Carlos Garayar
Amores que matan Amores que matan

Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Correo, Lima 17/04/07

Una enfermera, menopáusica y solterona, y un polaco, enfermo terminal de tuberculosis, son los conmovedores protagonistas de El cielo sobre nosotros (Alfaguara, 2007), novela en la que Carlos Garayar nos relata el romance sui géneris entre estos dos personajes signados por la soledad.
 

Correo: En 1996 publicó el libro de cuentos Una noche, un sueño y ahora, una novela. ¿En cuál de los dos géneros se siente más cómodo?
Carlos Garayar: Me siento mucho más cómodo en la novela. Incluso algunos de los cuentos (de Una noche, un sueño) tienen una estructura novelesca. En el cuento, el lector está siempre pensando en qué terminará; en la novela, en cambio, el lector queda como fascinado por el momento. A mí, más que el final, me interesa el transcurso.

C: ¿Cuál es la génesis de El cielo sobre nosotros?
CG: Esta novela es una especie de desprendimiento de la que ahora estoy terminando, y que es cronológicamente la primera. Porque a veces uno está escribiendo algo y se detiene por diversos motivos. Y en ese momento surge un personaje, la enfermera, y, como dije en una ocasión, buscaba su propia novela. Y fueron dos años de escritura mientras la otra novela esperaba.

C: ¿Cómo surge la enfermera, la señorita Soria?
CG: De una escena que me venía obsesionando, pero que no tenía que ver con una enfermera sino más bien con una enferma, una tuberculosa. Pero, como sucede en los sueños, los referentes se cambian, se entremezclan. Y esta enferma se partió en dos: en el polaco y en la señorita Soria. Y una vez trazados estos dos personajes, la historia empieza a marchar sola.

C: Una historia de amor muy particular...
CG: Claro, una historia de amor enrarecido, especial. La de una enfermera cuarentona con un paciente terminal en un espacio que encierra, que es el hospital y el pueblo.

C: Dos personajes signados por la soledad.
CG: Por la soledad, por la desesperación, por la conciencia del tiempo. En un caso se le acaba en forma absoluta –el polaco va a morir– y en el otro caso es una oportunidad que también muere, que se acaba.

C: Y esa historia está narrada desde la mirada de dos personajes: el médico y el alférez.
CG: Esos dos personajes brotaron naturalmente y yo creo que por la necesidad de que haya un espectador. Una tragedia es un encadenamiento de hechos que conducen indefectiblemente hacia un final; pero una tragedia no existe si no es vista. Y entonces apareció el médico como un acompañante inevitable, y también el alférez, quien da la perspectiva temporal más amplia.

C: Otra característica de esta novela es la intensidad de las descripciones...
CG: A mí me gusta la descripción. Hay una tendencia de incorporar la descripción en la acción. Pero, por lo menos en esta novela, yo he sido flaubertiano. Se trata de una descripción que es el marco necesario para que los personajes no estén simplemente silueteados. Y esos personajes tienen que vivir esos escenarios. El escenario tiene que ser tan real como la vida de los personajes.
 

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