La devolución de los libros al Perú por parte de Chile

Por Osmar Gonzales Alvarado
Fuente: Librosperuanos.com
Setiembre 2015

El pasado 4 de diciembre de 2013 se inauguró en Buenos Aires la exposición titulada “La ruta de las ideas” en el Museo del Bicentenario de la Presidencia de la Nación, muestra que fue organizada por la Embajada del Perú, las Bibliotecas Nacionales y las Cancillerías del Perú y Argentina. Estuvo compuesta por 36 libros que habían pertenecido al Libertador Don José de San Martín y que se resguardan en las bóvedas de la Biblioteca Nacional del Perú. Era la primera vez que se exhibían al público, luego de ser recuperados en el año 2007, tanto así que antes de ser enviados a Buenos Aires tuvieron que ser restaurados.1

El libro que ilumina
Debo mencionar dos elementos que me parecen importantes con respecto a la mencionada exposición. En primer lugar, que esos 36 ejemplares son parte de los aproximadamente 762 libros que San Martín donó al Perú al momento de fundar la Biblioteca Nacional de Lima el 28 de agosto de 1821,2  constituyendo la primera institución cultural de mi país, y nombrando como primer director a Mariano José de Arce.3  Puede haber y de hecho hay divergencias sobre el número de libros donados por el Protector del Perú. El investigador Pedro Luis Barcia afirma que solo se trató de 436 volúmenes.4  Pero cifras más o cifras menos, lo que deseo resaltar es la perspectiva de estadista de San Martín, quien luego de las armas se concentró en dar forma al nuevo Estado del Perú.5

En segundo lugar, me quiero referir al título de la exposición mencionada. Con él se quiso resaltar cómo los libros acompañaron al propio general y a la expedición libertadora que comandó: una ruta que inició Cádiz, pasó por Argentina, luego por Chile hasta llegar a Lima. De alguna manera, los libros de San Martín simbolizan la visión integral del prócer latinoamericano, quien entendía que son parte sustancial de la formación del ciudadano, trayendo luz y sustentando gobiernos libres.

En las propias palabras del prócer:
Facilitarles todos los medios [a los hombres y a los pueblos] de acrecentar el caudal de sus luces, y fomentar su civilización por medio de establecimientos útiles es el deber de toda administración ilustrada. Las almas reciben entonces un nuevo temple. Toma vuelo el ingenio, nacen las ciencias, disípanse las preocupaciones que cual una densa atmósfera impiden a la luz penetrar, propáganse los principios conservadores de los derechos públicos y privados, triunfan las leyes y la tolerancia, y empuña el cetro la filosofía, principio de toda libertad, consoladora de todos los males, y origen de todas las acciones nobles.6

Es indudable que prevalece en San Martín la visión del libro como instrumento de Ilustración, que le permite destacar la labor humanizadora que debe cumplir. Es decir, el libro, como símbolo del objeto impreso, se torna en el baluarte de una nueva civilización. Se convierte en el soporte de la memoria intelectual y el medio de expresión de las corrientes espirituales a la par que de toda la creación literaria en todo el orbe occidental, como sostiene Jacques Lafaye.7  La escritura, por su parte, se constituye en el medio privilegiado para la transmisión del conocimiento. Como sabemos, con la cultura escrita se producen documentos que fortalecen la historia como actividad consciente y disciplinada del ser humano. La reproducción masiva de textos que permite la imprenta expande la práctica y necesidad de leer. Gracias a la lectura se puede conocer el pasado y las colectividades fortalecen los elementos de su identidad y reflexividad. Por medio de la cultura escrita se pasa del recuerdo individual a la memoria colectiva. Así, libro, lectura y escritura son elementos fundamentales en la formación de las sociedades modernas.

Esta visión sobre el libro, y en general sobre la cultura escrita, es la que guarda San Martín. En este sentido, la función de la Biblioteca, y más si es nacional, se constituye en el centro más importante de formación cívica y de conformación de identidades sociales. Como hombre de su tiempo, el prócer veía al objeto impreso como imprescindible en la consolidación de los nuevos estados sudamericanos.

Las pérdidas y las primeras devoluciones
Ahora quiero detenerme en la cifra mencionada líneas arriba: 36 ejemplares. ¿Qué pasó con el total de los libros que había donado San Martín? La historia nos puede ayudar a entender.

