José María Eguren
La familia Eguren en el Perú: Los hermanos del poeta

Por Isabel Cristina López Eguren
Fuente: Librosperuanos.com
Marzo, 2015

A diferencia de lo que siempre se ha sostenido, el poeta limeño José María Ernán Eguren Rodríguez formó parte de una familia numerosa, como era usual en los siglos que nos precedieron.2  Tuvo siete hermanos, a saber: Isaac Manuel, Jorge Luis, María Luisa, Esther, Susana, Angélica y Rosalva.3  Las hermanas del poeta, Rosalva y Esther se casaron con Aurelio Rodrigo Marsano y Nicolás Koechlin, respectivamente; Susana, Angélica y María Luisa quedaron solteras. Lo cierto es que poco o nada se ha escrito sobre el entorno familiar del poeta.

Este artículo está dividido en dos partes: la primera, referida a la vinculación con la hacienda Chuquitanta4  ubicada en las afueras de Lima, que estuvo en diferentes periodos en propiedad de la familia Eguren por más de cincuenta años, a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En este fundo, de propiedad de Isaac Manuel Eguren Rodríguez hermano del bardo, pasaron gran parte de su vida conjuntamente con sus hermanos Jorge Luis y José María; este último, durante su niñez y juventud privilegió el medio en el cual surgieron los grandes motivos de su inspiración poética, producto de su contacto con la naturaleza y la sensibilidad que provocó en él, sobre todo en lo referente al desarrollo pictórico de sus bellas acuarelas.

En este contexto, José María disfrutó desde su niñez de pasar largas horas en contacto con la naturaleza; los prolongados paseos eran el goce del creador del poema “Los reyes rojos”. Ello le permitió, sin lugar a dudas, desarrollar una íntima relación bucólica con su entorno y prestar atención a los seres menores que pueblan la naturaleza, lo cual es evidente en toda su obra, no sólo poética sino pictórica y fotográfica también.  

La segunda parte, describe a Jorge Luis Eguren Rodríguez, la participación que tuvo en la Guerra del Pacífico, especialmente su intervención en la defensa de Lima; en el ámbito de la prensa y el periodismo escribió al final de la guerra; desde su cargo diplomático en las misiones consulares que le fueron encomendadas; y finalmente su etapa de magistrado que culmina abarcando la difícil tarea en el área de la criminalística.

Hacendado de Chuquitanta: Isaac Eguren Rodríguez

Los orígenes y las raíces de la familia del poeta, quien sería posteriormente el creador del Simbolismo en el Perú, José María Eguren, provienen de la península ibérica. Su abuelo llegó de España durante los años previos al nacimiento de la República, y se estableció en nuestras tierras dando origen a la historia de la familia Eguren en el Perú.

Durante los años de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839),  la agricultura y las haciendas quedaron seriamente afectadas; el Estado tomó algunas acciones al respecto “como la campaña del trigo de 1837, donde se estableció que las haciendas Infantas, Naranjal y Chuquitanta,  tendrían mayor producción de trigo que las otras”.6

Las tierras de cultivo de Chuquitanta eran en gran parte de cañaverales, sembríos de caña con la respectiva producción de azúcar7 , trigo, camote, algodón, alfalfa y pastos; contaba también con algunas cabezas de ganado. Poseía una capilla, así como un “almacén, galpón, tambo, y casa del mayordomo”.8  El entorno de la hacienda Chuquitanta tenía como vecindad a las haciendas colindantes de Pro y Naranjal, cuyos dueños eran Aurelio Rodrigo Marsano y el inmigrante de origen suizo, Enrique Talleri Soldini, respectivamente.

Dos décadas antes, en la antiquísima parroquia de San Marcelo9  de Lima, habían contraído nupcias los padres del poeta, Don José María Eguren y Cáceda y Doña Eulalia Rodríguez Hercelles, el día 17 de mayo de 1853; de dicha unión se originó una familia numerosa. Eulalia era hija legítima de Don Nicolás Rodríguez y de Doña Juana Hercelles y José María, como ya hemos visto, hijo de un español.

Hacia el año de 1874, abrió sus ojos a la luz el poeta, cuando ya su familia se había empoderado en las tierras de Chuquitanta, por el parentesco directo con los Rodríguez, tanto como con los Rodrigo. Es el caso que una de las hermanas de José María, Rosalva, quien casó con Aurelio Rodrigo Marsano; por ende la hacienda volvería una y otra vez a engarzarse vía uniones matrimoniales, incluso entre primos hermanos como lo veremos más adelante.

El inicio de la vinculación que existió entre la familia Eguren y la hacienda Chuquitanta se remonta a la década del setenta del siglo XIX. Específicamente corría el año 1872, cuando Don Aurelio Rodrigo y Don Nicolás H. Rodríguez Hercelles adquirieron el fundo de la hacienda pagando la suma de 100 000 pesos a su antigua dueña Doña Juana de la Puente de Goyeneche; la misma que se encontraba ubicada en el valle de Carabayllo, a orillas del río Chillón, en las afueras de Lima, lo que es hoy el distrito de San Martín de Porras.

Don Nicolás nació alrededor de 1837 y vivía en los “altos [del] número veinticuatro, de la antigua calle de Trujillo de la Bajada del Puente”,10  en el barrio del Rímac, actual jirón Trujillo. Lo unía un parentesco cercano al poeta, era su tío carnal, hermano de su madre.

El hermano del poeta, Isaac Manuel Felipe Santiago Eguren Rodríguez, nació en 1862, era propietario de la casa hacienda Chuquitanta.11  Contrajo nupcias el 14 de diciembre de 1895, en la parroquia de San Lázaro, con Josefina Viera Izarnótegui, nacida en 1872, quien, como hemos visto, era hija de su tío carnal Nicolás H. Rodríguez Hercelles. Respecto a Don Nicolás, se sabe que estuvo casado con Doña Virginia Viera Rodríguez desde el año 1854 y que no tuvieron descendencia, por ello, reconocieron legalmente como su hija a Josefina Viera Izarnótegui quien pertenecía a la familia de su esposa Virginia Viera, probablemente su sobrina.12 

En el mes de junio del año de 1896, Don Nicolás Rodríguez, mediante testamento celebrado en Lima el nueve de junio de de ese mismo año,13  nombra albaceas a su esposa Virginia Viera y a su yerno Isaac Manuel Eguren Rodríguez, tal como se puede colegir mediante la siguiente escritura pública “Declaro que con fecha [18 de abril de 1896], he celebrado un contrato de Sociedad con mi hijo político Don Isaac M. Eguren, para la explotación del fundo de Chuquitanta; siendo el término de este contrato de cinco años, y es mi voluntad que continúe este contrato después de mis días hasta su terminación”.14  Asimismo, se declarará heredera universal del patrimonio de Don Nicolás a su única hija Josefina Viera.

