Marcos Milla
“Existe una crítica social bajo la piel de esta novela” “Existe una crítica social bajo la piel de esta novela”

Por Jack Martínez
Fuente: La Primera, Lima 28/09/06

Como hijo de Carlos Milla Batres, notable editor y conocedor de la literatura peruana, Marcos Milla, biólogo de profesión, pero con una letrada formación empírica, no pudo escapar a la tentación de la escritura, resultando de ello su primera novela Perdido en el paraíso, recientemente aparecida bajo el sello de la editorial Alfaguara.
 
–Se torna inevitable preguntar primero cómo es que decides, tras una rigurosa y destacada formación científica, hacer un giro hacia la ficción y publicar tu primera novela... 
–No fue una decisión muy consciente o planeada: comencé a escribir esta novela como una serie de crónicas más o menos infladas. Fue sólo más tarde que ocurrió la transformación, y fui hilando los pasajes en una sola trama.
 
Pero con esto estoy, en cierta forma, evitando el verdadero sentido de la pregunta: la novela ya estaba dentro de mí, iba a salir tarde o temprano. Tuvo que pasar un tiempo largo para hacer esto, pero el río busca el mar, escribir es un imán muy poderoso, y la ciencia no es necesariamente incompatible con este quehacer.
 
–Tu padre, quien en el Perú fuera uno de los editores más importantes en las últimas décadas, ¿de qué manera influyó en ti y en tu gusto por la ficción?
–Habiendo crecido en un ambiente rodeado de libros, literatos y académicos, las humanidades fueron siempre el entorno que me rodeó. Leíamos con gran voracidad y en varias direcciones; es decir, los clásicos rusos, ingleses, franceses, españoles, y por supuesto, los maestros de la literatura peruana. 
 
–Ahora, respecto a tu novela, ésta se enmarca en una época que se ha tornado crucial en el devenir histórico del Perú: los ochentas. ¿Cuáles fueron los motivos para abordarla?
–No partí con la decisión inicial de convertir la novela en un fresco generacional, pero en algún punto esto se volvió inevitable. Conforme la fui escribiendo, me di cuenta que la pérdida de la inocencia para nosotros como jóvenes ocurrió con el trasfondo de la vuelta a la democracia, el ascenso de Sendero Luminoso y las desigualdades sociales reflejadas en la pobreza y el racismo. 
 
–Y en lo particular…
–Los ochenta fueron también una época de gran transformación personal: en marzo de 1980 eran un cachimbo, aspirante a biólogo y simpatizante del PPC, en setiembre de 1989 era un PhD en biología celular y molecular, convertido al socialismo.
 
Pasé de ser el joven típico de clase media limeña a ser un latinoamericanista. Por ello, la crudeza con que escribo en ciertas partes, la exageración del racismo, el sexismo, el chauvinismo, es un intento deliberado de acentuar la crítica social contenida bajo la piel festiva de este trabajo. 
 
–Tal vez por eso el uso peculiar que haces del lenguaje en el libro. ¿Buscas a través de la jerga callejera retratar cabalmente la sociedad circundante?
–Hay varias razones para la elección del lenguaje. La primera, como mencionas con atino, es documentar la idiosincrasia, el racismo, el machismo del joven peruano medio. Pero yendo más allá, me interesaba el sublenguaje como manera de agregar textura, de expandir el gradiente lingüístico del relato.
 
 
Dato
 
Paralela a su actividad literaria, Marcos Milla hizo su doctorado en la Universidad Saint Louis (Estados Unidos), laboró como profesor en la Universidad de Pennsylvania y actualmente trabaja en laboratorios Roche.
 

 

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