José Carlos Yrigoyen
Exotismo íntimo Exotismo íntimo

Por Ernesto Carlín Gereda
Fuente: El Peruano, Lima 18/12/07

Uno de los poetas más aplaudidos de las nuevas generaciones poéticas es José Carlos Yrigoyen (Lima, 1976). Su último libro, Horoskop, fue recientemente publicado en México. El autor anuncia una posible edición peruana.
 

¿El trabajo del poeta no acaba al entregar los versos a la imprenta?
–No. Por eso en la segunda edición de Horoskop voy a corregir unos errores pequeños para que se parezca más a lo que yo quería hacer. Si yo tuviera la utópica oportunidad de volver en el tiempo, de hecho cambiaría algunas palabritas, algunos fragmentos de mis primeros libros.

¿Considera que hay una tradición en la literatura peruana en fijarse cómo se ordena visualmente la obra?
–Sí, de hecho. Yo creo, aunque parezca un tema banal, que el poema cuando recién lo imprimes sale de una manera que luego se traiciona en la edición final. Siento que a pesar de ser las mismas palabras no tiene la misma sonoridad ni mismo ritmo. Este libro es en el que más me ha pasado. A veces siento que los versos se quiebran donde no deberían quebrarse. Por eso la segunda edición quiero, aunque no sea muy pulenta, que tenga unas dimensiones suficientes para que los versos puedan fluir.

En el libro cuenta la extraña historia del cambio de nombre de Tragabigzanda a Cape Ann.
–En mi viaje de bodas a Estados Unidos estuve en el pueblo que tuvo esos cambios de nombre. Yo quise mostrar una prueba del amor. Hay un fracaso amoroso en que se nombre un pueblo con el nombre de la mujer (Tragabigzanda) que amas que con la reina que te gobierna.

La forma de acercarse a otras latitudes es peculiar.
–Una cosa muy graciosa. Alguien me dijo que todo poeta peruano que va a Estados Unidos terminan escribiendo sobre la nieve y las ardillas, como los de Eduardo Chirinos. Yo creo que quise fundir la historia pasada del lugar para conseguir una alegoría.

¿Cómo combinas el mezclar los datos rebuscados con las referencias a amigos cercanos?
–Lo que pasa es que a mí, desde chico, nunca me ha gustado lo obvio. Me gustan los datos escondidos, caletas, exóticos, que me remitan a otras realidades por el simple hecho de que están allí. En Horoskop quería mezclar las realidades ajenas con lo más cotidiano y lo más íntimo, con la finalidad de conseguir un clima que no sea ni lo uno ni lo otro.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?
–Tengo uno que creo que va a ser el que más me va a demorar. Es sobre un amigo que conocí hace doce años en la Universidad de Lima. Hay gente que no me los puedo sacar hasta que escribo sobre ellos. Quiero plasmar en ese libro la atmósfera de la década de 1990. Antes no tenía ese interés generacional, pero cuando pasa el tiempo hay una nostalgia inevitable por el pasado.
 

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