Poco después de ser declarada la independencia del Perú el 28 de julio de 1821, las fuerzas realistas retomaron, en 1823, el control de Lima. Algunos investigadores, como la bibliotecóloga Lucila Valderrama, afirman que la Biblioteca Nacional fue víctima de saqueo por los ocupantes del centro del poder virreinal ya languideciente. Sin embargo, otros estudiosos, como el historiador Pedro Guibovich, sostienen que no hay suficientes evidencias para sustentar tal afirmación. De hacer ocurrido dicho saqueo es probable que algunos libros donados por San Martín hubieses sido substraídos, entre muchos más, obviamente. Entonces surge la pregunta: ¿por qué las sustracción de libros fue selectiva?, ¿por qué algunos libros sí fueron tomados y otros no? Esta incertidumbre pone en duda lo sostenido por Valderrama, aunque no se lo puede desechar completamente, quizás en el futuro obtengamos nuevas evidencias sobre lo ocurrido.

Pero la mala fortuna de la Biblioteca Nacional del Perú no terminó ahí. En 1879 inició la infausta Guerra del Pacífico entre el Perú y Chile. En 1881 las tropas chilenas ocuparon Lima, utilizaron las instalaciones de la institución recién fundada como cuartel para, finalmente, al retirarse del Perú, en 1883, llevarse numerosos bienes pertenecientes al patrimonio cultural peruano: estatuas, archivos, instrumentos científicos, y, claro, libros. Las cifras exactas de los libros no se llegaron a determinar, y desde entonces el Estado peruano realizó diversas gestiones para recuperar su patrimonio.

Muy poco después de concluida la guerra, el presidente Miguel Iglesias nombró al escritor Ricardo Palma (en su tiempo el autor más importante del Perú, creador de las famosas Tradiciones peruanas) como director de la Biblioteca Nacional del Perú. Él sería el reconstructor de esta institución con mucho esfuerzo y pocos recursos, por lo que se le conoció como “el bibliotecario mendigo”. En un informe redactado al poco tiempo de asumir sus nuevas funciones, Palma señaló que la Biblioteca Nacional contaba, para 1880, con más de 56 mil volúmenes.8  Luego de la guerra quedaron solo 738.

El entonces nuevo director Palma solicitó la promulgación de un bando prefectural indicando que los “poseedores de libros con el sello de la Biblioteca los devolvieses al establecimiento”. Así, recuperó primero más de 8 mil libros y luego casi 6 mil más. A estos 14 mil volúmenes hay que sumar los que el propio presidente chileno y amigo personal de Palma, Domingo Santa María, devolvió: 624 libros. Lo que no se sabe a ciencia cierta es cuántos de los libros donados por San Martín fueron recuperados en esa gestión de Palma. El escritor-bibliotecario consigna que obtuvo “del señor San María la devolución… de dos cajones de manuscritos que para su examen o estudio, tenía en su casa el señor Vicuña Mackenna, que acababa de fallecer”.9

Es ilustrativo comentar una anécdota. El mismo Palma compró, en 1881, es decir, durante la ocupación de Lima, un libro a un soldado chileno por dos reales plata, y que pertenecía a la colección de San Martín: el de quiromancia, impreso medio siglo después de la invención de imprenta de tipos móviles por Gutenberg. Este ejemplar es el más valioso de los libros de San Martín que se conservan en la Biblioteca Nacional. Fue el primero que se recuperó, por lo que es necesario destacar que fue durante el desarrollo de la guerra, y significa al mismo tiempo que los libros pertenecientes a la Biblioteca Nacional circulaban por Lima en manos de particulares y que estos estaban dispuestos a comerciar con ellos. Otros testimonios señalan que muchos de los libros se vendían en bodegones y se utilizaban para envolver mercancías.

Por otra parte, en su Memoria de 1885 como director de la Biblioteca Nacional, Palma informa que fueron devueltos por el gobierno de Chile diez cajones de papeles sobre el Santo Oficio de Lima. Dice: “La más importante de las devoluciones han sido las que de dos cajones de libros muy notables hizo, por intermedio del Dr. D. Manuel Alvarez Calderón, un caballero francés, residente en Chile”.10

Las gestiones diplomáticas
Como mencioné, durante más de 120 años el Estado peruano buscó recuperar su patrimonio cultural y bibliográfico. No hubo las circunstancias apropiadas en el terreno político ni tomando en cuenta el humor en la opinión pública para que ello ocurriese. Permanecían vivos demasiados recuerdos dolorosos y al interior de cada país se mantenían problemas que merecían atención prioritaria. Se necesitaba un clima de estabilidad política interna que propiciara una relación bilateral cooperativa.11

