Esther Castañeda
Collage para Esther Castañeda Collage para Esther Castañeda

Por Rosina Valcárcel
Fuente: http://www.redaccionpopular.com/content/collage-para-esther-castañeda

Esther Castañeda Vielakamen (Lima 12/02/47-24/02/2010), hija única de madre judía, vivió en La Victoria. Estudió en la Universidad de San Marcos, donde a la postre será una imagen ejemplar como docente. Aporta a nuestra cultura: con sus investigaciones acerca de narradoras del s. XIX; su creación cuentística y poética; la promoción cultural (organizando Encuentros de Poetas Sanmarquinas); el género editorial (Magdala), y, destaca en la crítica literaria. Compartimos experiencias en los campos de la política feminista, a través de las organizaciones Mujeres en lucha (’80) y Flora Tristán, junto a Diana Miloslavich, entre otras compañeras. Colaboró en la revista Kachkaniraqmi (II etapa, ‘90). Impulsó la cátedra de Literatura de mujeres desde mediados de los ‘90, estimulando la reflexión crítica y literaria sobre una literatura que subvierte los prejuicios sexistas y sexuales que siguen limitando las mentes y los cuerpos, como enfatiza la Dra. Lady Rojas -de la Universidad de Concordia Montreal, Canadá-. Gladys Basagoitia tradujo al italiano poemas suyos.

Elizabeth Toguchi, discípula y leal compañera de Esther es su justa heredera. En la Casona de nuestra Alma Mater se le veló y rindió tributo el 25. Luego partimos para darle sepultura en el Cementerio judío. Hemos recibido abrazos de Roger Santivañez, Lady Rojas, Gladys Basagoitia, Yoly Prada, Manuel Mosquera, comentarios alentadores de Ana María Intili, entre otras amistades. "Algo se muere en el alma cuando un amiga se va". Aquí poemas de Esther y luego muestras de algunos de los escritos que le dediqué:


Poemas de Esther Castañeda

FALSO HUÉSPED

ángulo
ponto
cerebeloso
así comienza
viajero
increíble
ajeno
falso
huésped
mío
vivo
redivivo

ÍDOLO

antes del cierzo
levanta
brazo derecho
todos los días
cautivo peso
delgado ídolo
de Falso Huésped (2000)

Esther Castañeda


• En el diván [1]

Las técnicas y estilos no tendrían sentido si en el texto no vibran el amor, la soledad, las emociones en tensión dra­mática, al filo del abismo exis­tencial. Es el caso de Interio­res de la sanmarquina Esther Castañeda (Lima, 1947). Son poemas breves, intensos, con estilo propio, algo irónicos a lo Borges o desalen­tados a lo Mistral y Pizarnik, son relámpagos que despiertan a la musa y a ciertos lectores. A pesar del progreso de la tecnología postmoderna, y aunque los lec­tores sean una especie en ex­tinción, el arte y la poesía pueden recuperar a los humanos a la vida. Y, es en el alma misma de la poesía de Esther donde la tristeza y el pesimismo se humanizan, donde unos versos encarnan la belleza y otros la convulsión del animis­mo y la magia. Ese cantar, lejos del engaño y la mezquin­dad del discurso mortal, es el rotundo sí de los relámpagos, el amor de una mujer feminis­ta a fines del siglo XX en un rincón de Sudamérica. Sus imágenes son semillas, ventanas, aromas tejidos entre personajes de un mismo tiempo. Una casa construida de palabras y recuerdos, habi­tada por seres creados por ella y anhelos soñados por amigas del amanecer.

En el libro, compuesto por las secciones: “Dominios”, “A puerta cerrada” y “Caminatas”, hay conciencia de la libertad del cuerpo y sensualidad en finos rasgos al dibujar “Espacios particulares”.

“Con el saco al viento / tu cuerpo oscila como icono envuelto en seda / retiro las cortinas / y me hun­do en el desnudo /en el placer del peinarnos bajo las aguas / /...

“A una joven lectora”, y “Desencuentros” son origi­nales. “Caminatas” me pa­rece el capítulo de más alien­to. “Omnipresencia’ es un poema que calcina, despeda­za y resucita un espacio afec­tivo intenso. “Bildungsroman” y “Medea”, llegan a la ansiada excelen­cia.

