Óscar Colchado Lucio
Hombre de mar y tierra Hombre de mar y tierra

Por Marco Fernandez
Fuente: La Primera, Lima 21/01/12
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/entrevista/hombre-de-mar-y-tierra_103702.html

El escritor Óscar Colchado Lucio nació en Áncash, y a sus cinco años de edad, recaló en Chimbote, donde trabajó en sus vacaciones escolares como mecánico de lanchas, se codeó con pescadores, y conoció a los personajes reales de “El zorro de arriba, el zorro de abajo”, de José María Arguedas”, también ambientada en ese puerto. En su más reciente entrega literaria, “Hombres de mar”, Colchado nos retrata la vida de los pescadores: sus amoríos, sus tristezas, su trabajo y su lucha constante por un mundo mejor.

A los 17 años de edad, recuerda, ya estaba encaminado, porque desde el colegio escribía poemas, cuentos y publicaba en el periódico mural. Entonces, solo le gustaba escribir, sin pensar en ser escritor algún día. Los niños lo conocen por la saga de “Cholito”, incluso algunos con los que se ha encontrado en sus constantes conferencias le han preguntado “¿Cuándo viaja Cholito a la luna?”. Los jóvenes deben haber leído “¡Viva Luis Pardo!” y adquirido la adultez literaria con “Rosa Cuchillo”. Su más reciente entrega es “Hombres de mar” (Alfaguara, 2011), ambientada en el Chimbote de su infancia y adolescencia, donde conoció a los personajes de la vida real de “El zorro de arriba, el zorro de abajo”, novela de José María Arguedas también ambientada en esa ciudad.

Hombres de mar

En la novela” Hombres de mar”, alude usted a Luis Banchero Rossi, uno de los símbolos del empresariado peruano, donde sugiere que le debe sus riquezas al narcotráfico. ¿Pretende acabar con ese ícono?
—No me consta que Banchero hubiera sido narcotraficante. Eso lo insinúa un personaje en la novela en base a lo que se especuló por mucho tiempo acerca de su muerte: que la mafia del narcotráfico lo habría matado, como también se decía que fueron el presidente Juan Velasco Alvarado y los generales de su entorno los que lo hicieron a fin de quitarlo del camino para estatizar la pesca, y muchas especulaciones más.

¿Y usted qué cree?
—Tengo mis dudas, pero parece que hay algo de cierto ahí, porque Banchero Rossi viajó a la selva para exportar el maracuyá. Muchos decían que no era tanto el interés por el maracuyá, sino que su interés sería traer Drogas de la selva y embarcarlas en las exportaciones de harina de pescado hacia el extranjero. No podría afirmarlo ni negarlo, sino decir que eso fue vox pópuli. Y también se dice que lo mataron por eso.

“Hombres de mar” es una novela de la vida del pescador: sus amoríos, sus tristezas, su trabajo, su organización por la mejoría de las condiciones laborales aparecen retratados muy bien. ¿Cómo ha logrado construir esos personajes con tanta precisión?
—Ciro Alegría decía que la mejor documentación para un escritor era la documentación humana, y conmigo ocurrió eso. En efecto, yo gocé y padecí la vida de los pescadores en Chimbote, debido a que en mi juventud fui obrero por temporadas en la flota pesquera de una fábrica. Estuve en Chimbote desde mi infancia. Yo nací en los Andes, en Áncash, pero a los 5 años mis padres me trasladaron al litoral, y ahí pasé mi infancia, ahí tuve toda mi Educación. Ayudaba a un pariente que era mecánico de lanchas. Entonces, cuando tenía vacaciones en mis estudios, yo trabajaba en los muelles, ayudando a reparar lanchas. Ahí fui conociendo a los pescadores, los vi de cerca; tenía también familiares que eran pescadores, amigos de mi barrio, es decir, el mundo de la pesca estaba muy entronizado en mí debido a esas vivencias, porque yo he participado en todas las actividades de los hombres de mar.

Los personajes de Arguedas

Uno de sus personajes es José María Arguedas y la temática de su novela se asemeja, de alguna manera, a “El zorro de arriba y el zorro de abajo”. ¿Es una deuda con Arguedas?
—En efecto, yo aprendí mucho de la novela de Arguedas ambientada en Chimbote. Aún más, conocí muy de cerca a los personajes protagónicos de “Los zorros…”, como el Loco Moncada, Chaucato, el cura Cardozo, Hilario Caullama, entre otros.