Mediante escritura notarial se firmaría definitivamente la venta de la hacienda Chuquitanta a Isaac Manuel Eguren Rodríguez, como se transcribe a continuación:

Venta.- Da Virginia Viera v[iu]da de Rodríguez a D. Isaac M. Eguren, esposo de Da Josefina Viera Rodríguez15  [Izarnótegui], la mitad de la Hac[ie]nda Chuquitanta en el valle de Carabayllo bajo; que heredó la 1ª de su esposo D. Nicolás [H.] Rodríguez por su testamento de 9 de junio de 1896 ante F[elipe] S. Vivanco, quien dejó la otra mitad a la indicada Sra. Josefina Viera Rodríguez16  [Izarnótegui] de Eguren, su hija adoptiva.- en 13.400 L[ibras].E[sterlinas]. pagaderas así: 2.800 L[ibras].E[sterlinas]. al contado y las 10.600 L[ibras].E[sterlinas]. restantes en 11 anualidades de 1.0000 L[ibras].E[sterlinas]. las 10 primeras, y de 600 L[ibras].E[sterlinas], la última, con hipoteca del mismo fundo […] Está inscrito en el Registro de Propiedad. Sobre Chuquitanta grava una capellanía de 5,000 $ fundada por D. José Delgadillo Sotomayor, que hoy posee Da. Juana Puente de Goyeneche. (cfr. AGN, Protocolos Notariales, Juan Ignacio Bérninzon 1902 (538), folios. 1544 y 1544 v., Lima, 9 de octubre de 1902).17

Transcurría el año 1908, finales del primer gobierno del presidente José Pardo y Barreda, cuando Isaac Eguren Rodríguez fue nombrado Prefecto de la ciudad de Lima. Un año antes de su muerte, ocurrida en Lima en el año 1913, a los 51 años, fue uno de los fundadores del Partido Civil Independiente, integrado entre otros por intelectuales de la talla de José de la Riva Agüero, Abraham Valdelomar, Enrique Barreda y Osma, Felipe Barreda y Laos, Julio R. Loredo, Antonio Miró Quesada, Óscar Miró Quesada, Luis Arias Schereiber, Víctor A. Belaunde, Enrique de la Riva Agüero, Franklin Pease, Víctor Pezet, José Varela y Orbegozo, Alfredo Valle Riestra.

Dos nuevos integrantes en la familia Eguren: Los niños culíes

Por ese entonces La población del valle de Carabayllo contaba con poco más de 800 habitantes, entre los cuales había hombres libres, esclavos e indígenas, divididos en 206 hombres y 114 mujeres, haciendo un total de 320 peones.18  La población china que trabajaba en el fundo Chuquitanta, se remonta a la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. Como se sabe, los chinos culíes llegaron al Perú en esta época en la que eran precisos para aportar la mano de obra necesaria para el trabajo en las haciendas, principalmente de Lima; y su presencia en la vida de nuestro poeta no fue la excepción.

La contratación de trabajadores en el puerto del Callao era lo usual para aquellos que querían obtener servidumbre que pudiese hacerse cargo de las faenas en las haciendas y en los sembríos de caña de azúcar, así como de los servicios domésticos. Hacia fines del siglo XIX, Isaac Eguren Rodríguez, consiguió hacerse de dos pequeños ayudantes chinos que habían llegado en uno de los barcos procedentes de Asia: José de diez años y Lola de tres, fueron llevados a trabajar a la hacienda Chuquitanta.

Rápidamente, estos niños se adaptaron a su nueva vida y a su nueva familia, ganándose su cariño, lo que derivó en que Isaac decidiera adoptarlos, concediéndoles su apellido. Con ello pasaron a acoger el nombre y convertirse en José Eguren Díaz -el chino José- y María Lola Eguren Díaz –la china Lola-. Ambos fueron bautizados por la religión católica y adoptaron las formas y costumbres del hogar que los acogió y en la que fueron criados como miembros de la familia, como lo referente a la preparación de los más diversos platillos de la comida peruana, que con toda certeza adquirieron también los sabores más relevantes de la gastronomía cantonesa; y que a la larga devino en el sincretismo culinario conocido actualmente como Chifa.

El matrimonio formado por Isaac Eguren Rodríguez con Josefina Viera Izarnótegui disfrutó de la vida apacible de Chuquitanta, luego vinieron a complementar la familia sus dos hijos: Isaac y Josefina Eguren Viera, quienes pasaron al cuidado de  José y Lola, no sólo durante sus primeros años sino a lo largo de gran parte de su vida.

Hacia 1919,  Josefina Viera Izarnótegui decidió viajar a Francia - hacía seis años que se encontraba en estado de viudez-, es por ello que al inicio del gobierno del presidente Augusto Bernardino Leguía, se estableció en París por un período aproximado de diez años, visitando algunas otras ciudades de Europa, siempre con la fiel china Lola a su lado. Su hija Josefina Eguren Viera, para entonces ya había contraído nupcias con Alejandro Rodrigo Rodrigo, su primo hermano, y se encontraba viviendo en Francia junto a sus cinco hijos y esposo. Retornaron al Perú en el año 1931.

El esposo de Josefina Viera, Isaac -quien fuera Alcalde de Carabayllo entre los años 1895 y 1896-19  quedó como representante testamentario a cargo del fundo Chuquitanta hacia el año 1930, tal como se consigna en una información proveniente de los “Apuntes Geográficos sobre el Departamento de Lima” de Eugenio Garró, publicado en Lima en el IV Centenario de su Fundación, en el año 1935.

Lola decidió iniciar una nueva vida independizándose de la familia Eguren. Se casó con Eduardo Pérez, con quien tuvo un hijo, Francisco, estableciéndose al norte de Lima en la ciudad de Huacho, lugar en donde falleció el 4 de octubre del año 1987, según consta en su Partida de Defunción.20

El fiel chino José fue a vivir con el niño Isaac Eguren Viera cuando este formó su propia familia, al casarse con Clorinda Díaz García, para luego trasladarse a Barranca, lugar en donde se desempeñó como alcalde21  a partir de 1929 hasta el año 1934. En la casa de la playa de ese balneario, el chino José era el encargado de la cocina y como siempre no olvidaba prepararle los dulces al “niño”. Al culminar su representación como  funcionario público, Isaac regresó a Lima con su esposa Clorinda y sus siete hijos. El chino José, nunca se casó ni tuvo descendencia, pasó sus últimos años en Lima en un asilo de ancianos en donde murió de vejez.

En los albores del siglo XX

Muchas haciendas del lugar quedaron en poder de sociedades formadas por  peones y trabajadores, así como de chinos culíes precisamente, quienes para inicios del siglo XX ya habían pasado a convertirse de servidumbre urbana o rural en las haciendas, a prósperos comerciantes. Fueron ellos los que posteriormente hallaron en los terrenos de la hacienda un manantial de aguas naturales, que fue comercializada con el nombre de Agua Chuquitanta.

Hacia el año de 1917, algunas haciendas del valle de Carabayllo fueron arrendadas. En el caso de Chuquitanta, se menciona en la fuente citada líneas abajo, como arrendatario a  Lizandro E. García Corrochano, con una producción de 20 fanegadas de algodón, 150 de caña, 150 de pastos y 13 por sembrar, según información obtenida de las Memorias que el Director de Aguas, Ing. Alberto Jochamowitz presenta al Ministro de Fomento, Vol II, 1918-1919, pp. 343 y siguientes para los fundos y haciendas en 1917 del distrito de San Martín de Porres.

Una anécdota mencionada por el famoso jurisconsulto Domingo García Rada, en su libro Memorias de un juez,22  cuenta que en el año 1919 se realizó en Lima un paro general de textiles, de gran repercusión nacional, al cual se plegaron los trabajadores de algunas de las haciendas cercanas, pero los peones de la hacienda Chuquitanta no quisieron formar parte de la huelga, alegando que sus patrones se preocupaban de ellos como si fueran sus padres, por lo tanto no podían hacerles daño; pero al parecer, el buen trato a los peones, fue un signo casi repetitivo.  La hacienda Chuquitanta tuvo como dueños a lo largo de su existencia y en diferentes periodos a la familia Eguren, por más de medio siglo.

