Enrique Planas
“No me gustan las historias épicas”

Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 24/12/10
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20101224/32/node/312934/todos/11

Enrique Planas a propósito de su novela Otros lugares de interés. Escritor afirma que está por los pequeños mundos, las interioridades de los personajes.

Enrique Planas ha vuelto con otra novela, Otros lugares de interés (Ed. Alfaguara), en donde cuenta la historia de Verónica, una mujer que echa a su marido, incluso su vida propia para inventarse otra, como la de Única Zürn, poeta alucinada, suicida, que fue compañera del pintor surrealista Hans Bellmer. Una novela un tanto submarina que, según se vaya leyendo, desde sus fondos, como quien suelta boyas, desprende datos y claves para terminar de armar la historia que narra.

–Es una novela de viajes o, como tú dices, una novela de mucho y de todo.
–Lo que he comentado es una novela de muchas posibilidades. En ella se han reunido o se han concretado proyectos de novelas.

Es decir, todas han sido parte del mismo todo. Quién lo dijo, no recuerdo,  pero me gusta esa imagen de la novela como un rompecabezas, en el cual no tienes ni la imagen ni las partes para escribir. Esa idea de una caja de rompecabezas para empezar escribir una novela me parece muy buena.

–Paradójico, mientras Verónica pierde  a su bebé y pierde todo, en tu escritura, las novelas frustradas forman una novela para ti.
–Sí, porque al final, todo es una suma de frustraciones. Cuando llegamos a casa y vemos las noticias nos encontramos desde un comienzo con grandes dramas, tragedias, muertes, los episodios más sórdidos. Uno dice, qué pasa para que personas normales y corrientes se hayan convertido en monstruos, y que no puedan reconocerse a sí mismos. Para llegar a eso, cuántas pequeñas miserias has tenido que vivir. Yo creo que en el caso de Vero ocurre un poco eso. La novela es esa suma de pequeñas derrotas  que hace que al final no nos demos cuenta de que nos convertimos en monstruos.

–Ese espesor humano.
–Y siempre sorprendente. Está el tema de la libertad, pero no reivindicado como la posibilidad y lo feliz de la libertad, sino qué hacemos cuando estamos solos, cómo pagamos nuestras propias apuestas. Vero paga sus apuestas que ha tomado sola. Ella ha decidido abandonarlo todo, a su pareja, su familia, luego inventarse una propia identidad, y esa libertad es a la vez su forma de purificación, su forma de ser feliz, pero a la vez también su final.

–Curiosa esa libertad, abandona todo para asumir la identidad de Única.
–No, es  comenzar una vida en blanco, de cero. Comenzar una vida como ella imagina que debería ser. Por supuesto, ilusiones, porque muchas veces nuestra libertad se basa también  en las ilusiones que tenemos, lo más parecido posible a la idea de ilusiones que tenemos de nosotros mismos.

–La novela ofrece, como veladuras, otros temas: la soledad, la migración, el fascismo, la muerte…
–La novela suma muchos proyectos de novelas fallidas, muchas intenciones de escritor. Como dice Oswaldo Reynoso, uno no escribe lo que quiere, sino lo que puede. Esos fracasos, al final fueron cimentándose en el magma de esta novela, que tiene un poco de todo y de nada, es un viaje a ninguna parte, en donde muchas cosas pasan, y que por defecto del poder de la literatura, todo se convierte en símbolo, en muchas formas de contar una sola historia, que es la historia de Vero.

–Tu novela detalla escenas terribles, por ejemplo, una enfermera se venga pintando las uñas de un abuelo fascista a quien cuida.
–Hay que ver las condiciones laborales en que ella trabaja, además las expectativas de futuro que tenía para entenderla.

–Esos hechos nimios y detalles retratan  la dimensión humana.
–En los detalles está Dios, dicen. Así me gusta creerme como escritor. No me gusta decir quién es bueno o quién es malo, sino que eso se traduzca en acciones.

Retos para el escritor

–Para ir a esos  símbolos, ¿por qué Vero protagonista y no Daniel, su esposo?

–Primero, porque siempre he creído que como personajes las mujeres son más interesantes. El reto para un escritor es mucho más atractivo, uno tiene que inventar un ser absolutamente distinto, tiene que pensar un personaje doblemente víctima, no solamente víctima por los sucesos que le ocurren, sino por la propia condición de mujer que hacen doblemente complejo el problema. Y porque un poco la pareja de Vero, sin serlo, sin pensarlo mucho, también forma parte del sistema. Es un hombre intolerante, que no tiene mucha conexión con su propia sensibilidad, es un hombre que no conoce a su mujer ni las posibilidades de su mujer. Entonces es parte del problema, no la solución. Yo creo que en Vero está la historia y en ella  la semilla de la libertad y la semilla de rebelarse contra lo que vive.

Historias, pero  sin muchos extras

–A nivel de escritura, ¿acaso suscribes a Ribeyro, lo que el llamaba la tentación del fracaso?

-Nunca me han gustado las grandes épicas, las novelas épicas, las historias de grandes temas y grandes desplazamientos, con muchos extras, no me interesan. A mí me interesan los pequeños mundos, la psicología de personajes solitarios, el estado precario del individuo, para decírtelo de  una manera muy solemne, a mí para nada me gusta la literatura solemne. A mí me gusta meterme en la cabeza de los individuos, con sus pequeños conflictos y pequeñas crisis y que allí, de esa suma de pequeñeces, devienen en algo enorme terrible o grandioso o feliz.

Boletín semanal
Mantente al tanto de las novedades ¿Quieres ver nuestro boletín actual?
Ingresa por aquí
Suscríbete a nuestro boletín y recibe noticias sobre publicaciones, presentaciones y más.