¿Trabajó con ellos en esos tiempos o los conoció hace poco para escribir la novela?
—Los conocí en aquellos tiempos, en el momento en que yo trabajaba; solo los veía. Entonces no sabía que esos personajes formarían parte de las ficciones de Arguedas. Yo los he visto saliendo de la fábrica pesquera, embarcados en la lancha, haciéndose bromas, jugando, es decir, en toda su actividad real. No era amigo de ellos, pero los veía porque eran muy conocidos. El verdadero apodo de Chauctato era Chiroca. Chiroca es un ave, me parece, muy parecido al chihuillo. En el sur a esa avecilla le llaman chaucato. José María Arguedas, como vivió en Ica, conocía esa ave como chaucato y cuando conoce a Chiroca le pone Chaucato para su novela. Chiroca era uno de los pescadores engreídos de Banquero Rossi. Era joven y uno de los que nunca volvía sin pescar. Los demás pescadores podían volverse con las bodegas vacías, pero Chiroca siempre volvía con las bodegas llenas de pescado, de anchoveta, y por eso muchos la decían incluso “El Brujo”. Y Banchero lo engreía; le daba las mejores lanchas, todas las facilidades.

¿Tan pequeño era Chimbote para que dos escritores coincidieran con esos personajes de la vida real?
—Da la casualidad que ellos trabajaban en la fábrica pesquera donde yo laboraba, por eso es que yo los veía de cerca. Y José María, cuando hace su investigación, posiblemente fue a esa fábrica, o porque los otros pescadores le informaron que esos eran grandes pescadores y se interesó en conocer a Chiroca. Igual a Mamani, indio puneño, alto, gordo, canoso ya, que había sido pescador en el lago Titicaca, y luego en el puerto de Ilo; de Ilo recaló en Chimbote, donde era patrón de lancha. A José María Arguedas le llama la atención porque era un aimara metido en el mar; y yo lo veía siempre, me encontraba con Mamani cuando él salía de la fábrica, rodeado de sus tripulantes. Él salía y yo ingresaba a la fábrica en esos momentos, porque nosotros teníamos que revisar las lanchas para ver en qué estado se encontraban.

¿Qué edad tenía cuando conoció a los personajes de Arguedas?
—Tenía entre 17 y 18 años. Y tampoco sabía que Arguedas estaba en Chimbote. Me enteré que iba a dar una conferencia; al llegar, me dijeron que había sido el día anterior. Así que no tuve la suerte de conocerlo.

Los luchadores sociales

Tanto Velasco como Francisco Morales Bermúdez persiguen a los sindicalistas pesqueros. Chinchayán es un personaje que no se doblega ante ningún Gobierno hasta el final. Es un luchador incorruptible e indesmayable. Otros se venden. Incluso uno de ellos hace pacto con el Viejo Tijera, personaje demoniaco. ¿Los luchadores sociales de la calidad de Chinchayán son escasos en la vida real?
—Muy escasos; pero existen, felizmente. Chinchayán está inspirado en un personaje que vive actualmente en el puerto. Ya no es pescador, pero igual, sigue luchando con la misma entereza y pasión en favor del gremio al cual ahora pertenece.

¿Cuál es su nombre?
—Fue un famoso dirigente de los pescadores que por los años 73, 74; pero creo que no querría que mencionara su nombre.

—¿Pertenecía usted a algún partido?
—A ninguno. Me quisieron captar varias veces, pero la verdad es que yo pienso que el escritor es libre; (militar en un partido) era un trabajo al que había que someterse, había que dejar de escribir, porque a los escritores los despreciaban, pensaban que eran pequeñoburgueses que no colaboraban con la lucha. A Arguedas también quisieron ganarlo, pero él creía en un socialismo de tipo cooperativista, no en un socialismo ortodoxo, a la manera occidental; un socialismo andino, pensaba, y los otros no lo veían así.

Esta lucha se ve en “Hombres de mar”, donde, por ejemplo, los escolares se incorporan a la huelga de los pescadores. En el Perú, los escolares no tienen esa actitud contestataria, hace décadas. ¿Qué nos puede decir al respecto?
—En los años 70 del siglo pasado, los escolares de Chimbote, al igual que los de otros puntos del país, participaban en las luchas populares y estaban al tanto de la problemática que no sólo les aquejaba a ellos, sino también a obreros y campesinos. La terrible represión que vendría en las décadas posteriores, ha dejado a nuestros escolares sumidos en un limbo.

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