a revisar es la que enfatiza un cruel círculo de violencia, que encierra a la víctima y el victimario. Hace apenas unos días un mototaxista mató a su conviviente, en presencia de sus hijos y se suicidó. ¿Quién paga por la orfandad de esos niños? ¿Quién paga por el crimen de él y la muerte de ella? La violencia de género no tiene un solo culpable.

En un artículo titulado “¿De dónde vienen los monstruos?”, el psicoanalista Jorge Bruce señala que los monstruos habitan en nosotros mismos y “cuando una personalidad, así como una sociedad, no logran instalar los mecanismos adecuados para inhibir esos comportamientos omnipotentes, estos se van a producir y reproducir, inexorablemente”.

Es decir, vivimos en una sociedad machista, que pone a la mujer en riesgo permanente de ser agredida forjando en los hombres una personalidad insegura, presionándolo a demostrar hombría permanente. En los hogares pobres, la medicina para la autoestima de los varones resulta ser el jefe del hogar y demostrar fuerza para controlar a la pareja. De lo contrario, se es un cornudo. Esa educación se inculca en casa, en los hogares apacibles como violentos, en la cálida enseñanza que forma a las mujeres frágiles y a los hombres fuertes, respetables y resolviendo los conflictos si es posible a los golpes. Finalmente algunos monstruos ganan la batalla en la mente de algún hombre, que no está preparado para enfrentar la decisión de su pareja.

La violencia actual en el país no es culpa de Sendero Luminoso sino producto del consumismo de violencia que hacemos todos los días. Contra la mujer están los modelos que consumimos en el hogar, la escuela donde no se habla de los roles familiares, para no confrontar a un sector de padres que quieren seguir un modelo que apacigua a las mujeres y que obliga a los hombres a ser violentos, como símbolo de su masculinidad. Entonces cuando alguien sale de esos límites culturales, una mujer es atacada y un hombre que cruza los límites de la violencia, se convierte en peligroso.

El machismo afecta no solo a hombres sino que hace de las mujeres sus aliadas. Desde la casa, inculcando su sumisión, en la escuela forjando sus cualidades de reinas de belleza, desde el Estado forjando su liderazgo en las organizaciones sociales de mujeres, donde su rol principal es defender el sustento de los hijos y criticando a la mujer de ideas propias e independiente o contra aquella que se niegue al deseo de ser madre.

La violencia contra la mujer, anda suelta en nuestra sociedad y todos y todas podemos hacer algo para detenerla. Mientras no haya justicia que proteja a las mujeres, tampoco habrá descanso eterno para las hermanas dominicanas, ni para las miles y millones que mueren en el mundo. Que sus muertes no sean en vano y que el silencio de la justicia les llegue tarde o temprano.

Dra. Débora Zambrano, psicóloga e investigadora en temas de género

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