Esto ocurrió a inicios del siglo XXI. Un primer paso fue la devolución por parte de Chile de las escrituras públicas del Archivo registral de Tacna y Arica, poro cantes de que asumiera la presidencia del Perú Alejandro Toledo. Ya se empezaba a contar con las condiciones para re-emprender las gestiones con respecto a la evolución de nuestro patrimonio cultural y bibliográfico.  Es así que hubo un acercamiento entre los ministros de educación del Perú  (Nicolás Lynch) y Chile (Sergio Bitar) en los cuales se habló de la posibilidad de retomar el tema. Paralelamente, el entonces director de la Biblioteca Nacional del Perú, Sinesio López, visitó a la Directora de la Biblioteca de Chile, con resultados no muy positivos,12  pero paralelamente se propició una corriente de opinión favorable promovida por intelectuales peruanos y chilenos, lo que contribuyó a modificar la opinión pública sobre el asunto.  

Previamente,  el  presidente chileno Patricio Aylwin ya había manifestado la voluntad de su país de devolver los libros al Perú. Sin embargo, había pendiente la firma de un convenio bilateral cultural y científico que el Perú se rehusaba  a suscribir mientras no se solucionara el problema de la entrega de los bienes culturales. Esto derivó en que el Presidente Ricardo Lagos encargara al Ministro de Educación de Chile, Sergio Bitar, la conformación de una Comisión Investigadora, el llamado “Comité para la reparación de la Guerra”, la cual elaboró una lista de 3900 libros que poseía Chile y pertenecían al Perú.

En su campaña electoral, la entonces candidata a la presidencia de Chile, Michelle Bachelet, declaró que estaba de acuerdo con la devolución de los libros, lo que ofrecía un panorama favorable para llegar a un acuerdo entre los estados.

El 23 de abril de 2006, en el diario chileno Siete,13  apareció la transcripción del documento firmado por el sabio chileno de origen polaco, Ignacio Domeyko, rector de la Universidad de Chile en 1881, quien elaboró (en colaboración con el famoso bibliófilo Diego Barros Arana) un minucioso informe de 16 páginas sobre los objetos sustraídos al Perú, dirigido al Ministro de instrucción pública. Señalaba que llegaron a Santiago 103 cajones y unos 80 bultos. La revelación de este documento significó un inesperado respaldo a la pretensión peruana y ayudó a consolidad una opinión pública y a propiciar la decisión política a favor del retorno de los libros.

El 3 de mayo de 2006, ya bajo el gobierno de Alan García, en la Subsecretaría para Asuntos de América y de Política Cultural Exterior de la Cancillería peruana dirigida por José Antonio García Belaunde, se acordó iniciar las coordinaciones entre el sector educación, El Instituto Nacional de Cultura y el Archivo Departamental de Tacna, con el objetivo de plantear a Chile la conformación de una Comisión Binacional que hiciera efectiva la devolución de los bines culturales. Luego se decidió que le tema debería estar dirigido por la Cancillería.

En agosto del mismo año, se constituyó una Comisión Nacional integrada por representantes del Instituto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de Cultura), de la Biblioteca Nacional del Perú y del Archivo General de la Nación, con el propósito de elaborar un inventario de bienes culturales sustraídos durante el conflicto. Con este inventario ya se podía proponer a Chile la conformación de una instancia binacional. En este punto fueron sustanciales las reuniones que sostuvieron los cancilleres de Perú y Chile, José Antonio García Belaúnde y Alejandro Foxley.

 A ello se sumó la visita del nuevo director de la Biblioteca Nacional del Perú y Chile, en octubre de 2006, en donde se entrevistó con la subdirectora de la Biblioteca Nacional de Chile, Ximena Cruzat. El resultado fue el compromiso de las autoridades chilenas “a indagar por cuanto libro peruano […] hubiese y se encontrara en dependencias estatales y públicas”.14  Esto se vio respaldado por la directiva directa de la presidente Bachelet, quien demostró toda la voluntad política a favor.

Siendo directora de la Biblioteca de Chile Nivia Palma, se buscó en cerca de 100 bibliotecas públicas de Chile. Los libros hallados se limpiaron, catalogaron, restauraron y fueron luego enviados al Perú. Finalmente, llegaron a Lima el 5 de noviembre de 2007, 3788 libros en 238 cajas. Dichos libros fueron identificados como patrimonio peruano gracias al Escudo del Perú y a la leyenda “Biblioteca Pública de Lima”.

