Miguel Gutiérrez
"Uno puede escribir, incluso, para vengarse"

Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Peru21, Lima 06/12/06

Miguel Gutiérrez (Piura, 1940) es un escritor que vive una vorágine creativa. Fundador, en los años 70, del mítico grupo Narración, acaba de publicar Cinco historias de mujeres y otra sobre Tamara Fiol (Fondo Editorial del Congreso, 2006), en donde demuestra que es uno de los autores peruanos con mejor manejo y conocimiento del universo femenino.
 
 
¿Conoce más a las mujeres que a los hombres?
Creo que mi trabajo literario aborda por igual a ambos géneros. Eso sí, algunos lectores me han dicho que en mi narrativa abundan los personajes femeninos en roles protagónicos. Mujeres fuertes, apasionadas y combativas. Revisé mi obra y lo comprobé. El criterio que utilicé para esta antología fue que cada historia tuviese un principio y un final. También quise que el libro significara un muestrario de mi narrativa: con personajes pertenecientes a distintos estratos sociales -provenientes de ambientes rurales, urbanos y cosmopolitas- y en donde se evidenciaran las técnicas que he usado. Su valor añadido está en que hay un adelanto de mi siguiente novela -Confesiones de Tamara Fiol- que, justamente, trata sobre un personaje femenino.
 
¿De dónde proviene su conocimiento del mundo femenino?
Recuerdo que en mi infancia piurana conocí a una mujer extraordinaria: doña Betsabé Alburqueque, quien tenía un hijo tarado al que una vez insultaron. Por defenderlo, tuvo una pelea -a puño limpio- memorable, que me hizo recordar a una que vi en El hombre quieto, una cinta con John Wayne. Por otra parte, mis referentes son literarios: los personajes de los clásicos griegos son extraordinarios; los de las novelas del siglo XIX, igual. Además, tengo una insatisfacción -más vital que estética- con la representación de las mujeres en la literatura peruana. Allí, las mujeres responden a dos categorizaciones elementales: o son santas o son prostitutas. Esto es muy machista y se ve, por ejemplo, en Arguedas. Eso sí, a partir de los 80 los narradores retratan a las mujeres de manera más realista y en términos de igualdad.
 
Es decir, sus personajes nacen de su vida y de sus lecturas.
Y también del cine. Una de las cosas más bellas es la creación artística. Yo construyo mis personajes mezclando sus referentes: reales o ficticios; humanos, literarios o cinematográficos. Todos estos elementos aparecen en el momento extraordinario de la escritura y creo un personaje que, aunque formado por 'retazos', es nuevo, es otro. Tamara Fiol, por ejemplo, se basa en una extraordinaria amiga. Siempre quise escribir su historia, pero me sentía inhibido.
 
¿Por qué?
Porque me dije: 'Ella va a leer el libro y, quizás, la voy a hacer sufrir'. Hace tres años murió y me sentí libre para 'imaginarla', representarla, recrearla, porque esta persona me ha dado algunos elementos para escribir, pero solo algunos. En la construcción de un personaje intervienen corrientes subterráneas de las que uno no es consciente, sino después, cuando racionaliza lo narrado. Por eso, Tamara Fiol solo vive en el mundo de la literatura. 
 
¿Qué lo motiva a escribir?
Se dice que, en el proceso de escritura, el narrador supera sus demonios, vence su mala conciencia porque, al fin y al cabo, es humano. Uno puede escribir, incluso, para vengarse. Sin embargo, lo maravilloso de la literatura es que todo aquello degradado se va olvidando y, al final, uno puede terminar haciendo una celebración de la vida de quien nos inspiró.
 
¿Ha escrito algún libro por venganza?
Sí, he tenido ese sentimiento en la génesis de alguno, pero a los pocos días lo olvidaba. 
 
¿El escritor se nutre de sus miserias?
De todo. El escritor canibaliza todo: lo sórdido y lo luminoso. 
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