Hombre versátil y multifacético, miliciano combatiente: Jorge Luis Eguren Rodríguez

Personaje casi desconocido para la historia peruana contemporánea, pero que tuvo una época de gran ebullición y producción intelectual, política, y social, Jorge Luis Eguren Rodríguez, nació en Lima el 25 de diciembre de 1855, en el seno de una familia profundamente católica. Hermano mayor del poeta creador del Simbolismo en el Perú, José María, mantuvo un derrotero paralelo a la vida de su famoso hermano que ha sido inexplorado. Como señala Estuardo Núñez “Un hermano de Eguren –Jorge, no literato pero muy cultivado e inquieto- influyó sobre su generación trayendo de Italia libros nuevos de esa procedencia”.23 

Al respecto, debo mencionar que Jorge Luis Eguren fue un intelectual, hombre erudito y culto que, si bien no se dedicó a la literatura, como jurisconsulto tuvo una importante producción de textos periodísticos y de derecho. Como se sabe la relación del bardo con su hermano Jorge Luis era muy estrecha y se afianzaba en el gusto por las letras y la lectura de los clásicos en diversos idiomas, inglés, francés, italiano; y “formó en los clásicos y en las lenguas extranjeras al poeta”.24  Por ello no es de extrañar la dedicatoria que precede la publicación de su primer poemario, Simbólicas, de 1911: “A la memoria de mi querido hermano Jorge Luis Eguren”.  

Luego de culminar sus estudios en el colegio La Inmaculada, Jorge Luis, hizo su paso por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, alrededor del año 1873, cuando era rector de dicha casa de estudios Juan Antonio Ribeyro. En dicha universidad estudió en la Facultad de Letras, cuyo decano fue Sebastián Lorente. Para el 18 de abril de 1874, se matriculó en las materias siguientes: moral social, metafísica, historia, estética y literatura castellana. Entre sus condiscípulos se encontraban Enrique de la Riva Agüero, Sebastián Lorente y Benel, Luis Pérez Egaña, Pedro Barrios, entre otros; y algunos de sus profesores fueron Pedro Paz Soldán y Unanue y Pedro M. Rodríguez, Guillermo Seoane y Manuel Atanasio Fuentes.25 

El 11 de mayo de 1875, Eguren aparece en la relación de alumnos matriculados en la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas que dirigía Pradier Fodéré. Como compañeros de estudios tuvo a Pedro Ismael Bielich, Rafael Sánchez Concha, José Valle Riestra, Juan Valega, José Madueño y Alejandro Rossell, entre otros.26 

Cuando estalló la guerra con Chile, Jorge Luis interrumpe sus estudios en la Universidad de San Marcos. Se vinculó con la causa patriótica en la defensa de Lima durante la Guerra del Pacífico y posteriormente representó a su país en el ámbito diplomático, quizás como corolario de una trayectoria vital muy fecunda enlazada profundamente con los problemas nacionales de su país.

En el terreno del periodismo, ejerció una aguzada visión en la época más difícil de la historia del Perú, durante la guerra con Chile. Desde el periódico La Prensa Libre fustigó duramente la firma del tratado de Ancón por el presidente Miguel Iglesias.

Enrolado en el Ejército del Perú

En los años de la vorágine producida por la Guerra del Pacífico y al sumergirse el Perú y Bolivia en estos hechos, incentivaron la participación de ciudadanos de toda índole en el conflicto; en el caso de Jorge Luis Eguren Rodríguez, este se enroló en el Ejército de Reserva, dentro de la oficialidad del Batallón número 8, comandado por Manuel Lecca, y dentro de la Cuarta compañía se encontraban: como Capitán, Daniel de los Heros; Teniente, Augusto Dorca; Subteniente, Jorge Luis Eguren; y, Subteniente Guillermo Porras.

Se tendieron dos líneas de ataque, la de San Juan y la de Miraflores, en la toma de Lima. La capacidad ofensiva y la real fuerza para la defensa de Lima eran en todos los aspectos muy inferior al ejército chileno. El armamento obsoleto, falta de preparación y entrenamiento de las tropas, ni siquiera contaban con la vestimenta ni calzado apropiados para trasladarse por el campo de batalla. Así el historiador Jorge Basadre Grohmann lo describe en su Historia de la República del Perú “insuficiencia de los medios de movilización y transporte disponibles y en las condiciones de las tropas”.27

El desembarco de las tropas chilenas en Lurín era inminente, pero el general Andrés Avelino Cáceres no pudo cruzar del todo la tablada que domina el valle de Lurín, tuvo que retroceder y “regresar después de haber vencido gran parte de ese arenoso desierto porque la sed agotaba a los soldados, las municiones eran insuficientes, no habían bestias y vehículos para la movilidad necesaria”.28

El inicio de los trabajos de la defensa de Lima se realizaron entre diciembre de  1879 e inicios de 1881. “La primera división chilena (capitán de navío Patricio Lynch) estaba designada para atacar a la derecha peruana”.29  Dentro de los reductos defendidos de Miraflores estaba el número 1: “fue ocupado y defendido por el batallón número 2 de la Reserva, cuyo jefe era el comerciante y prior del consulado Manuel Lecca y cuyo personal se componía, en su mayor parte por comerciantes distinguidos. Entre este reducto y el número 2 se encontraba, bajo el mando de Andrés A. Cáceres, parte de los restos del ejército de línea despedazado en San Juan”.30  El comandante Lecca, como ya se manifestó, fue el jefe del Ejército de Reserva en el cual participó desde un inicio en la guerra Jorge Luis Eguren.

Tal como da cuenta Basadre, referente a la desocupación de Lima por la milicia chilena, señaló:

Tres días después de firmado el Tratado de Ancón, en la mañana del 23 de octubre, Lynch salió de Lima con el ejército Chileno no sin dejar algunos enfermos en los hospitales y se estacionó en Chorrillos, Barranco y Miraflores. Otras tropas Chilenas continuaron apostadas en Chosica, Tarma y la zona de Ayacucho para contener a Cáceres.
La ocupación de Lima había durado dos años y nueve meses. Antes de retirarse los invasores (según informó el corresponsal del New York Herald el 17 de noviembre de 1883) barrieron con el Palacio de Gobierno, La Municipalidad, los cuarteles y oficinas públicas [como la Biblioteca Nacional que fue utilizada como caballeriza] llevándose pinturas, espejos, muebles, libros, papeles, mesas, alfombras y otros objetos”.31

Al quedar casi aniquilado el Estado producto de la guerra, se comenzó a hacer el recuento de las grandes pérdidas y consecuencias de ella. La devastación producida por el agresor se veía en todos los aspectos de la vida del país. Ya no existían los campos de cultivo ni haciendas “la semi-paralización del comercio exterior durante cinco años; la destrucción de los elementos de movilidad en los puertos; la ruina dejada en la agricultura por las batallas y combates y otros acontecimientos bélicos y también por las expediciones de Lynch, el “Príncipe Rojo” del que hablara Vicuña MacKenna y por sistemáticas depredaciones de los ocupantes.”32   Los homenajes solemnes a los caídos se empezaban a hacer en público.