En el Acta de entrega de libros por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile se dice en el tercer párrafo lo siguiente:

La Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos hace esta devolución en la convicción que los bines culturales, sean estos materiales o inmateriales, expresan de manera profunda la cosmovisión de los pueblos, la creatividad, imaginación y capacidad de transformación de sus habitantes y comunidades, como también son testimonio de su memoria de sus sentidos de identidad y pertenencia.15     

Este acto se vio refrendado por la Resolución Exenta No 3705, Santiago, 30 de octubre de 2007, firmado por la Dra. Nivia Palma. En su primer considerando sostiene: “Que es política del Estado de Chile la convivencia pacífica e intercambio social, económico y cultural con toras naciones y países, en un marco de pleno respecto a los valores de una sociedad democrática y de mutuo respeto a las soberanías nacionales”.16  Las palabras de San Martín tuvieron entonces nueva vida.

Este largo proceso de repatriación de los libros es resultado de la llamada diplomacia cultural, la cual definió Willy Brandt como el tercer pilar de la política exterior, junto a la política y a la comercial. Como señala Bruno Podestá (Agregado Cultural del Perú en Uruguay), la diplomacia cultural contribuye “al diálogo intercultural y al acercamiento de los pueblos”.17  En cualquier situación, “… la política cultural exterior es una política pública y por lo tanto existente en el contexto del Estado y condicionada por sus características institucionales, burocráticas y de gestión”,18 

Otro caso importante de la eficaz diplomacia cultural peruana fue el haber logrado, en 2010, la devolución de 363 piezas arqueológicas museables y más de 46 mil piezas y fragmentos de ceramios por parte de la Universidad de Yale, pertenecientes a la cultura Inca, que Hiram Bingham encontró en Machu Picchu, llevó a Estados Unidos para estudiarlas y tardó 100 años en ser retornadas al Perú.19

Los libros de regreso al Perú
Con el regreso de los libros llegaban a su fin las largas gestiones realizadas para su recuperación, aunque se supone que los libros devueltos son solo un aparte del total que fue sustraído. Es posible que muchos se hayan perdido definitivamente y que otros estén en bibliotecas particulares, pero lo que se debe resaltar es el gesto de buena voluntad y de acercamiento entre dos naciones que tienen mucha historia en  común.

Del total de los libros devueltos, 37 pertenecen a la colección donada por San Martín. A ellos se deben sumar 10 libros más, ya en posesión previamente de la Biblioteca Nacional del Perú, que en total alberga a 47 libros del Libertador, los cuales fueron declarados por el gobierno peruano como patrimonio cultural el 6 de diciembre de 2013.

Los libros reúnen los méritos para integrar el patrimonio cultural por su “importancia, significado y valor histórico”, señaló el entonces vice-Ministro de Cultura, Luis Jaime Castillo, en una resolución publicada en la gaceta oficial. La mayoría de los 47 textos datan del siglo XVIII, están escritos en francés y se refieren a historias de guerras, geografía, estrategia y ciencias, así como relatos de viaje de caballeros franceses.

Sean 762 o 426 volúmenes la cifra de libros donados, el resultado sigue mostrando una mengua importante de esa colección. Lamentablemente, la colección de la Biblioteca nacional del Perú siguió sufriendo pérdidas y sustracciones. En 1943 un voraz incendio consumió gran parte de sus colecciones y edificio, y el historiador Jorge Basadre, como Palma anteriormente, tuvo que reconstruirla desde el levantamiento de un nuevo local. Y en la actualidad, partes de las colecciones son sustraídas por inescrupulosos para venderlas luego a comerciantes de libros. Ante ello, el actual director, Ramón Mujica, ha emprendido una campaña para recuperar en lo posible los ejemplares robados.20  Es probable que en todos esos acontecimientos muchas de las pérdidas incluyan varios de los ejemplares que pertenecieron a San Martín.

De los que quedan ahora, la joya más importante es Opus pulcherrimuz chiromantie, incunable de 1499, que está escrito en latín. En su primera página es donde Palma escribe la historia ya relatada sobre cómo lo recuperó.

Por otro lado, se nota la predilección de San Martín por autores franceses, aunque no son los únicos que componen la colección. Destacan las obras en varios tomos de Mirabeau (discursos) y Voltaire (teatro). Y otros autores con temas variados. Como mencioné. También resalta la fineza del empaste, propio de esos tiempos: encuadernados en cuero y lomo con ornamentaciones en dorado. En casi todos los ejemplares hay ex libris, sea que diga “J. de San Martín”, “De Don José de San Martín” o “Perteneció a don José de San Martín”. En algunos casos están al lado de la inscripción “Biblioteca Pública de Lima”. Dato curioso es que en algunos volúmenes conviven los sellos de la Biblioteca Nacional de Santiago con el de la Biblioteca Pública de Lima.

