Osmar Gonzales Alvarado
Presentación al libro de Osmar Gonzales Alvarado,<br>Prensa escrita e intelectuales-periodistas, 1895-1930 Presentación al libro de Osmar Gonzales Alvarado,
Prensa escrita e intelectuales-periodistas, 1895-1930


Por Ismael Pinto Vargas
Fuente: Lima, 13 de abril de 2010

Tengan ustedes muy buenas noches.

Y aquí, lo primero es lo primero. Esto es, mi agradecimiento al ilustre Conde de Torata, mi estimado amigo Osmar Gonzales Alvarado, por su generosa confianza, al haberme incluido como uno de los comentaristas de sus libro Prensa escrita e Intelectuales- periodistas 1895-1930. Trabajo que ha realizado como miembro del Instituto de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología y publicado bajo el sello editorial del Fondo Editorial de esta alta Casa de Estudios. Un trabajo de investigación que ha llegado a buen puerto gracias al empeño y, sobre todo, la mano firme, de nuestro decano, el doctor Johan Leuridan Huys.

La imaginación social —no recuerdo exactamente si lo asegura Octavio Paz o Cornelio Castoriadis— es el agente de cambios históricos. Lo cierto es que la frase ahora me viene a la memoria y, de alguna manera, me hace que la asocie al trabajo de Osmar. Porque eso es Prensa escrita e Intelectuales periodistas 1895-1930. Una investigación exhaustiva que nos informa— y hasta nos apabulla— por el despliegue bibliográfico y la lúcida y ambiciosa reflexión sobre las funciones que han cumplido, cumplen y deberán cumplir los intelectuales en el desarrollo histórico del Perú. Esto es, en buena cuenta, la imaginación social en acción.

El espacio escogido es amplio, importante e inquietante. Va desde la caída del gobierno de Cáceres y la ya clásica entrada de Piérola por Cocharcas, en 1894, disfrazado con gorrita de revolucionario ruso y disparando tiros al aire, hasta el interrumpido gobierno de Luis M. Sánchez Cerro y el fascismo de Oscar R. Benavides, con sus muertos oscuros y sus sirvientes de turno.

Como podemos apreciar el periodo es amplio y riquísimo en acciones y hechos que, de una u otra manera conforman los cimientos, diríamos las piedras miliares sobre las que sustentó nuestro desarrollo social del pasado siglo XX, que sumersamente tiene sus tentáculos en este siglo XXI. Los nombres han cambiado, los hombres han muerto, los viejos partidos se han agiornado o bien se han fosilizado, ignorando que el mundo ha cambiado, que el muro de Berlín ha caído y que ya no existe la Rusia de Stalin. Y los nuevos, han surgido como el memorable personaje de Pepe Diez Canseco en esa novela extraordinaria que es Duque, con todos los vicios y ningún defecto.

Si bien en 1895, aún se daban algunos tardíos estertores de los románticos, el espacio lo ocupaban dos mujeres: Una, Mercedes Cabello de Carbonera en su lucha solitaria para educar a la mujer y liberarla de las trabas del patriarcalismo y machismo a rajatabla imperantes. La otra, Clorinda Matto de Turner, cacerista indomable y una de las primeras periodistas profesionales, que desde Los Andes, su diario y sus novelas se enfrentaba al estabishment. Es también el tiempo de la prédica vindicativa y amarga de González Prada y los anarquistas.

Los primeros años del siglo XX es el espacio que ocuparon los intelectuales que conformaron la llamada Generación Novecentista o Arielista con su bagaje de libros y trabajos que inauguraron caminos, marcaron hitos, y dejaron una cauda que aún permanece e ilumina. El primero, Riva Agüero con su Carácter de la literatura del Perú Independiente y La Historia en el Perú, ambos libros fundadores que planteaban temas que, como lo señala Basadre, escapaban de los cánones intelectuales al uso y abuso del momento.

Luego le tocó el turno a Francisco García Calderón, con El Perú Contemporáneo, un clásico de clásicos dentro de la sociología política peruana publicado en francés en 1907 y traducido íntegramente y por vez primera por Mari Blanca Gregori en 1988, 71 años después de su aparición en París, y publicado con un esclarecedor y sustancioso prólogo de Luis Alberto Sánchez, edición que años más tarde fue pirateada olímpicamente por el Fondo Editorial del Congreso de la República en el año 2001.

Posteriormente, Víctor Andrés Belaunde, con La Realidad Nacional, que como lo señala Luis Alberto Sánchez, no fue una diatriba contra los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui, sino la posibilidad de un diálogo interrumpido por la muerte prematura del Amauta. Entre los libros de la copiosa biblioteca de Belaunde debe hallarse el volumen de 7 ensayos que Mariátegui le dedicara.