Jorge Luis fue un patriota y perteneció al contingente de estudiantes de la Universidad de San Marcos que luchó y participó en la guerra con Chile. Al respecto, debo mencionar que existe un texto que ofrece un registro parcial respecto de la participación de alumnos de esta Universidad en el citado conflicto bélico, en el cual se señala algunos nombres de sanmarquinos peruanos y extranjeros, de diversas facultades, que participaron en la guerra; más incurre en una omisión al no mencionar el nombre de Jorge Luis Eguren Rodríguez, en dicha investigación.33
 
Un periodista apasionado

Los dos bandos existentes en los que se había fraccionado el Perú era el de los caceristas, quienes demandaban la continuidad de la guerra con Chile y el de los iglesistas, quienes sostenían la inevitabilidad de la rendición. La inclinación claramente cacerista era el caso de Jorge Luis Eguren, como recordaba su hermano José María: “Mi hermano era amigo del gran guerrillero y yo siendo muchacho me puse el Kepí de los caceristas. Cuando la coalición veía pasar las balas y después de un humito se oía el estallido. ¡Qué cosa brava y recia la lucha en la población! La Lima pacífica que usted conoce no lo era ya. Entonces ardía de pasiones encontradas…”.34

El propio poeta conoció a Cáceres a quien describe claramente y con sentido muy agudo de observación:

Estuve con él una tarde en que había ido a visitar a Evangelina para agradecerle una actuación en el Ateneo de Madrid, en la que había hecho recitar mis versos. El bravío jefe era a la sazón ancho de espaldas, alto, recio, pero contrariamente a lo que me suponía su carácter, o el aspecto de su carácter, era más bien suave y dulce. Conversó conmigo sobre su viaje a Alemania y la ocasión en que lo recibió el Kaiser muy orgulloso del conocimiento. Sólo cuando, entre los diversos temas de la conversación mencioné a ciertos oficiales que habían sido sus íntimos, lo vi arder. Los ojos brillantes, el rostro bravío, las patillonas, las mandíbulas contraídas. Se puso de pie y se paseó de un lado a otro. Grande él, imponente…35

Hacia fines del año 1883, el ambiente político cargado de hostilidades hacía presagiar de qué manera se desencadenaría el fin del conflicto con Chile. El 18 de octubre el gobierno chileno, a través de su ministro en Lima, Jovino Novoa, reconoce formalmente al general Miguel Iglesias como presidente del gobierno nacional del Perú. Dos días después se produce la firma del Tratado de Ancón. En el mes de diciembre, el día 20, el diario El Comercio publica el texto del Tratado.

En la ciudad de Ayacucho, Cáceres dirige dos cartas exponiendo su tajante oposición a la firma del Tratado de Ancón, la primera dirigida al general Iglesias, el día 29 de diciembre de 1883: “…temo fundamentalmente que el pacto de paz ajustado con Chile, cuyas condiciones no conozco todavía, sea, más que un arreglo decoroso, el texto de una ominosa ley impuesta por el implacable y soberbio vencedor al vencido…”. Y la segunda carta, dirigida a un personaje no identificado, fechada el 31 de diciembre del mismo año: “…Yo no veo en Iglesias sino a un teniente chileno, que obedece a los propósitos chilenos, que vive bajo la sombra de los chilenos, que cede territorio y dinero a los chilenos…”.

Tal como Basadre lo refiere, la firma del Tratado de Ancón “había cercenado una zona considerable del territorio, que incluía la totalidad de la riqueza del salitre y parte de la del guano; y con ello, arrebató al Perú los medios de atender a sus acreedores extranjeros, y los obligó a asumir, dentro de su pobreza, la responsabilidad de una deuda enorme. El pago de ella parecía imposible con un presupuesto nacional de siete millones de soles. Ni siquiera llegó aquél tratado a terminar la cuestión con Chile; por el contrario, dejó abierta una larga y penosa querella con ese país”.36

La expresa y abierta posición cacerista de Jorge Luis Eguren era ampliamente manifestada y esto se traduce en los artículos periodísticos publicados por él en  un diario de la época. Es el caso que durante el régimen del general Iglesias  surgieron algunos diarios nuevos tales como “La Prensa Libre, con Manuel Bedoya y Jorge L. Eguren (hermano del que fue más tarde genial poeta José María Eguren) se hizo notar por su beligerancia oposicionista”.37 

El diario político y literario, La Prensa Libre, tuvo una vida efímera, aparece en Lima a principios de enero de 1884 prolongándose hasta mayo del mismo año, siendo clausurado por el gobierno del general Iglesias. El editorial,38  redactado cuatro días antes de la firma del Tratado de Ancón, de fecha 4 de marzo de 1884, fue escrito y firmado por Jorge Luis Eguren como Redactor de la sección Editorial.

En dicho artículo, Eguren alerta sobre la imposición de pagos de tributos de sumas exorbitantes a manera de cupos, por el monto de 100,000 soles plata a propietarios de la ciudad de Trujillo, por miembros de los altos mandos y las milicias chilenas apostadas en esa ciudad, sin respetar el tratado de paz que ya se había firmado con el país invasor, desconociendo hasta los más elementales pactos internacionales y contraviniéndolos, abusa de su poder y pretende obligar a propietarios privados a cumplir con dicho pago. Señalando así, que las hostilidades del país ocupante no habían cesado pese a haberse concluido la paz.

Se da cuenta que:

El último vapor del norte ha comunicado la ingrata noticia de la imposición de un cupo de 100,000 soles plata a varios propietarios de Trujillo por el jefe de las fuerzas chilenas enviadas en persecución de las guerrillas de Puga  que acaban de desocupar aquella ciudad, víctima también de las fuertes exacciones cometidas por ese caudillo.
El hecho enunciado no llamaría la atención, si aún persistiera el estado de hostilidades en que durante cinco años hemos permanecido empeñados con Chile, por mucho que fuera de notarse la exorbitancia de la suma impuesta en proporción a la riqueza privada de la localidad.
Hoy no sucede así: el periodo hostil ha pasado, desde que reconocido por el gobierno de Santiago, el del General Iglesias se celebró entre ambos un tratado de paz, que ratificado por el Congreso de Chile lo será dentro de breves días por la Asamblea instalada el 1° del presente en esta capital.
Por este hecho están suspensas las hostilidades de los beligerantes, y a esta suspensión se deben sin duda, la desocupación del norte, la de la Capital de la República, la concentración del ejército de operaciones en pocos puntos, la terminación de los bloqueos y finalmente el recobro de las rentas ordinarias del Fisco que estaban, antes del pacto, en poder del enemigo.
El artículo 2° de uno de los protocolos adicionales establece: que para subvenir en parte a los gastos que impondrá a Chile el mantenimiento del ejército de ocupación, el Gobierno del Perú entregará mensualmente al General en Jefe de aquellas fuerzas, la suma de 800,000 pesos en plata efectiva que se deducirá en primer término de las rentas nacionales.
Si no hemos de reñir con la lógica es, pues, incontrovertible que expresada cantidad pesa exclusivamente sobre la riqueza pública del Perú.
Luego ¿a qué responde la imposición hecha por el Jefe chileno de la fuerza de operaciones del Norte, a la propiedad privada en Trujillo? ¿Se dirá que a los gastos extraordinarios que demanda la expedición?
Pero tal supuesto no puede recaer sobre la fortuna de unos pocos, ni tal expedición ha sido ni es necesaria, desde que según el mensaje presidencial tenemos organizado un pequeño ejército que atiende con decidida voluntad el restablecimiento del orden público, y en todo caso era al Gobierno a quien correspondía procurar esos recursos, no al extranjero, con quien se ha ajustado ya la paz.
Ahora bien, el texto del bando publicado en Trujillo, manifiesta que el Jefe de la expedición procede según instrucciones de su General en Jefe.
¿Y cómo hemos de considerar entonces la medida?
La imposición de tributos por fuerzas extranjeras a una población, es un acto que figura entre las hostilidades bélicas admitidas por el derecho de gentes, de la cual se ha hecho uso constante durante la guerra que terminó; pero la realización del mismo hecho con posterioridad a la celebración de pactos internacionales, no sabemos como pudiera calificarse; pues no vemos la facultad que se invoque para llevarlo a término, a menos que se considere a Trujillo como pueblo beligerante dentro del Estado mismo cuyo gobierno ha ajustado la paz.
No sería de suponerse que el cupo obedeciera al pensamiento de oprimir a un lugar, porque ha sufrido la contrariedad de tener dentro de sus muros las montoneras que acaban de exaccionarlo.
Esto sería temerario e imputable tan solo a la falta de fuerza, en el punto preciso, para resistir el ataque de la fuerza; además en tal caso y puesto que no se trata de una cuestión interna, no sería al extranjero sino al Gobierno del País, a quien cumpliría dictar las medidas del caso sobre el particular, que en ningún extremo se traduciría en la lesión enorme inflijida actualmente a la propiedad privada, sin razón atendible. La restauración del orden sería el fin; el medio, el empleo de la fuerza pública nacional.
Tenemos certidumbre de que es imposible el pago del cupo en la tasa que se ha fijado, y acaso a esta hora los resultados confirmen lo que dejamos puntualizado; pero en todo evento estamos seguros de la ruina que sufrirán los propietarios sobre quienes pesa y del detrimento de la industria de la citada región como que sin capitales, languidece la actividad humana por falta de vida.
La eficacia de estas consideraciones nos induce a creer que el Gobierno tomará cartas en el asunto empleando las providencias conducentes a obtener que se suspenda la imposición.
De este modo llenará uno de sus más sagrados deberes.
¿Han cesado o no las hostilidades?
Precisemos nuestra situación.