La sobriedad de Esther expresa lo que se vive y lo que se muere con la otra persona. Su escri­tura sugiere el amor en ac­ción, asombra y atrae, acaso porque arriesga y a veces invita a volar. Se palpa su apren­dizaje permanente del vivir, sus claves abren puertas ha­cía adentro, son una forma de búsqueda de la verdad. Nos pone en contacto con noso­tras mismas. Pere­grina apresurada, vuelve a sí misma por los embates sufri­dos y descansa un instante. Una suerte de conciencia del existir. Peligro-angustia-círculo cerrado. Tratando de comprender que todo es relativo.



Esther Castañeda Vielakamen

Filigranas candentes, no son vana poesía

¡Bendita agua de Lourdes, la poesía venció! El 14 de octubre la poeta sanmarquina Esther Castañeda fue operada en el Almenara. Por fortuna la calidad de los galenos (Rocca y otros), la amistad de Juan Cristóbal y Américo Mudarra (donaron sangre), el aliento de Hiromi, Ana Luisa y otros inciensos fueron oportunos. Esther cruza su mayor reto y sobrevive, bíblica, estoica humanista, feminista; evitando que se quiebre su labor: enseñar la obra de nuestras escritoras, ej. antier fugó de su reposo para presentar MihaelaRadulescu durante el curso Literatura escrita por mujeres (creado por EC).

Persiste como investigadora-arqueóloga (contribuye a historiar y valorar esta literatura). No es casual pues que Esther sea una de las pioneras de la perspectiva de género en nuestra literatura (desde el XIX hasta hoy, Portal, Varela, etc.), en tanto ella rescató lo que no fue visto antes (Carolina Freyre, ­ej.). También, la tímida vate publicó 2 libros valiosos: Interiores (Amaru, 94), comentado por M. Suárez, Martos, Escribano, Radulescu, etc. y examinado por Lady Rojas-Trempe en Una mujer canta en medio del caos e Interiores. Autorepresentación poética peruana de R.V. y Esther Castañeda (97, Concordia University), donde afirma: En Medea, EC recorre cada etapa vital de su crecimiento humano en un estilo libertario, subraya su descendencia mitológica transgresora con respecto a las expectativas sexuales tradicionales, renuncia como Medea a la maternidad biológica e ideológica con dos versos podero­sos, arrojas por la baluastrada /hijos y esclavos y asume: el orgasmo/ que esporádicamente alcanza / no se trata de vana poesía —repite— y sucias aventuras amorosas. Y Carnet (Magdala, 96, hecho entre 1975 y 78), con epígrafes de las suicidas Angela Alvim y Alejandra Pizarnik, comunica un mundo denso, una serie de gemidos larvados por la alucinación del ser. Aquí EC privilegia su yo oculto, hilvanando un desconcierto de revelaciones genuinas, ej. el poema Avenida Pizarro: con un cuarto de pollo y unos libros / desafío / la embriaguez! la razón de una navaja / la memoria remota. Para Rocio Silva Santisteban: sus textos, -similares a los haikus... pero en otro tono, son filigranas candentes... Cuando los textos son breves, el silencio y el vacío de la página cobran significación: en este caso todos estos elementos mantienen armonía, ej. Deseo: sensación /sensación / te espero incrédula... Esther está de nuevo frente al país, atenta para investigar, enseñar, editar, escribir lo diferente, sacar de la marginación a las escritoras y situarlas en el centro de sus sueños.

En: La República (Lima) 29 nov. p.18. 1997.


Divagación sobre Falso huésped

El reciente poemario Falso huésped (Flora Tristán y Magdala Editoras) de la escritora sanmarquina Esther Cas­tañeda (Lima, 1947), coloca a la auto­ra en un lugar especial dentro de la poesía contemporánea hecha por mu­jeres en nuestro país.

Ahí, ante la oscuridad, impotencia y agresividad sufridas por un mal que a padece la poeta (“Falso huésped”); el cinismo del indiferente prójimo (“Ma­la amiga”); y la frustración por la irrea­lidad del amor (“Sola”), hay respuestas a modo de textos con ternura e ironía. En estos versos Esther deja constan­cia, anota y se eleva estoica, mediante vibrantes poemas-confidencias con sutil claridad, dramatismo y tristeza.

