Protagonistas del Realismo Mágico
Parentescos cercanos del boom


Por José Antonio Bravo
Fuente: Variedades 277, Lima 28/05/12
http://www.elperuano.pe/Edicion/variedades.aspx

El fenómeno literario que surgió entre los años 1960 y 1970 tiene varios protagonistas. El autor considera que a Fuentes, Vargas Llosa, Cortázar y García Márquez se suman otros escritores de gran calidad, algunos de ellos precursores de este movimiento. Aquí el recuento.

La reciente partida lamentable de Carlos Fuentes va a dejar, durante mucho tiempo, ingentes cantidades de temas en el tintero acerca de la novela (literatura en general), arte, sociología, política, antropología e historia en el quehacer de nuestros pensadores y ensayistas de Latinoamérica.

Lo primero que salió a flote a raíz de la muerte de Fuentes fue que él era uno de los narradores del famoso boom de la novela latinoamericana, en cuyo grupo también estuvo desde los inicios de los años sesenta Mario Vargas Llosa, Vicente Leñero, José Donoso, generalmente los narradores vinculados a la editorial Seix Barral que comandaba el poeta español Carlos Barral, quien, luego de la extraordinaria salida al mercado de Cien años de soledad a través de la editorial Sudamericana (Buenos Aires), no tuvo más remedio que renunciar a la Editorial de Barcelona por haber rechazado la novela de García Márquez. Pero, valgan verdades, es a Carlos Barral a quien se debe este movimiento de calidad literaria, que insurgió por medio del Premio Biblioteca Breve. Porque Seix Barral también tomó en cuenta a otros escritores que no necesariamente ganaron el Premio para integrarlos a sus series literarias; esta es una de las razones por las que Carlos Fuentes es criticado cuando gana, casi tardíamente, el Premio Biblioteca Breve, porque ya era famoso cuando gana con Cambio de Piel, hubo ciertos comentarios adversos porque no se trataba de un escritor debutante sino más bien consagrado. Pero esta situación amplió el espectro de otras editoriales para considerar la incorporación de la calidad al movimiento literario; así, los críticos comenzaron a incluir a Juan Rulfo, con Pedro Páramo y el Llano en llamas, quien ya estaba en el Fondo de Cultura Económica y otros que estaban en diferentes editoriales como la de Joaquín Mortiz, por cuyas publicaciones conocimos a Augusto Monterroso. Las traducciones que venían delBrasil eran a través de Lozada (Buenos Aires) como los libros de Joao Guimaraes Rosa con Gran Certao Veredas, que también se publicó en Seix Barral.

El mismo Roa Bastos de Paraguay fue captado y publicitado desde antes que se publicara su famoso Yo el Supremo. Entonces se comenzaron a hermanar las editoriales, porque en el fondo la gran mayoría habían sido fundadas y dirigidas por españoles: Losada, Joaquín Mortiz, Siglo Veintiuno y también Seix Barral.

Pero llegó el momento en el que la crítica no se centró en las editoriales sino en autores de calidad, allí se fortalecieron Rulfo y Miguel Ángel Asturias, quien voló muy rápidamente a la estratósfera y llegó pronto al ansiado Premio Nobel, pero ya El Señor Presidente había dado la vuelta al mundo y traducido a treinta lenguas. Es bueno recordar ahora, que el gran peso de Miguel Ángel Asturias venía también por su traducción del mundo mitológico maya: Historias del Chilam Balam, porque en el fondo –aunque Asturias era abogado– su trabajo fue siempre el de un antropólogo, con temas también metidos en esa disciplina, allí están sus Leyendas de Guatemala, Mulata de tal y casi todos sus libros que están impregnados de asuntos antropológicos.

Pero no es casual el interés acerca de Latinoamérica por nuestros escritores, allí está la gran preocupación cultural de Alejo Carpentier, que tiene una obra magistral desde ¡Ecué-YambaÓ! Historia Afrocubana, pasando por El reino de este mundo (libro en el que explica con maestría la aparición del rito vudú), hasta llegar, entre muchos libros, a la singular creación de Concierto Barroco. Pero, sobre todo, a Carpentier le debemos la primera sistematización gruesa de aquello que ahora llamamos Realismo mágico o lo Real Maravilloso.

Pero no solamente Carpentier y Asturias fueron incorporados a lo que se llamó (y llama) boom, sino que también se comenzaron a integrar, mediante la crítica a muchos pesos "pesados" como Onetti, Sábato y Benedetti, engrosando con ellos la calidad indiscutible de la narrativa latinoamericana, tanto que en la mayoría de las universidades importantes de Europa y América toda se incluyó en los currículos sobre nuestro continente la asignatura de Literatura Latinoamericana, que, hace más o menos cuarenta años, ya contenía a lo Real maravilloso; no nos olvidemos que esta modalidad narrativa ostenta dos premios Nobel: Gabriel García Márquez y Miguel Ángel Asturias, pero con las perspectiva del boom, ahora, incluyendo a Mario Vargas Llosa serían tres premios Nobel.

Sin embargo, la presencia de Jorge Luis Borges en cualquier estudio, así como la de Adolfo Bioy Casares, Salvador Garmendia, Carlos Contramaestre, José Durand Flórez y Manuel Mejía Valera son y deben ser inamovibles.

Y lo que ha sucedido es que en el camino, desde los años sesenta hasta ahora se nos han perdido nombres que debieron tomarse en cuenta; pero sabemos que por alguna razón política debieron ser eliminados, hablo de Jorge López Páez, por ejemplo, con más de seis novelas publicadas por Joaquín Mortiz, nunca fue tomado en cuenta y conste que no hay en toda la novelística del continente una novela picaresca contemporánea como Pepe Prida; y así Joao Da Costa Moreira, que no floreció en Brasil habiendo escrito uno de los libros más originales de la literatura contemporánea como Destronautas; o la sutil maestría de Luis Domínguez en Siberia Blues, quien, igual que Carlos Drogguet, desapareció del panorama de la narrativa chilena.

Pero hay que resaltar la adenda del movimiento de calidad de la narrativa de nuestro continente y que lleva el nombre de post-boom en donde sí hay nombres de valía como Alfredo Bryce Echenique, quien ha permanecido siempre con su estilo original y entretenido desde Un mundo para Julius, a Néstor Sánchez de Argentina, quien escribió aquella novelita titulada Nosotros dos, que le siguió El amhor, los orsinis y la muerte, maestro a quien el mismo Julio Cortázar le dedicó algunas páginas en su libro titulado Último round.

Y qué bueno que a propósito de Néstor Sánchez tengamos con el mayor gusto que mencionar en este maravilloso mundo de la mejor narrativa de la América de habla hispana al gran maestro, a nuestro juicio, sin dudas, incluyendo a Borges, maestro de maestros por donde se le vea: don Julio Cortázar; todos sus libros enseñan, todos: línea melódica incomparable, invención del Gilico, manejo de posibilidades significativas de los términos a través de los cambios semánticos no solo en la palabra misma, sino a través de sus posibilidades combinatorias (ver: "Me caigo y me levanto" en La vuelta al día en ochenta mundos), o creación de personajes ilusorios como en Historia de Cronopios y de famas o, por ejemplo, el planteamiento de opciones de lectura como la que propone este genio del arte de contar llamado Julio Cortázar en Rayuela.

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