En los días subsiguientes, Jorge Luis Eguren continúa escribiendo algunos editoriales en La Prensa Libre, con fechas 5, 6 y 7 de febrero, cuyas disquisiciones versaban sobre agudas críticas al presidente Iglesias y algunos temas de interés político y social: la defensa de la libertad de expresión, las garantías individuales, el papel tutelar del Estado como defensor de estos derechos, la libertad de imprenta, el ejercicio del periodismo y el manejo de la información: “El respeto hacia las personas revestidas del mando supremo de la Nación, es a no dudarlo el barómetro más fiel de la civilización de un pueblo. […] Donde existe cultura, las aspiraciones del individuo están acalladas ante la veneración del bien público, y por lo mismo no se piensa en romper la armonía necesaria entre gobernantes y gobernados”. […] “Hoy empero con las restricciones que se han impuesto a la libertad de la prensa, se ha formado una verdadera valla entre nuestros principios, y los del círculo que rodean al jefe de Estado”. […] “¿Qué es lo que se consigue con establecer el sistema restrictivo, en materia de garantías individuales? […] Aumentar el mal en vez de remediarlo ¿Cuál es el resultado de las trabas que se imponen a la libertad de imprenta? Abrir la puerta a un estado de guerra y de violencia que nunca puede ser el de la libertad”. […] “La sociedad dice al poder: aquí tenéis la ley, guardadla y procurad la felicidad de mis ciudadanos: más nunca puede decir: abandona a vuestro capricho e intereses, los ciudadanos, las leyes y el bien público”.40

En el editorial del día siguiente, Eguren continúa fustigando duramente al gobierno:

La situación creada por algunos miembros del poder que nos rige y las medidas excepcionales que se han tomado contra la libertad de la prensa, manifiestan la necesidad de conjurar el mal que nos amenaza de una manera tal, que haga desaparecer la alarma que ha producido no solo entre los órganos de la opinión pública, sino también en todos los círculos sociales.
    No nos cansaremos de repetirlo.
Todo aquél que ejerce un ministerio público, no tiene más juez que la nación, ni otro premio y castigo que la infamia pública, y los ciudadanos tienen derecho de excitarla denunciándolo a la sociedad.41

El día jueves siete, el tema tratado gira alrededor de las leyes universitarias, sobre su debida aplicación o no, y de la pertinencia de un cambio en la legislación universitaria, que a su juicio únicamente significaría un retroceso en la instrucción superior y la independencia que debería tener la docencia universitaria sin dar lugar a una intromisión política en ningún caso: “Nuestro Reglamento General de Instrucción, debido a la iniciativa del estadista más eminente que ha tenido el Perú desde su independencia, consagra el principio de libertad universitaria, y merced a la creación de este sistema descentralizador, es que la Universidad de Lima ha podido elevarse a un alto y poderoso rango en el dominio de las letras y de las ciencias”. […] “Estos principios consignados en nuestro reglamento, están fundados en la necesidad de establecer una jerarquía que dé organización, vida y unidad a la enseñanza superior, y en el convencimiento de que la instrucción no es un mercado, ni un producto, que se pueda abandonar a las leyes de la oferta y de la demanda”.42

A inicios de 1884, el general Iglesias, había instalado una Asamblea Constituyente en Lima el primer día del mes de marzo en connivencia con el ejército invasor, bajo la presidencia de Antonio Arenas. Siete días después, sin haber deliberación de por medio y con el voto en contra de solo seis de sus miembros, dicha asamblea aprobaría el Tratado de Ancón. La ley de aprobación de dicho tratado se promulgaría el 11 del mismo mes. Posteriormente, “[e]l canje de ratificaciones, vale decir la fase final del proceso de perfeccionamiento del Tratado, tuvo lugar en el despacho del Ministerio de Relaciones Exteriores el 28 de marzo. Ese día apareció La Prensa Libre con una primera plana que tenía filo negro de luto”,43  cuyo texto traducía lo siguiente:

Ha sonado la hora fatal. Al fin quedan sin garantía, sin derechos, sin hogar y sin patria, nuestros hermanos de Tarapacá. ¡Y ay! de ellos sino se resignan a devorar su pena en profundo silencio! con el canje de los Tratados ha coincidido la promulgación de la ley que los condena al cadalso, si dejándose arrastrar por acerbo dolor exhalan siquiera un quejido.
Ayer eran nuestros compatriotas: Hoy son los parias del Perú. El destino cruel ha querido que la fuerza triunfe del derecho y de la justicia. Están abandonados.
Pero, los buenos peruanos, hoy y siempre, estarán con ellos sufriendo con sus sufrimientos, compartiendo sus desgracias. La providencia, que no permite el predominio indefinido del mal, ni de la injusticia, los ampara hoy, los salvará mañana.
Y siempre que las madres de aquel desgraciado pueblo recuerden la fecha terrible, apartando los convulsos senos del labio de sus hijos, les enseñará a balbucir el nombre bendito del Perú.
En los extremos del dolor desesperante, sentimos que nuestro cerebro enloquece y que arde el corazón y hasta la palabra y hasta el quejido, expiran en los labios al nacer. Resignémonos, pues, en este instante de tribulación, y exclamemos como el mártir del Gólgota:
¡Consummatum est!
Juan E. Díaz44

Cargo Diplomático

Desde su cargo diplomático45  Jorge Luis realizó obras de gran importancia en cada una de las representaciones oficiales que se le encomendaron, y desde allí promovió gestiones que beneficiarían a nuestro país en los diversos aspectos que encierran la labor diplomática.

Hacia 1886, Jorge Luis Eguren Rodríguez fue nombrado Cónsul General del Perú en Génova, cuando gobernaba en el Perú Andrés Avelino Cáceres y siendo Ministro de Relaciones Exteriores Manuel María Rivas. Al año siguiente, previa documentación cursada por el Consulado del Perú en Génova, se comunica su llegada a esa ciudad y la obtención de su exequátur.46 

Precisamente, durante su representación en Génova durante el año 1887, se le designó como representante diplomático del Perú en el Congreso Internacional de Ferrocarriles, a desarrollarse en la ciudad de Milán. Entre otros temas propios de su labor diplomática, Jorge Luis informaba sobre el movimiento comercial y marítimo en Italia y en el puerto de Génova y los precios corrientes de los principales artículos de exportación de esa ciudad con destino a los puertos del Perú; así como artículos peruanos exportados hacia Génova. Se tiene noticias también de la aparición del cólera en la isla de Sicilia.

