Osmar Gonzales Alvarado
Hacia un país de lectores / Sociología de la lectura Hacia un país de lectores / Sociología de la lectura

Por Osmar Gonzales Alvarado
Fuente: Identidades Nº 89, (18/07/05)

La experiencia internacional en la promoción del hábito de la lectura sirve como punto de partida para una reflexión sobre el caso peruano. Una sociología del leer, descifrar los códigos contemporáneos, es aún una práctica que busca su acción masiva entre nosotros. 
 
En los últimos años, el tema de la lectura y del libro ha cobrado una gran importancia en toda América Latina. En nuestro país, específicamente, la promulgación de la Ley del Libro y su reglamento revela dicha preocupación. Por medio de ella se ha creado el Consejo Nacional de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura (Promolibro), que tiene como misión difundir el gusto por la lectura en la mayoría de los peruanos y de apoyar a la industria editorial; trabajo arduo, ciertamente, pero imprescindible si queremos consolidar la democracia y encontrar el camino del progreso. 
 
Además, hace pocos meses se ha instalado en el Perú la oficina del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc). En otras palabras, al tema de la lectura y del libro lo está rodeando una atmósfera institucional favorable, para que los ciudadanos adquieran conciencia de su importancia.
 
En Europa, y señaladamente en Francia, esta preocupación ya tiene algunas décadas. El libro Sociología de la lectura, que es una compilación de textos sobre la materia bajo la responsabilidad del sociólogo francés Bernard Lahire (Gedisa, Barcelona, 2004), así nos lo informa. Participan en esta obra Anne-Marie Chartier ("La memoria y el olvido o cómo leen los jóvenes profesores"), Christine Détrez ("Una encuesta longitudinal sobre las prácticas de lectura"), Olivier Donnat ("Encuestas sobre los comportamientos de lectura. Cuestiones de método"), Gérard Mauger ("El retroceso de la lectura. Cuatro hipótesis"), Martin Poulaine ("Entre preocupaciones sociales e investigación científica: el desarrollo de sociologías de la lectura en Francia en el siglo XX") y Bernard Lahire ("Formas de lectura estudiantil y categorías escolares de la comprensión de la lectura"), todos reconocidos especialistas en el análisis de los temas de lectura y en la comprensión de lectura. La introducción y las conclusiones ("Del consumo cultural a las formas de experiencia literaria") pertenecen al propio Lahire.
 
Todo el texto es riquísimo, nos abre ventanas y nos proporciona miradores nuevos para observar y entender nuestra propia realidad. La pregunta de la que parte Lahire es sumamente sugerente: siendo la lectura una experiencia tan íntima, personal e intangible, ¿es posible que sea estudiada por el sociólogo? Su respuesta es positiva, precisamente porque el sociólogo está en capacidad de estudiar el fenómeno tomando distancia de esa relación amorosa, apasionada, que se establece entre el lector y el libro. Es el juego de compromiso y distanciamiento, del que nos habla Norbert Elias cuando analiza el papel del estudioso social. Lo que no puntualiza Lahire es que el mismo sociólogo-analista debe ser un lector apasionado.
 
Lahire también nos informa que los estudios de sociología de la lectura se inician en los años de entreguerras, décadas de 1920 y 1940, especialmente en Suiza y Estados Unidos, desde la llamada Escuela de Chicago. El interés de estos estudios no era sólo intelectual, sino también político, pues se entendía que los regímenes democráticos tenían una buena parte de su base de legitimidad en la democratización del acceso al saber y a la cultura. Es así que se aplicaron encuestas para conocer con la mayor precisión posible de qué manera y en qué cantidad los ciudadanos ejercitaban la lectura.
 
 
Democratización de la lectura
 
Después, en la década de 1950, en Francia (específicamente desde febrero de 1959, cuando se creó el Ministerio de Asuntos Culturales bajo la dirección del filósofo y escritor André Malraux), se realizaron grandes encuestas nacionales para conocer las prácticas de lectura de sus ciudadanos. La encuesta se aplicó durante 1973, 1981, 1989 y 1997, para tratar de medir los efectos de las políticas de democratización de la cultura, y en cada nueva aplicación se fueron depurando y afinando los instrumentos de recolección de datos.
 
Como consecuencia de esta larga experiencia, los analistas afirman que las cifras que se obtienen por medio de la aplicación de una encuesta no nos dicen nada si previamente no se han realizado preguntas fundamentales como: ¿qué se entiende por lectura?, ¿es posible que los encuestados recuerden la cantidad de libros que han leído en los últimos tres, seis o doce meses?, ¿qué se entiende por leer? O si no se han tomado en cuenta factores sociales que enmarcan las respuestas como la legitimidad otorgada a ciertas lecturas, a determinados libros y autores, frente a la cual el entrevistado tratará de responder de una manera que le permita "quedar bien" con el entrevistador. Como afirma Lahire: "Esto prueba... que los 'datos' o los 'resultados' de las ciencias sociales nunca pueden disociarse de la reflexión sobre las condiciones de la medición." 
 
 
Otros análisis
 
De similar opinión son otros destacados analistas como Michele Rak, quien tiene un excelente estudio sobre el sistema del libro en la Unión Europea, ganador del Premio Grinzane Cavour. Rak sostiene: "La importante cantidad de datos tomados y proporcionados por los ministerios (de Cultura, de Comercio u otros) y por organismos no oficiales como centros de investigación y asociaciones profesionales, comerciales y del sector (libreros, editores, lectores, bibliotecarios) tiene que encontrar una mesa de confrontación y debate con el fin de plantearles a los países el problema de la difusión de la lectura". A las cifras hay que premunirlas de un sentido de explicación. Michel Peroni, sociólogo francés también como Lahire, en su Historias de lectura. Trayectorias de vida y de lectura (FCE, México, 2003) va un poco más lejos, pues, sostiene que las cifras obtenidas mediante una encuesta sólo nos revelan un aquí y un ahora, nos proporcionan una mirada estática que nos impide reconocer las características de un proceso que es, al mismo tiempo, individual y social. 
 
En forma complementaria a los datos numéricos, las entrevistas en profundidad, los relatos de vida, el enfoque cualitativo nos permiten observar la película, el proceso amplio y no ya el momento petrificado. Sobre ello ya es posible tomar decisiones de políticas públicas con mayores posibilidades de éxito. Por esta razón, Peroni ha basado sus reflexiones en las entrevistas en profundidad que ha realizado a personas que pertenecen a espacios no convencionales para fomentar el hábito de la lectura, como las familias de jubilados, familias de inmigrantes, presos y otros. De este modo, se reconstruye la biografía y el aprendizaje -o abandono- de la lectura de manera paralela; las cifras obtenidas y mostradas adquieren entonces otra relevancia.
 
No obstante, Lahire afirma también que no se trata de desdeñar la información que las encuestas estadísticas nos pueden proporcionar, sino que, por el contrario, es imprescindible aprovechar el conocimiento que nos han permitido acumular para llegar a más altos niveles de análisis, más aún ahora en que la globalización implica, por sobre todas las cosas, la "transmisión internacional del saber". En el Perú iniciamos el camino. Para evitar caer en errores y no empezar nuevamente sobre los pasos que otros ya han dado, es ineludible incorporarnos a esa transmisión internacional del saber, con conciencia plena de la importancia que tiene para el desarrollo de nuestro país.
Boletín semanal
Mantente al tanto de las novedades ¿Quieres ver nuestro boletín actual?
Ingresa por aquí
Suscríbete a nuestro boletín y recibe noticias sobre publicaciones, presentaciones y más.