Si bien los libros de San Martín no se encuentran a disposición de la consulta del público, sabemos que están ahí, y que simbolizan lo soñado por el Libertador: la fraternidad de nuestros pueblos y el respeto por nuestras identidades.

Notas
_____________________

1 Agradezco al profesor y bibliotecólogo Mario Tesler, quien me invitó gentilmente a participar del ciclo de conferencias “San Martín y los libros” en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Buenos Aires, que dirige el destacado intelectual Horacio González. También al Director de la Biblioteca Nacional del Perú, Ramón Mujica; a Delfina González del Riego, directora del Centro de Servicios Especializados de la misma institución; al diplomático y escritor Ministro Carlos Amézaga, y a Nicolás Lynch, quienes me proporcionaron documentos e información que me permitieron elaborar este texto.
2 “La Biblioteca Nacional del Perú: aportes para su historia”, Fénix núm. 21, Lima, 1971
3 El clérigo Mariano José de Arce (1782-1852) fue uno de los importantes defensores del liberalismo en el Perú, y uno de los primeros que, gracias a su brillante oratoria, defendió la tesis de la separación del Perú de la Corona española, inclinando a la opinión pública de entonces hacia las tesis emancipadoras. En 1822 fue elegido diputado por Arequipa en el entonces hacia las tesis emancipadoras. En 1822 fue elegido diputado por Arequipa en el Congreso Constituyente.
4 Entrevista a Pedro Luis Barcia, “Su obsesión eran las novelas de viajes”, Clarín, jueves 5 de diciembre de 2013.
5 Creó los ministerios de Hacienda, de Relaciones Exteriores y de Guerra y Marina. Dictó un Estatuto Provisorio de Gobierno, declaró la libertad de vientres y la libertad de los indígenas de los tributos específicos. También fundó la Sociedad Patriótica y estableció la libertad de comercio y la libertad de imprenta. Finalmente, el 20 de setiembre de 1822 se instaló la Asamblea, con lo que se dio término al Protectorado.
6 “Discurso de San Martín al crear la Biblioteca Nacional del Perú”, Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, Lima, 29 de agosto de 1821
7 Jacques Lafaye, Albores de la imprenta: el libro en España y Portugal y sus posesiones de ultramar (siglos XV-XVI), Fondo de Cultura Económica, México, 2002
8 Ricardo Palma, Memoria que presenta el Director de la Nueva Biblioteca Nacional en el acto solemne de su inauguración el 28 de julio de 1884, Imprenta del Universo de Carlos Prince, Lima, 1884, pág. 10
9 Ricardo Palma, Apuntes para la Historia de la Biblioteca de Lima, Empresa Tipográfica Unión, Lima, 1912, pág. 8
10 Ricardo Palma, Memoria que presenta el Director de la Biblioteca Nacional correspondiente al cuatrienio del 28 de julio de 1884 al 28 de julio de 1888, Lima, 1888, págs. 6-7
11 Para esta resumida reconstrucción cronológica me ha sido muy útil la “Ayuda memoria. Devolución de libros y patrimonio cultural peruano sustraído por Chile durante la Guerra del Pacífico”, Lima, 23 de enero de 2007.
12 Es el mismo resultado que obtuve cuando visité, en 2002, la Biblioteca de Chile en mi calidad de sub-director de la Biblioteca Nacional del Perú.
13 “La lista de los libros robados en Lima”, Siete, Santiago 23 de abril de 2006
14 Oficio No.043-2008-BNP/DN, San Borja, 3 de marzo de 2008, firmado por Hugo Neira, Director Nacional de la Biblioteca Nacional del Perú.
15 “Acta de Entrega de libros. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile a la Biblioteca Nacional del Perú”, Lima 5 de noviembre de 2007.      
16 “Restitución de libros a la Biblioteca Nacional del Perú”. Resolución Exenta No 3705, Santiago, 30 de octubre de 2007.
17 Bruno Podestá, Las dos caras de Jano. La cultura y los países en la era de la globalización, Argumentos, Montevideo, 2008, pág. 46
18 op. cit., pág. 50
19 La devolución del patrimonio cultural a sus países de origen es una exigencia cada vez más sensible, y no será de extrañar que en el futuro próximo así suceda.
20 La campaña se llama: “Se buscan libros perdidos de la Biblioteca Nacional”.

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