Alonso Cueto
"Lo fundamental es que todos tengamos derecho a la justicia"

Por Manuel Eráusquin
Fuente: Correo, Lima 15/01/06

Inscrito dentro de la tradición realista, Alonso Cueto -ganador del Premio Herralde 2005- ha publicado La hora Azul (Anagrama/PEISA), novela que vuelve a poner en discusión los abusos de las Fuerzas Armadas durante la guerra contra el terrorismo.
 

-Correo: Con Grandes miradas y con esta novela has afirmado tu inquietud por los fenómenos políticos. ¿Qué te llevó a abordar estos temas?
Alonso Cueto: Cuando publiqué La batalla del pasado, en el año 83, a mí el tema de la vida de la sociedad peruana me interesaba de una manera relativa, no me interesaba como tema literario. Me interesaba más la intimidad de los personajes, las relaciones íntimas entre ellos: el amor, los celos, la inseguridad. Regreso al Perú, en el año 84, y era una época especialmente dura, terminaba el gobierno de Belaúnde y empezaba el de García. La sociedad peruana es una ocasión para los escritores, porque es una sociedad con tantos contrastes, con tantas diferencias, con tantos conflictos, que se abre un paraíso para un escritor.

C: La búsqueda que emprende el protagonista de La hora azul es, de alguna manera, una confrontación consigo mismo...
AC: El personaje tiene una sensación incompleta. Hay una carencia que él no sabe explicar muy bien. El personaje vive en una especie de paraíso artificial. Lo que ocurre allí es que hay un llamado de una fuerza ajena, que vendrían a ser los secretos de la familia. El se entera de una pista que lo va a llevar finalmente a la verdad. Esa búsqueda del conocimiento va a marcar su autoexpulsión del paraíso. Yo siempre he dicho que se trata de un cuento de hadas al revés. En este caso, el personaje vive en un mundo mágico y luego desciende a la realidad.

C: Una realidad vergonzosa.
AC: Una realidad vergonzosa de la que él formaba parte. No es un mundo ajeno el que el descubre, es su mundo; aunque no sabía que era el suyo: era el de su padre.

C: Un candidato propuso amnistiar a los militares. ¿Qué piensas de ello?
AC: Yo creo que nunca vamos a ser una sociedad sana si es que se permiten los abusos en base a la autoridad y a la prepotencia que te da la autoridad. Yo creo que lo fundamental es que todos tengamos derecho a la justicia. A veces pienso que de los tres poderes, el más importante es el Judicial. Que haya justicia para todos de una manera igual.

C: Habría que redefinir las estructuras del Poder Judicial...
AC: Lo que pasa es que las injusticias del Poder Judicial están basadas en las injusticias de la sociedad. No te sirve de nada cambiar a la gente si esos esquemas de injusticia están enraizados cultural y socialmente. El problema de fondo no es ni económico ni político, sino social y cultural.
Por ello, el tema de la educación es esencial.

C: La hora azul tiene elementos de la novela policial...
AC: A mí me interesaba eso porque creo que la novela policial lo que hace, de una u otra manera, es plantear la historia como una búsqueda de la verdad. Es decir, vamos a ver la verdad que se encuentra en los datos que hay. Y en los datos hay una serie de pistas, de señales.

C: Cambiando de tema,¿cómo percibes el trabajo de los críticos?
AC: Un problema que hay es el espacio que se les da. Muchas veces se les da poco espacio para desarrollar ideas. Muchas veces en una columna se pueden dar opiniones, pero no se pueden desarrollar ideas; es muy difícil. Creo que un crítico o un comentarista debería interesarle a un lector que incluso no haya leído el libro. Yo leo a los críticos y no busco realmente la opinión sobre tal o cual libro, sino que su texto sea una obra bien escrita, una pieza periodística bien pensada que me diga algo más allá de la opinión sobre el libro.

C: ¿Qué conclusiones sacas de la polémica (andinos vs criollos) desatada hace algunos meses?
AC: La polémica se centró en un tema que no era literario. Se centró en si hay o no una mafia que dirige los medios; no fue una polémica sobre lo que tiene que ver con el trabajo del escritor. Lo que yo saco en conclusión después de varios meses es que efectivamente hay una serie de desigualdades, marginaciones y prejuicios. Los hay, es obvio que los hay. Lo que me parece absurdo es atribuir la existencia de esos prejuicios a la influencia de dos o tres escritores. Eso es ridículo. Pero esa pólemica ya ha terminado. Incluso, en la Feria de Guadalajara, yo me he saludado con todos los escritores, incluyendo a Miguel Gutiérrez, Dante Castro y Oswaldo Reynoso, quien me felicitó por el Premio Herralde y me aclaró que su ataque no era nada personal.

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