Un año después, en 1888, es aceptado el nombramiento y la designación de Jorge Luis Eguren como Secretario de Primera Clase de la Legación del Perú en las Repúblicas del Plata – Argentina. Habiendo sido nombrado Don Isaac Alzamora como Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, tras la renuncia de su predecesor Alberto Elmore. Meses antes, se informaba sobre la prohibición del ingreso del, vapor “Washington” a algún puerto peruano procedente de las costas del Plata, en vista de la epidemia producida por el cólera morbus y para prevenir la propagación de dicha enfermedad.

Hacia 1891, ejerció funciones propias de su cargo como Cónsul General del Perú en Panamá, durante la gestión de Juan Federico Elmore como Ministro de Relaciones Exteriores. Uno de los aspectos que le cabían dentro de su desempeño era el referido al envío de mercaderías que iban en los vapores que partían del puerto de Panamá con destino al Perú. Asimismo, debía informar sobre los peruanos que habrían de llegar a esa ciudad para poder trabajar en la construcción del Canal de Panamá.

Las obras de construcción del Canal de Panamá se iniciaron en el año 1881, pero este ambicioso proyecto debió enfrentarse desde un inicio a grandes problemas, tales como el terreno agreste, las epidemias de fiebre amarilla y malaria que comenzaron a mermar las fuerzas de trabajo con la consecuente mortandad de los obreros; así como un terremoto ocurrido en junio de 1882. El ingeniero francés Ferdinand de Lesseps, a cargo del proyecto inicial, no pudo terminar la obra por falta de fondos, en el lapso de los siguientes nueve años, por lo que todo parecía estar destinado al fracaso. Finalmente, la compañía de Lesseps fue asumida por Philippe Jean Bunau-Varilla, otro ingeniero a cargo de la obra quien lograría finalmente un acuerdo con el gobierno de los Estados Unidos, concluyéndose la construcción del canal e inaugurándose el 15 de agosto del año 1914.

Con fecha nueve de enero de 1891, el general Andrés Avelino Cáceres es enviado como Ministro Plenipotenciario del Perú ante el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda y Francia; por ello Jorge Luis Eguren recibe personalmente a su amigo y correligionario el ex presidente Cáceres y pide que se le brinden las facilidades necesarias para que no tenga inconvenientes en su tránsito por Panamá. El dos de agosto del año anterior, el congreso peruano había señalado como ganador de los comicios presidenciales al coronel Remigio Morales Bermúdez, quien asumiría el mando ocho días después con su Primer Ministro Mariano Nicolás Valcárcel. Un año después, el siete de mayo de 1892, el general Cáceres retornaría al Perú de su misión diplomática en Europa.

Hubo otro personaje político peruano enemigo y oponente de Andrés A. Cáceres quien también hizo su paso por Panamá en estas fechas, pero por motivos totalmente adversos. A fines de marzo de 1890, Nicolás de Piérola y sus seguidores irrumpieron violentamente en el desfile partidario del candidato del partido civil a la presidencia, Francisco Rosas. El presidente Cáceres lo envía a prisión el cinco de abril de ese mismo año. Posteriormente, Piérola lograría fugarse de la cárcel el cinco de octubre de 1890 -había permanecido oculto en Lima durante varios meses-. Al año siguiente, el catorce de abril, Piérola debió embarcarse clandestinamente hacia el exilio y hacer su arribo al puerto de Panamá, con motivo de dirigirse a las costas de Francia, precisamente al puerto galo de Saint Nazaire.

Por otro lado, la situación de notoria pobreza de algunos compatriotas peruanos en Panamá, obligó a Jorge Luis a solicitar autorización al Estado peruano para prestarles auxilio y lograr su repatriación. Así como la mortalidad que hay en ese país durante los meses de agosto y septiembre. Se menciona, también la llegada de armamento para el Perú, comprado por el comisionado del gobierno Sr. Cuadros durante el año 1891.

En el aspecto comercial, se alude a un decreto emitido por el gobernador de Panamá referido a la venta o consumo de las yerbas, alcohol, tabaco, entre otras especies que sean introducidas en ese país, para el año 1891.

Un discurso para la reina

Al iniciarse el siglo XX, el 22 de enero de 1901, el mundo conoció la noticia de la muerte de la reina Victoria47  de Inglaterra, motivo por el cual se le realizaron numerosos homenajes en distintos lugares del planeta.

Uno de estos homenajes fue el realizado en Iquique, por la colonia inglesa residente en esa ciudad, así como por diversos miembros del cuerpo diplomático, tal es el caso de Jorge Luis Eguren Rodríguez, Cónsul del Perú en Iquique.

El cónsul peruano pronunció un sentido y connotado discurso exaltando las grandezas de la patria inglesa, sus habitantes y su soberana. Su admiración puede ser claramente apreciada como lo expresa: “[...] asociándose al duelo de la nación inglesa, hondamente contristada por la sensible pérdida de su augusta soberana, la reina de la Gran Bretaña e Irlanda y Emperatriz de la India; y yo, entusiasta por ese pueblo creador y grande que ha regado de fecundante rocío la historia contemporánea y ha sido uno de los inspiradores de la civilización moderna”.48

Aludiendo a la muerte de la reina, en esta disertación se pone en relieve el sentimiento y la sensibilidad demostrada por Eguren, su profundo entendimiento de la levedad del ser, y su relación perenne con el mundo, hasta la triste hora en que solo queda el alma y se transforma para siempre: “Todo pasa señores, el mundo moral, como el mundo físico, sufre transformaciones. Las generaciones vienen, se fatigan, perecen, y, como las hondas de la arena del desierto, las de hoy duermen sobre las de ayer y en este constante cataclismo, en esta metamorfosis perpetua, sólo una cosa queda inmóvil y con vida: la historia”.49 

Eguren exaltó a S. M. Victoria con palabras sencillas pero que describían la grandeza de sus actos “penetrando en su extraordinaria sagacidad, nuestra época, se hizo popular, eligiendo lo que el pueblo elegía y amando lo que el pueblo amaba”.  Asimismo, destaca la vida pública de la soberana, dibujando y recreando el amor por su pueblo, defendiéndolo para lograr grandemente el bien, la gloria y la justicia; conociendo los manejos de la política sin dejar que ella o la altivez del poder opacaran la sencillez de su corazón.

Un jurista por vocación

Terminada la guerra, Jorge Luis Eguren, fue funcionario del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción, pese a haber interrumpido sus estudios a causa de la guerra con Chile, en donde tuvo participación activa como hemos visto, Jorge Luis Eguren, se tituló como abogado en el año 1885, con su tesis “Cuestiones de legislación sobre los hijos nacidos fuera del matrimonio”.51  En la Iglesia colonial de San Lázaro de Lima, Eguren contrajo nupcias con María Rosa Micaela Mendívil Prunier, el día 10 de agosto de 1886, con quien tuvo diez hijos: María Sara Eulalia, Rosalba Margarita, María Julia Angélica, María Esther Carmen, María Teresa, Juana, María Rosa Micaela, José María Jorge Isaac, Aurelio y Eduardo.

El 12 de julio del año siguiente fue nombrado Relator de la Corte de Lima.52  En  este año, Eguren fue distinguido con el cargo de Cónsul General en Génova – Italia, por quien fue su gran amigo y correligionario el general Andrés Avelino Cáceres, con quien combatió, como ya mencioné, en la Guerra del Pacífico. Retoma su carrera como jurisconsulto, luego de terminar su misión diplomática en Panamá, en el año 1891. Posteriormente, existe una inscripción de matrícula de abogados de la Ilustrísima Corte Superior de los departamentos de Lima, Junín, Ica, Callao y provincia de Huánuco, cuya recepción o incorporación está fechada el 12 de julio de 1892.53  El 19 de septiembre del mismo año, Eguren se inscribe en el Colegio de Abogados de Lima como socio titular.54

Su carrera como magistrado fue en ascenso y se afianzó con el correr de los años. Tres años después, en los meses de septiembre55  y octubre56  de 1895, es nombrado nuevamente Relator de la Segunda Sala de Lima y Juez de la Segunda Sala de la Corte Suprema de Lima, respectivamente.

