Jorge Eslava
Conversación con la escritora Anna Lavatelli Conversación con la escritora Anna Lavatelli

Por Jorge Eslava
Fuente: El Comercio, Lima 05/08/07
http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-08-12/imecdominical0768281.html

Anna Lavatelli es menuda, inteligente y vivaz como la línea final de un relato infantil. Y su oficio es escribir y contar cuentos para chicos. Nació en el pueblo de Camiri, Italia, y ha recibido reconocimientos importantes como el Premio Lazarillo y el Premio Andersen-Baia. En veinte años ha creado numerosas historias divertidas y audaces, colabora en revistas especializadas y es militante animadora de lectura en escuelas y bibliotecas. Participó en nuestra Feria del Libro y nos dejó en claro que sobre Pinocho nadie sabe más que ella; después nos confesó que sus dédalos de fantasía nacieron en un teatrín de marionetas que su padre le regaló cuando era una niña con la cabeza en las nubes.

¿Qué significa haber nacido en el Piemonte italiano y en el año de 1953?
Tiene un aire literario que yo respiraba. Es una región llena de literatura, donde nacieron algunos de los más importantes escritores italianos. Empezando por Cesare Pavese o Primo Levi, el primero en tener el coraje de escribir como diario sus vivencias durante la Segunda Guerra Mundial. Es también la tierra de Sebastiano Vassalli, un novelista y ensayista de una conducta extraordinaria. Aquí se fundó la editorial Einaudi, que fue la primera editorial en abrir una colección de literatura infantil. Gianni Rodari también fue piamontés. Una gran suerte: de su casa natal a mi casa hay apenas cuarenta kilómetros. Respecto al año, ser testigo de cambios importantes. Yo nací en un pueblo rural, en mi casa. sólo tres años después mi hermano nacería en el hospital. En mi casa no había teléfono, ni televisión, ni calefacción. Una fortuna recordar ese mundo y disfrutar este mundo moderno, lo que me ha permitido tener más flechas en mi arco narrativo.

Estudiaste Filosofía en la universidad y ejerciste la docencia en la escuela secundaria. ¿Cuánto te han servido esas dos ocupaciones intelectuales para dedicarte a la creación infantil?
La filosofía me ayudó bastante. Me permitió alejarme de mí misma e imaginar pensamientos y sentimientos de personas que en mi vida real podría despreciar, pero que funcionan en el mundo de la ficción. La filosofía es una buena maestra, pues explica todos los pasajes del pensamiento.
Y la docencia vale muchísimo, sobre todo para estar al día con la forma de expresarse de los chicos. No significa copiar su forma de expresión, sino reproducirla con sinceridad. La literatura nunca se expresa como una persona real, porque en la vida cotidiana las palabras son herramientas de servicio y en la literatura debemos escoger su esencia. Por eso es indispensable observar detalles y comportamientos, como si estuviera en un escenario.

¿Recuerdas en qué circunstancia te llegó la necesidad de escribir para niños?
Lo recuerdo muy bien. En marzo del 80, embarazada de siete meses, yo esperaba a mi primera hija y me aburría de una forma horrible. No tenía mucho trabajo. como no soy ama de casa tradicional me puse a escribir un cuento para niños. Ese primer día me sentí muy bien.

¿La literatura infantil te ofrece la posibilidad de tocar todos los temas?

No sé si es posible calibrar los cuentos a la edad de los niños. Tal vez se trata de intentarlo. Creo que el tema de la muerte, por ejemplo, se toca muchas veces en forma melodramática. No es necesario. En Europa la muerte se ha alejado de la vida cotidiana, ahora la vida moderna nos aleja de los momentos cruciales: el nacimiento, la muerte. Ahora la modernidad ha pasteurizado estos grandes temas de la vida. Actualmente estoy escribiendo sobre una niña muy pequeña. Comienza con ella poniendo flores en el cementerio y al regreso pregunta: "¿La abuela no regresa con nosotros?". Sus padres le contestan: "No. Se ha ido al cielo". Al día siguiente ella ve nubes en el jardín y una toma forma del rostro de la abuela. La niña ha buscado la muerte a su modo y la entiende de manera mágica y toda esa tarde juega con la nube. Nunca busqué el tema como preocupación central.

