Un bibliotecario de esos viejos antiguos: Carlos Puntriano Figari

Por Isabel Cristina López Eguren
Fuente: Librosperuanos.com
Noviembre, 2019

Los que ejercían la labor del bibliotecario, como los de antes, hacían realmente un apostolado. Ellos se dedicaban paciente, cuidadosa y fervorosamente al trabajo de resguardo y diseminación de los conocimientos contenidos en los libros, y no solo en los libros.
 
Diré que hubo una vez un bibliotecario quien fue Carlos Puntriano Figari y sus inicios estuvieron muy cerca de los libros, pero en el Seminario de Santo Toribio de Mogrovejo. Corría el año de 1953, en donde – siendo tan solo un adolescente de 14 años- ingresó al seminario y se inició como hermano menor de esa orden. Años más tarde, el padre Rubén Vargas Ugarte, historiador, quien también fue director de la Biblioteca Nacional del Perú, lo impulsó a estudiar en la Escuela Nacional de Bibliotecarios, en donde se graduó como bibliotecario. También fue profesor y posteriormente se graduaría como bibliotecólogo en la Universidad de San Marcos.
 
Una de las labores más importantes llevadas a cabo por Carlos Puntriano fue la realizada al lado de Carmen Checa Solari, bibliotecaria de gran trayectoria quien trabajó en el Ministerio de Educación y luego desarrolló su labor en la Biblioteca Nacional. Puntriano fue testigo privilegiado de este trabajo bibliotecario y se dedicó a realizar una tarea encomiable desde la Oficina Nacional de Bibliotecas Públicas promoviendo y fundando bibliotecas en Lima, Callao y provincias desde el año 1973 hasta 1984, desarrollando y difundiendo la lectura en la clase trabajadora y campesina. Ese impulso caló hondo en el joven bibliotecario Puntriano, así como su denodado esfuerzo por recorrer el país inaugurando bibliotecas públicas. Posteriormente, también fue jefe de la Oficina de Derechos de Autor desde el año 1984 a 1988.
 
Nuestro bibliotecario no hubiese podido realizar su abnegada tarea de no haber existido  el llamado Fondo San Martín creado por el doctor Jorge Basadre Grohmann, cuando fue Ministro de Educación por segunda vez en 1956. Funcionó desde 1958 hasta 1969. Dicho fondo pasó a la Biblioteca Nacional en el año 1962, cuyo principal objetivo era el de subvencionar la creación, construcción, formación y promoción de bibliotecas públicas municipales en el país y fue enormemente beneficioso para la creación y expansión de las bibliotecas públicas en el Perú. En el año 1969 fue suprimido por el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado.
 
Otro servicio bibliotecario fue el de la biblioteca rodante que se promovió para llevar libros de contenido técnico a los obreros de las fábricas en la ciudad de Lima, el que sería llamado Bibliobús que contenía alrededor de tres mil publicaciones. Puntriano fue partícipe de este proyecto y del servicio de préstamo de libros en las llamadas Maletas viajeras, que portaban entre 50 a 80 libros. Estos proyectos fueron creados y apoyados también por Basadre y sirvieron para llevar publicaciones y libros de toda índole a los trabajadores de las fábricas de la capital realizando préstamos de libros que se ofrecían en los mismos lugares de trabajo de las fabriles, cárceles de varones y mujeres, escuelas y parroquias.
 
Puntriano organizó innumerables bibliotecas conventuales y privadas siempre con su carácter afable y jovial, sin dejar de lado su alto espíritu de ética profesional, responsabilidad y con la minuciosidad característica de alguien que amaba su profesión, a la que dedicó todos los años de su vida. Del mismo modo, fue miembro honorario de diversas instituciones como la Asociación Peruana de Autores y Compositores y de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia.
 
Este fue entonces Carlos Puntriano bibliotecario, un ejemplar raro, casi en extinción. Dedicó el trabajo de toda una vida al lado de su compañera inseparable: la biblioteca, y de quienes lo conocimos, sus amigos; supimos tenerle una gran simpatía y cariño por esta demostración de trabajo honesto, dedicación y por sobre todo amor a los libros.
 
Gran reconocimiento merecen algunos de los bibliotecarios que consagraron su vida a su profesión y dieron una lección a las nuevas generaciones que distan mucho de la mística con la que aplicaban sus conocimientos, de ellos poco se dice; hoy los recordamos como a Puntriano al cumplirse un año de su inesperada partida.
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