Aquí, en esta generación también están las figuras de Ventura García Calderón, José Gálvez, Felipe Barreda y Laos, Julio C. Tello. Una generación con su bagaje de reflexiones, mejor diríamos, visiones sobre lo que era el Perú, que señalan con la alegría primera de la juventud caminos “hacia lo más hondo del Perú de su tiempo”. La frase no es mía, es de Luis Alberto Sánchez.

Puente entre los Arielistas y la subsiguiente generación fueron los Colónidas con Valdelomar como su gonfalonero indiscutible. Y en la que postularon Alfredo González Prada, Alberto Ulloa Cisneros, Antonio Garland, Pablo Abril de Vivero, el impredecible Federico More, Percy Gibson y otros. También a esa generación podemos adscribir a José María Eguren y a José Carlos Mariátegui, que más tarde en sus 7 ensayos hace todo lo necesario para no ser considerado un colónida.

Como señala Osmar, esa abundancia de visiones y reflexiones sobre el Perú, en su momento y en su tiempo, no generaron ningún debate. Y este tampoco se dio en la generación del Conversatorio Universitario, o de la Primera Reforma de San Marcos, del año 20. La generación que apareció en la ya clásica foto del suplemento de la revista Mundial por el centenario de la Independencia. Foto en que aparecen los limeños Porras, Sánchez y Jorge Guillermo Leguía, el tacneño Jorge Basadre, el moqueguano Manuel Abastos, el piurano Ricardo Vegas García y el cajamarquino Guillermo Luna Cartland. El gran ausente de esa foto fue el trujillano Haya de la Torre.

De esta generación, la de los intelectuales que dieron vida al conversatorio universitario, salió años mas años menos, la nueva historia con Porras, Basadre, Leguía y Abastos, la historia de la literatura peruana que signó el siglo XX, con Sánchez. Y en la política, Haya fundó una suerte de religión que no obstante las herejías sufridas y el paso del tiempo aún perdura.

Y aquí debemos repetir a Osmar: abundancia de visiones sobre el Perú que no generaron ningún auténtico debate. Es más, muchos esperaron que los del centenario desaparecieran para empezar a atacarlos ferozmente. Y esto es triste y gracioso al mismo tiempo. Muchos de los trabajos de quienes los refutan, sin la obra de Sánchez, Porras, Basadre o Haya, no hubieran tenido tema para sus obras. Como se dice criollamente, colgarse de Sánchez, Porras o Basadre da prestigio intelectual, o los hace y convierte en intelectuales. Como nadie, tampoco abrió ni propició un debate serio, auténtico y civilizado cuando apareció El antiimperialismo y el APRA, de Haya.

Ahora bien, ¿cual es el cordón umbilical que une a estos intelectuales a través del tiempo?: el periodismo. Fue especialmente en diarios, revistas, conferencias que expusieron y plantearon su visión del Perú. Hacer una relación de los distintos medios sería tarea ímproba. Señalaremos tan solo a El Comercio y La Prensa, a El Tiempo, Claridad y el sinnúmero de hojas anarquistas. Y, a revistas como Ilustración Peruana, Actualidades, Prisma, Variedades, Mundial, Amauta. Allí, como señala Osmar Gonzales, el debate fue político e ideológico cuando lo hubo, que no un debate sobre la nacionalidad. En algunos casos, fue como lo es ahora, manifestación de frustraciones personales y pequeñas mezquindades.

Prensa escrita e intelectuales-periodistas, 1895-1930 intenta ser también una taxonomía de los intelectuales de esa época. Vale decir una clasificación teniendo en cuenta sus orígenes, clase social, camino recorrido, etc. Ya anteriormente y por vez primera en el Perú lo ha hecho Osmar con otro libro que también, al igual que este que reseñamos, es de lectura obligada: Señales sin respuesta. Los zorros y el pensamiento socialista en el Perú 1968-1989. Un trabajo que le ocasionó más de un problema. Incluso el intento de impedir su difusión e incinerar el libro. Pero esa es otra historia de intelectuales y el pensamiento político que algún día deberá develarse, comentarse y difundirse.

Esas taxonomía registra grupos y microsociedades de intelectuales periodistas, que se dieron tanto en lo público cuanto en lo privado. Y los medios a través de los cuales obraron. Y como lo suscribe Karl Mannheim en su Ensayos de sociología de la cultura, lo que hace un ser individual sociológicamente importante no es su comparativa desvinculación de la sociedad, sino su implicación múltiple. Y es lo que ha buscado Osmar Gonzales en este trabajo que nos atrae, que nos invita a la reflexión. Y que nos plantea una interrogante que aún no ha sido resuelta.
 

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