Si no piensas en el tema para iniciar una historia. ¿cuáles son tus motivaciones para escribir una historia?
Una imagen o una situación. A veces son pequeños relatos de los amigos o parientes. Una vez leí de Peter Bichsel: "Un buen vecino no es el que te habla, sino el que te cuenta cosas". Ahí hay un germen. Lo apunto en una hoja y la guardo en mi cajón de las hojas. A veces pasa mucho tiempo, va trabajando dentro y una mañana me digo: "Ya lo tengo". Ese pequeño relato ha sido una pieza, no la más importante pero ha producido un rompecabezas de muchas piezas.

¿Eres disciplinada en tu trabajo creativo? ¿Te aíslas, te vuelves insoportable? ¿Puedes contarnos como funciona en ti ese proceso?
Hay una parte sumergida en que no me doy cuenta de lo que pasa en mi cabeza. Cuando lo veo claro, enseguida preparo un plan de escritura. Lo corrijo un día tras otro. Busco el encaje perfecto, porque necesito un orden preciso, como secuencias muy ordenadas. Me concentro en la estructura, aunque sé que será modificada. Es como tener un programa de viaje, ya en el viaje veré qué pasa. Después viene la andanza, el ritmo del relato. en esos momentos soy muy insoportable. Como esta parte compromete directamente la escritura y quiero conseguirlo pronto, doy vueltas por el ordenador. Prefiero la soledad cuando escribo, sin nadie cerca porque me siento desnuda.

¿Cuáles ha sido tus lecturas formativas? ¿Qué tipo de literatura lees principalmente?
Collodi, que me ha acompañado toda la vida. De niña leí clásicos como Stevenson, Dickens, Salgari. Y una obra, el Diario de Anna Frank, que conozco de memoria. A los once años mi profesor de italiano nos regaló El barón rampante, de Calvino, que fue mi pasaje a la literatura adulta. Lo primero que me encantó fue la similitud con Robinson Crusoe, la novela de Defoe. Son dos personajes que consiguen vivir aislados y se acostumbran a abastecerse de lo elemental y luego aprenden mucho.
Actualmente leo de todo. No tengo un autor preferido, aunque he perdido la cabeza por García Márquez, Vargas Llosa, Coetze. Siempre llego a los autores de una manera casual; en España un vendedor me recomendó Plenilunio, de Muñoz Molina, y fue un libro que me hizo llorar de placer.

Te escuché narrar Pinocho y lo hiciste con la gracia de una cuentacuentos. ¿Es parte de tu oficio actual? ¿Visitas escuelas motivando a los niños para la lectura?
Como escritora no es obligatorio tener esa capacidad, pero me gusta presentar mis libros contando la historia. Me encanta leer los cuentos en voz alta. Siempre lo hice como profesora, recitando y usando el cuerpo. Cuánto hubiera querido ser una actriz sola en el escenario.

En El misterio de la sonrisa, El incendio de la biblioteca y, tal vez, en el Fantasma en el teatro Coccia. la trama policíaca parece organizar la fábula. ¿Eres una interesada lectora de literatura negra?
Lo que he tratado de hacer en esos relatos es utilizar la novela policíaca de manera diferente. Utilizar la estructura, pero con elementos fantásticos. Las historias tienen una mirada socarrona sobre las costumbres de nuestra época y son además algo surreales: en El misterio de la sonrisa han robado la sonrisa de la Gioconda y uno de los sospechosos es un viejo francés que colecciona sonrisas.

Sé que eres una gran admiradora del maestro Rodari. ¿No te preocupa el sentido marxista de su filosofía o es más bien un elemento provocador?
Rodari quemó las naves, en el sentido que lo hizo el conquistador Cortés: ya no hay regreso en la literatura infantil italiana. Él significa un derrotero, aunque parte de su narrativa ha envejecido, justamente por exhibir una preocupación ideológica. No pasa con Cuentos por teléfono, el mejor de sus libros de ficción. Pero su obra inmortal es Gramática de la fantasía, donde consiguió hacer un manual sobre la invención literaria. Aquí reflexiona sobre el nacimiento de la creación literaria. Una lectura muy recomendable para todos los que quieran escribir y ampliar su capacidad de relacionarse con los niños.

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