Alfredo Bryce Echenique
Mi vida familiar ha estado profundamente ligada a la provincia

Por Pedro Escribano
Fuente: Miercoles, 04 de julio de 2012 | 4:30 am
http://www.larepublica.pe/04-07-2012/alfredo-bryce-mi-vida-familiar-ha-estado-profundamente-ligada-la-provincia

Alfredo Bryce acaba de publicar Dándole pena a la tristeza (Peisa), su última novela que recrea el auge y el derrumbe de una familia aristocrática en el Perú, una historia que roza su mundo familiar, pero en el fondo metaforiza cómo el racismo, el poder y los prejuicios emponzoñan hasta la ruina total.

¿Con esta novela recupera un poco el mundo de Julius, las historias de familias aristocráticas?
Yo creo que sí. Miro el pasado remoto y futuro que se vuelve pasado. El desenlace de una familia entre los siglos XIX y XX como cumpliendo una fatalidad que está establecida en todas las grandes familias, como se dan en novelas francesas o alemanas.

También hay una visión de Lima que se fue y aún está.
Ya lo creo, y está enriquecida porque mi vida familiar ha estado profundamente ligada a la provincia. Yo soy visto como limeño por libros como Un mundo para Julius, pero en esta novela está presente todo el mundo andino donde yo viví. Mi padre fue educado y trabajó desde niño en Jauja. Si por él hubiera sido, habría vivido más a gusto en Jauja.

¿Era viajero como José Ramón o no era tan aventurero como este personaje?
–Tanto y más, y yo fui su copiloto, siempre su copiloto, desde niño hasta los 24 años, edad en la que me fui a Europa.

El protagonista de la novela es en realidad José Ramón y no Fermín Antonio. ¿O se toman postas?
Más bien se quitan las postas. Yo creo que es una cosa evidente en la novela que queriéndose y siendo primos, hermanos, suegros, yernos, hay  momentos que por poco no se enfrentan a cuchillazos.

Esta novela intenta mostrar las vísceras de una familia y del poder económico.
Claro, el asesinato mismo está justificado para guardar el orden del linaje.

En la obra don Fermín Antonio, el banquero, tiene complejo de ser más bajo que un alemán. ¿El Perú es un país de acomplejados?
No creo eso. Yo creo que el Perú es un país complicado, dividido, que no se ha encontrado. El mestizaje realmente es muy difícil, muy doloroso y duro, y aquello que hemos logrado con la gastronomía no lo hemos  logrado en el mestizaje.

Fermín Antonio expresa en un pasaje: “En esta familia lo único andino que existe es la servidumbre”.
Es un racismo puro y duro de un hombre que no sabe que es racista. No sabe lo bruto que es, porque va a perder por culpa de esos prejuicios atroces. Y sin embargo es capaz de atender a esa gente, darles las mismas medicinas que se aplica a sí mismo, la misma comida. En otras familias, los empleados domésticos comían cosas distintas, no tenían agua caliente, para mi familia eso era un atentado contra el cristianismo. Eran paternalistas. Mayordomo, empleadas que llegaban a mi casa no querían irse nunca jamás y no se fueron nunca jamás y mandaban a veces más que nosotros. Perdía su equipo de fútbol, el mayordomo no servía la mesa (risas).

O sea, como dice el poeta, “allegados eran iguales”
Exactamente. Teníamos los mismos médicos, la misma alimentación, los mismos baños y unas vacaciones de no sé cuántos meses, en sus respectivas provincias, pagadísimas. Tanto es así que cuando Juan Velasco Alvarado dio las primeras leyes a favor de los servidores domésticos, los empleados de mi abuelo y mi padre se mataban de risa. Ellos eran avanzadísimos, más bien las leyes de Velasco los privaban de beneficios.

Lo que demuestra la novela también es que el poderoso vive desconfiado de su socio.
–Sí, el pez grande se come al chico, dices. Al menor descuido, te cae un zarpazo.

Según la novela, ¿la aristocracia temió las prédicas populistas del ex presidente?
Es que la buena campaña de Belaunde es la que inspiraba el miedo a los poderosos, pero la presidencia efectiva de Belaunde, pusilánime, defraudaba las expectativas del pueblo peruano.

Ese lema de Belaunde, “la conquista del Perú por los peruanos”, era casi senderista para esa época…
Absolutamente, sin duda. Sí, yo recuerdo conciliábulos de amigos de mi papá para no votar por Belaunde y votar por Odría.



 

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