Se bautizó el libro en la casa Flora Tristán. Los comentarios de las pane­listas fueron agudos. La narradora Gaby Cevasco enfatizó el papel de la autora como esteta que recrea la rea­lidad y asume una vida comprometida con el arte en general y con el de las mujeres en especial. El acto de es­cribir como necesidad fundamental. Esther se mira e interroga, hace un re­paso de sí y se despersonaliza en ter­cera persona.

Es un libro estremecedor con econo­mía de palabras. A la historiadora Em­ma Mannarelli le conmovió el coraje de Esther al presentar una síntesis que emociona al lector. Dijo: Aquí se dibu­ja la encarnación de la condición hu­mana. Hay calidad ontológica. Fijarse en los detalles, como se juntan los opuestos (“mármol es un papel”). Este juego nos convence. Me hace recordar el discurso de las mujeres extravagan­tes radicales, piadosas místicas en tan­to desafía el opresivo dualismo de la cultura occidental eclesiástica.

La comunicadora feminista Diana Miloslavich expuso el valioso testimo­nio “Esther Castañeda o la terquedad de ser mujer en San Marcos”, ilustrando la pionera y tenaz labor académica de la poeta, en su calidad de catedrá­tica, investigadora, editora, promoto­ra cultural, feminista y amiga. La pro­fesora Yoly Westphalen, por su parte, lanzó el lúcido texto “Falso huésped: poética de la cotidianidad”, subrayan­do la búsqueda de la identidad en In­teriores y en el reciente libro.

A la hora lunar, Esther tomó la pa­labra. Denunció cómo la lógica-ilógica de la vida había alterado su destino. Ella, intensa, leyó un racimo de poe­mas, algunos del libro presentado y dos inéditos. Nos hizo sentir ofusca­dos como su poema “Sola”: “el grito que no es grito suma y resta...,” y quedamos atónitos. Pero, al final, nos hu­manizó “Buenos deseos”: “Le gustó re­cibir el sábado la llamada de Paco // los buenos deseos de él y su mujer / le dan ternura // anoto maniática­mente // Hildebrando, Nancy, Paola, Rosa / 8 de la noche / la vieja Reming­ton ha perdido su tapa / como ella el movimiento / anoto / anoto”.

2001 En: El Peruano. Lima 23 de Febrero. P.14.


• Los días y la enfermedad [2]

Falso huésped[3] poemario de Esther Cas­tañeda, la coloca en un lugar especial dentro de la poesía contemporánea hecha por mu­jeres en Lima.

Ahí, ante la oscuridad, impotencia y agresividad sufridas por un mal que padece la poeta (“Falso huésped”); el cinismo del indiferente prójimo (“Ma­la amiga”); y la frustración por la frustración del amor (“Sola”), hay respuestas tiernas e irónicas. En estos versos la autora deja constan­cia y se eleva estoica, mediante vibrantes poemas-confidencias con sutil claridad, dramatismo y tristeza.

Se celebró el libro en la casa Flora Tristán. Las panelistas fueron agudas. La narradora Gaby Cevasco enfatizó el papel de Castañeda como esteta que recrea la realidad y asume una vida comprometida con el arte en general y con el de las mujeres en especial. El acto de es­cribir como necesidad fundamental. Esther se mira e interroga, hace un re­paso de sí y se despersonaliza en ter­cera persona.

Con economía de palabras resulta un libro estremecedor. A la historiadora Emma Mannarelli le conmovió el coraje de Esther al presentar una síntesis que emociona al lector. Dijo: Aquí se dibu­ja la encarnación de la condición hu­mana. Hay calidad ontológica. Fijarse en los detalles, como se juntan los opuestos (“mármol es un papel”). Este juego nos convence. Me hace recordar el discurso de las mujeres extravagan­tes radicales, piadosas místicas en tan­to desafía el opresivo dualismo de la cultura occidental eclesiástica.