A los pocos meses de haber asumido por segunda vez la presidencia del gobierno Andrés A. Cáceres, comenzaron a surgir las llamadas montoneras en diversos lugares del Perú, “[a]unque tenían el ambiente público a su favor, los montoneros no llegaban a asestar golpes decisivos al gobierno. Carecían de unidad, de  volumen y de armamento. Piérola era necesario. Y Piérola demoró su partida del destierro en Chile. “Nada es más duro para mí que ver a mis amigos luchando sin estar yo al frente de ellos, cosa en la que no he consentido jamás, escribió entonces”.57

Nuevamente, Jorge Luis interrumpe su carrera como juez para cumplir con su último cargo diplomático como Cónsul del Perú en Iquique. Pasado el fin de siglo, el 22 de abril de 1902, es designado Juez del Distrito Judicial de Lima, Provincias Lima, Huarochirí y Canta.58  Los sorprendió la muerte cuando era Juez de Primera Instancia en lo criminal, el 25 de abril del año 1905, a la edad de 50 años, de ello se da cuenta en una nota aparecida en un medio periodístico de la época, en la revista Actividades, en la sección de “Últimos sucesos” del día 6 de mayo. Se publica el obituario de Jorge Luis Eguren Rodríguez refiriéndolo de la siguiente manera: “En Lima ha dejado de existir el Dr. Jorge L. Eguren, Juez de 1ª. Instancia en lo criminal, magistrado austero, inteligente y sagaz, hombre honrado e inteligente que supo la ciencia difícil de aplicar la justicia. Sus numerosos amigos que le estimaron y le quisieron sinceramente han visto con dolor su desaparición inesperada”.59


Corolario

Para el poeta José María Eguren, sus hermanos fueron el ejemplo a seguir y el  referente más cercano que tuvo desde su nacimiento y a lo largo de toda su vida, quienes le dieron gran parte de su formación como individuo y ser humano. Los hermanos mayores casi siempre son admirados por los menores que quisieran ser como ellos.

Pero a pesar del temperamento y carácter de José María, distinto, al de sus hermanos, pasaban largas horas en el apacible ambiente bucólico de Chuquitanta. Por otro lado, el gusto compartido por las letras de los hermanos, cada uno en su campo y en lo que más les apasionaba, ya sea la poesía, el derecho, la política o la administración pública.

La herencia familiar de la que estos hermanos provenían, era de un hogar muy unido, extremadamente católica practicante, de valores muy acendrados, los hacía genéticamente herederos de una vida dedicada desde sus ancestros, padre y abuelo a los quehaceres de la vida pública.
   
En el caso del poeta, su interés no estaba en otra cosa que en lo que le movía el espíritu y la fantasía de la vida, no habría nada más para él. Era un artista, por lo tanto se dejaba guiar únicamente por sus sentimientos. Incluida la creación de sus poesías, la pintura, las fotografías y la invención de cosas raras y poco comunes, como una cámara fotográfica diminuta o un prismático; cosas que obsequiaba generalmente a sus amigos. Distinto era todo para sus hermanos Isaac y Jorge Luis, que tenían en común la vida real, desde lo material, la política, los problemas del país y la vida cotidiana.  

La hacienda Chuquitanta formó parte siempre del sentimiento familiar, e Isaac se dedicó a ella en las épocas tanto de bonanza como de dificultades, sobre todo durante el período de la guerra con Chile, en que muchas de las haciendas fueron abandonadas por sus dueños y que la población trabajadora en donde también habían extranjeros, chinos culíes, se sublevaron en contra de algunos hacendados, probablemente por malos tratos, aprovechándose de esto el ejército invasor. Este no fue el caso de Chuquitanta, la familia se mantuvo en la hacienda a pesar de la guerra, logrando mantener la producción de sus tierras.

Hacia finales del siglo XIX, el hacendado Isaac acepta estar al frente de un cargo público y es designado alcalde de Carabayllo, precisamente en el valle en dónde se encuentra ubicado el fundo Chuquitanta. Hacia 1912 formó parte de la agrupación política llamada Partido Civil Independiente.

Al finalizar la guerra, en la aceptación de la derrota de una guerra que no buscamos; Jorge Luis reemplazó las armas del combate por las de las letras y las trasladó al campo del periodismo, ejerciendo una crítica dura hacia los representantes del gobierno quienes debían tutelar y conducir los destinos del Perú en la circunstancia más amarga que le tocó vivir a nuestra historia patria, la reconstrucción total del país al culminar la guerra con Chile.

La experiencia en un campo que no le era ajeno, el de las letras, fue trascendental para Jorge Luis Eguren, a través de la denuncia de diversos hechos que no eran otra cosa que las graves consecuencias de la guerra que él había vivido en carne propia, el reconstruir el país desde los cimientos no fue fácil.  El campo periodístico sirvió para devela el estado caótico de cosas en todos los ámbitos de la vida nacional, en la educación, la economía y hacienda pública, la administración pública, la industria, el comercio, la agricultura y la minería; son algunos de los aspectos que necesitaban atención urgente por parte del estado y la ciudadanía en general, en esta hora aciaga.        

La designación en diversos cargos diplomáticos, en Génova, las Repúblicas del Plata, Panamá e Iquique entre otras; significó el corolario para una vida vivida con gran intensidad, especialmente en la juventud de Jorge Luis Eguren, el tema de la patria estuvo siempre presente, la defensa de los más altos ideales en pro del bien público y el de sus compatriotas desde el extranjero.

