Omar Aramayo
Los Túpac Amaru 1572-1827
de Omar Aramayo


Por Ricardo Ayllón
Fuente: Librosperuanos.com
Junio, 2019

No es difícil incursionar en el espíritu de Los Túpac Amaru 1572-1827 (Sinco Editores, Lima, 2018) si empezamos haciéndolo desde la estética creativa de su autor, alguien que viene de la poesía y ha llegado a la narrativa para quedarse. Con la lectura anticipada de volúmenes como El gallo de cristal, La historia del ciego Rodolfo Mandoqueo y otros cuentos, o el breve La estirpe del viento, arribar a Los Túpac Amaru es comprobar que la narrativa es una tarea que en Aramayo respiró siempre, pero que recién, a partir de la pasada década, brotó como un acto natural, obviamente, enriquecida de esa lírica que habita en su espíritu creativo y que hallamos también en la presente novela.
 
El lenguaje no solo es variado, abundante, y se desembalsa aquí como el torrente de un río que nos sobrepasa, sino también constituye una muestra de la habilidad expresiva del autor, es decir, de alguien que la maneja, moldea y plasma con la seguridad de un viejo navegante que surca muy bien las aguas de un discurso fecundo, el cual no parece ser producto de la historia, sino al contrario, la historia parece ser hija de una riqueza lingüística que –estoy seguro– con los años ha ido escribiendo esta versión personal de una gesta tantas veces visitada por historiadores y estudiosos, pero que, es ineludible, surge también en el imaginario de un poeta. 
 
Un poeta que, intuyo, parte de reconocerse en los lugares de origen de la vieja dinastía tupacamarista, pero no solo desde el contexto épico, sino principalmente desde el signo cultural. Creo que esta última es una de las razones de peso por las que el novelista decidió emprender esta intensa (y extensa) aventura, por una cuestión de identidad, por reconocimiento propio, por derecho natural; es decir, para emitir un necesario y permanente grito de independencia de aquellas naciones, razas y culturas que siguen tras la reivindicación de su legado y de sus orígenes. 
 
Y todo esto se plasma en la figura de los Túpac Amaru, aquel linaje que supo representarse y representar lo Inca no únicamente por la conocida epopeya de finales del siglo XVIII, sino también por su prolongación en el tiempo, no obstante, las desventuras, traumas, sangre, olvidos o descuidos historiográficos. Los Túpac Amaru serán siempre fuente de peruanidad, de esa leyenda de la cual todo coterráneo puede emprender el camino de su reconocimiento; ¿y por qué?, porque esta familia de muchos siglos concentra el génesis ancestral, un presente digno y un futuro constructivo. Lo digo porque ingresar e involucrarse en la lectura de esta novela es sentir cómo despierta, página tras página, un viejo sentimiento de indignación, primero, y de orgullo, luego; y no solo con el accionar de José Gabriel, sino de toda su milicia independentista personificada en las valientes Micaela Bastidas y Tomasa Tito Condemayta; en los movimientos estratégicos de Diego Cristóbal, o en las adhesiones de caciques, indios, mestizos o los propios españoles. ¿Cuán necesario es pues seguir recreando el heroísmo de los Túpac Amaru? Tanto como sea necesario el hacer entender a las generaciones actuales y venideras que el camino de la dignidad es cuestión también de identidad.
 
Para este logro, sin embargo, se necesita el basamento de un buen arte, ya sea desde la literatura, el cine o la plástica. Y en literatura, desde una versión en la que lenguaje y técnica diseñen verosimilitud, emoción y éxito estético. Aramayo se permite, en este sentido, ya dije, un lenguaje lírico, pero, además, un lenguaje dinámico en la que se da licencia para los juegos de palabras, las sentencias populares, las transcripciones musicales; y una técnica establecida en capítulos pequeños donde, principalmente, sobre la base de la imagen de un personaje, vamos asistiendo no solo a la construcción de su figura inmediata, sino también de sus antecedentes, ideología, accionar y presencia estratégica dentro del relato. Asumimos con agrado los naturales y permanentes traslados de narrador, de uno omnisciente a uno en primera persona; o las necesarias mudas de tiempo para que se nos delinee mejor la personalidad de algunos de los protagonistas; logros que son mejor perfilados por la estimulante membrana de un estilo fluido recorriendo todo el libro.
 
Respirar a partir de Aramayo el humor de las batallas, agitarse con las correrías precedentes y posteriores a la de José Gabriel, dolerse con el sufrimiento de los condenados, asistir a decisiones y culpas desde una intensidad narrativa que envuelve y conmueve, constituye una aventura que se va asumiendo desde el referente histórico y real, pero en todo momento desde una subjetividad que se vuelve espíritu y carne, y que estalla en nuestro fuero íntimo para permitirnos una reflexión renovada de la vida, ideología y sacrificio de los Túpac Amaru, de todos, de los que conocemos poco, de los que se rebelaron contra España, y de quienes sufragaron el posterior precio de aquella estirpe.  
 
Los Túpac Amaru de Omar Aramayo, es una empresa que trasciende la mera emoción estética, que se asienta en las conciencias y quedará para toda la vida en el terreno interpretativo y reflexivo de los peruanos que entiendan, más allá de lo artístico, sus motivos identitarios y el anhelo de una trascendencia cultural.
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