Diana Milos expuso el testimo­nio “Esther Castañeda o la terquedad de ser mujer en San Marcos”, ilustrando el rol pionero feminista y la tenaz labor académica de la poeta, como catedrática, investigadora, editora y promoto­ra cultural. La pro­fesora Yoly Westphalen, lanzó el lúcido texto “Falso huésped: poética de la cotidianidad”, subrayan­do la búsqueda de la identidad en In­teriores y en el reciente libro.

A la hora lunar, Esther tomó la palabra. Denunció cómo la lógica-ilógica de la vida había alterado su destino. Ella, leve, leyó un racimo de poemas, algunos del libro en mención y dos inéditos. Nos ofuscó su poema “Sola”: “el grito que no es grito suma y resta...,” y quedamos atónitos. Pero, al final, nos hu­manizó “Buenos deseos”:

“Le gustó recibir el sábado la llamada de Paco // los buenos deseos de él y su mujer / le dan ternura // anoto maniáticamente // Hildebrando, Nancy, Paola, Rosa / 8 de la noche / la vieja Remington ha perdido su tapa / como ella el movimiento / anoto / anoto”.


• Filigramas candentes no son vana poesía [4]

Bendita agua de Lourdes, ¡la poesía venció! El 14 de octubre de 1997 Esther Castañeda fue operada en el hospital Almenara. Por suerte la calidad de los galenos (Rocca y otros), los gestos de Juan Cristóbal y Américo Mudarra (donaron sangre), el aliento de Hiromi, Ana Luisa, Otilia, Rosa y otros inciensos fueron oportunos. Esther cruza su mayor reto y sobrevive, bíblica; evitando que se suspenda su labor: enseñar la obra de nuestras escritoras; ejemplo, hace poco fugó de su reposo para presentar a Mihaela Radulescu durante el curso Literatura escrita por mujeres (creado por EC).

Persiste como investigadora-arqueóloga (contribuye a historiar y valorar esta literatura). Sabemos que Esther es una de las pioneras de la perspectiva de género en nuestra literatura (desde el XIX hasta hoy, Portal, Varela, etc.), en tanto ella rescató lo que no fue visto antes (Carolina Freyre, ­ej.). La vate publicó dos libros singulares: Interiores[5], comentado por Modesta Suárez, Marco Martos, Pedro Escribano, Mihaela Radulescu y examinado por Lady Rojas-Trempe en “Una mujer canta en medio del caos e Interiores. Autorepresentación poética peruana de R.Valcárcel y Esther Castañeda” (1997, Concordia University), donde afirma: “En Medea, EC recorre cada etapa vital de su crecimiento humano en un estilo libertario, subraya su descendencia mitológica transgresora con respecto a las expectativas sexuales tradicionales, renuncia como Medea a la maternidad biológica e ideológica con dos versos podero­sos,

...arrojas por la baluastrada / hijos y esclavos y asume: el orgasmo/ que esporádicamente alcanza / no se trata de vana poesía —repite— y sucias aventuras amorosas.”

y Carnet[6], con epígrafes de las suicidas Angela Alvim y Alejandra Pizarnik, donde comunica un mundo denso, una serie de gemidos larvados por la alucinación del ser. Aquí EC privilegia su yo oculto, hilvanando un desconcierto de revelaciones genuinas, ej. el poema Avenida Pizarro:

... con un cuarto de pollo y unos libros / desafío / la embriaguez! la razón de una navaja / la memoria remota.

Para Rocio Silva Santisteban: sus textos se parecen a los haikus, pero en otro tono, son filigranas candentes. Cuando los textos son breves, el silencio y el vacío de la página cobran significación: en este caso todos estos elementos mantienen armonía, ej. Deseo:

... sensación /sensación / te espero incrédula ...

Castañeda está de nuevo en la escena cultural, atenta para investigar, enseñar, editar, escribir lo diferente, sacar de la marginación a las escritoras y situarlas en el centro de sus sueños.
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[1] La República, Crítica, vier. 20 set. 1994: p. 20.
[2] El Peruano, Lima, 23 feb 2001: p.14
[3] (Flora Tristán y Magdala Editoras)
[4] La República, Lima, 29 nov 1997: p.18
[5] (Amaru, 1994)
[6] (Magdala, 1996, hecho entre 1975 y 1978)
 

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