Notas
________________________

1  Estudiante de Licenciatura en Historia. Universidad Católica Argentina. Trabajo que forma parte de la tesis “Rastros familiares: José María Eguren, los orígenes y trayectoria de la familia Eguren en el Perú”.
2  Agradezco la información proporcionada por los historiadores Delfina González del Riego y Rodolfo Castro.
3  Ricardo Silva Santisteban únicamente menciona a sus hermanos, Jorge, Susana y Angélica. Véase José María Eguren, Obras completas. Biblioteca Clásicos del Perú / 7, Banco de Crédito del Perú. “Prólogo”, pág. XV, Lima, 1997.
4  En la trayectoria vital descrita por Silva Santisteban, incurre en dar una información inexacta; pues, como veremos más adelante, el hermano de José María Eguren, Isaac, fue dueño de la hacienda Chuquitanta. Loc. Cit., pág. XV.
5  La palabra Chuquitanta proviene de un vocablo quechua que significa: chuqui (lanza) y tanta (reunión), reunión de lanzas.
Chipana Rivas, Jhonny. Libro de Oro de San Martín de Porres. Municipalidad de San Martín de Porres. Lima, 2013, pág. 99.
7  El autor señala seis ingenios en el año 1930 para el valle de Carabayllo, incluida la hacienda Chuquitanta  mencionando a su propietario: Testamentaria Isaac Eguren. Información de Eugenio Garró, 1935, pág. 405.
8  Op. Cit., pág. 97.
9  La parroquia de San Marcelo fue edificada a mediados del siglo XVI, en el año de 1551, por la Orden de San Agustín que había llegado al Perú. En 1585, Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima la convierte en parroquia.
10 Su casa colindaba con el llamado antiguamente callejón de Romero. Véase: “Chuquitanta un sobrevuelo por su larga historia” de Fernando Flores Zúñiga, inédito, pág. 43.
11 Como veremos, Ricardo Silva Santisteban incurre en un error mencionando que el poeta José María vivió en la hacienda Chuquitanta donde su padre desempeñaba labores de administración. Véase Obras Completas de Eguren. Op. Cit., pág. XV.
12 Documento formalizado mediante escritura elevada el 3 de julio de 1894 ante Juan Ignacio Bérninzon. Loc. Cit.
13 Al testar Nicolás H. Rodríguez Hercelles también legaría, dinero, entre otros: a sus hermanas Eulalia Rodríguez Vda. de Eguren y Josefina Rodríguez Vda. de Anduaga, diez mil soles a cada una; para los pobres la suma de mil soles. A su sobrina ahijada Rosalía Rodrigo Eguren (hija de su socio en la hacienda Chuquitanta Don Aurelio Rodrigo), la cantidad de mil soles. Dadas estas características, está claro que Don Nicolás era gran benefactor y hombre generoso. Op. Cit., págs. 43-44.
14 Op. Cit., pág. 43.
15 Existe un error, el segundo apellido debe ser Izarnótegui.
16 Idem
17 Op. Cit., pág. 45.
18 Ministerio de Fomento. Resúmenes del censo de las provincias de Lima y Callao, levantado el 17 de diciembre de 1920, págs. 91-92.
19 Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima. Correspondencia del siglo XIX.
20 Partida de Defunción del Consejo Provincial de Chancay, proporcionada por Francisco Pérez Eguren.
21 Padre e hijo fueron alcaldes, por ello sirve la aclaración de que Isaac Manuel Eguren Rodríguez fuera alcalde de Carabayllo entre 1895 y 1896; y su hijo Isaac Manuel Eguren Viera lo fue en el municipio de Barranca a partir del año 1929.
22 García Rada, Domingo. Memorias de un juez. Editorial Andina. Lima,  1978, págs. 27-28.
23 Estuardo Núñez, “La cultura italiana en el Perú del siglo XX”. Prólogo: Cartas desde Italia. Empresa Editora Amauta, Lima, 1969.
24 Discurso pronunciado por Teresa Bérninson Eguren, en la Casa de la Literatura Peruana el 18 de marzo de 2011, con motivo de la celebración del centenario de la publicación de Simbólicas (1911).    
25 Anales Universitarios del Perú, Publicado por el Dr. D. Juan Ramón Antonio Ribeyro, rector de la Universidad de San Marcos de Lima, tomo VII. Imprenta de J. Francisco Solís, Lima, 1873, pág. 110.
26 Op. Cit., pág. 141
27 Basadre Grohmann, Jorge. Historia de la República del Perú, t. VIII. Editorial Universitaria, Lima, 1969, pág. 295.
28 Op. Cit., pág. 289.
29 Op. Cit., pág. 299.
30 Op. Cit., pág. 306.
31 Op. Cit., pág. 455.
32 Basadre Grohmann, J. t. IX, Op. Cit., pág. 10.
33 Buenaño Olivo, Julio C. Revista Investigaciones Sociales, “La Universidad Mayor de San Marcos y los sanmarquinos durante y después de la guerra con Chile. UNMSM/IIHS. Lima, vol. 14, N° 25.
34 “José María Eguren, todo un poeta”, entrevista de César Franciso Macera, 1940. José María Eguren, Obras completas. Biblioteca Clásicos del Perú / 7, Banco de Crédito del Perú. Lima, 1997. pág. 398.
35 Op. Cit., págs. 398-399.
36 Basadre Grohmann, J. t. IX, Op. Cit., pág. 11.
37 Op. Cit., pág. 81.
38 Diario La Prensa Libre, Lima, martes 4 de marzo de 1884, pág. 2.
39 El coronel José Mercedes Puga se declaró Jefe Superior político y militar en el norte del Perú, desconociendo al presidente Iglesias. Primero combatió en la zona de Cajamarca y posteriormente en Trujillo, Huaraz y Huamachuco, manifestando su subordinación a Cáceres. Véase: Basadre Grohmann, J. Op. Cit., págs. 467-468.
40 Diario La Prensa Libre. Lima, martes 5 de febrero de 1884, s/p.
41 Diario La Prensa Libre. Lima, miércoles 6 de febrero de 1884, s/p.
42 Diario La Prensa Libre. Lima, jueves 7 de febrero de 1884, s/p. Otra colaboración de Jorge Luis Eguren en este diario fue la traducción del francés del artículo “El poder de la oración” de fecha 1° de febrero del mismo año.
43 Pereyra Plasencia, Hugo. “Una aproximación política, social y cultural a la figura de Andrés A. Cáceres entre 1882 y 1883”. Tesis para optar el grado académico de Magister en Historia, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2005.  
44 Diario La Prensa Libre, Lima, viernes 28 de marzo de 1884, pág. 1.
45 Información recabada de los archivos históricos del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú.
46 En el lenguaje legal o diplomático la palabra exequátur alude a la autorización para que una autoridad  de un estado pueda ejercer funciones propias de su cargo.
47 Victoria, quien fue coronada y gobernó desde 1837 durante sesenta y tres años, tuvo que ser quien debía asumir los destinos de Inglaterra. Luego de largos años de decadencia de la monarquía inglesa después de los reinados de su abuelo Jorge III, un rey enfermo de demencia; y de sus tíos Jorge IV y Guillermo IV, quienes no tenían descendencia y agudizaron la inestabilidad del estado monárquico inglés. Es pues ella quien llevaría a su país al mayor florecimiento que pudo experimentar a lo largo de su historia, con su férreo carácter y decisión gobernó brillantemente, logrando poder y prestigio, un floreciente desarrollo económico en Inglaterra, y conquistando territorios como la India, Australia, parte de África y Canadá. La Inglaterra victoriana se convierte, entonces, en una sociedad fuerte, con una sólida economía y una política internacional imbatible; así como la prosperidad de las letras, las ciencias y las artes, durante una época en la que el mundo europeo se tambaleaba por una vorágine de cambios y transformaciones. Durante su reinado se afianzó el proceso de industrialización en Inglaterra y la autonomía de los primeros sindicatos.    
48 Jorge Luis Eguren Rodríguez. Discurso pronunciado en la velada realizada en honor de S. M. la reina Victoria Alejandrina Augusta de Kent y de Sajonia Coburgo, soberana de Inglaterra y de la India. Imprenta Americana, Lima s/f, pág. 2.
49 Op. Cit., pág. 3.
50 Op. Cit., pág. 5.
51 Ramos, Carlos Augusto. Historia del Derecho Civil Peruano. Los signos del cambio. Fondo Editorial PUCP. Lima, 2000, pág. 414.
52 Memoria que presenta el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción al Congreso Ordinario de 1900. Imprenta Torres Aguirre, Lima, 1900, pág. 361.
53 Memoria que presenta el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción al Congreso Ordinario de 1892. Imprenta Torres Aguirre, Lima, 1892, pág. 64.
54 Memoria que presenta el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción al Congreso Ordinario de 1900. Imprenta Torres Aguirre, Lima, 1900, pág. 310.
55 Memoria que presenta el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción al Congreso Ordinario de 1896. Imprenta Torres Aguirre, Lima, 1896, pág. 147.
56 Op. Cit., pág. 176.
57 Basadre Grohmann, J. Op. Cit., t. X., pág. 103.
58 Memoria que presenta el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción al Congreso Ordinario de 1904. Imprenta Torres Aguirre, Lima, 1904, pág. 227.
59 Revista “Actividades”, Año III, N° 10, s/p.

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