Alonso Cueto
Lima nos opaca, nos quita vuelo y perspectiva Lima nos opaca, nos quita vuelo y perspectiva

Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Peru21, Lima 29/06/06

Además del interés editorial por su obra, ¿qué lo motivó a esta reedición?
Amores de invierno es un libro cuyos personajes habían perdurado en mi memoria. Son historias de limeños que tienen una vida opaca, tediosa; que, sin embargo, se entregan a sus sueños e ilusiones más ardientes. Son personajes que, aunque aplastados por el peso de la rutina y de la percepción de que su vida es un fracaso, pasan el día soñando con las más grandes proezas. Han perdido la dignidad, pero no la lucidez ni la conciencia de su decadencia; se abrazan a una ilusión, a una quimera, que es una manera de lidiar con las limitaciones y estrecheces del invierno de sus vidas.

Perdieron la opción de 'ser alguien'.
Sí, incluso si nunca desearon ser alguien están entregados a la rutina, que uniformiza, aplana y aplaca los sueños, las ilusiones y las obsesiones. Sin embargo, buscan los golpes de la obsesión, los picos de las quimeras. Por eso el título del libro: buscar en medio del invierno y de la intemperie el amor, los sueños.

¿Esto les pasa a todos los humanos?
Sí. Digamos que los sueños son formas de rebelión privada contra las limitaciones de la vida cotidiana, del mundo. Un ser humano puede perderlo todo, excepto la capacidad de representarse de una manera distinta. Estos amores, estas 'moradas de los sueños', nos hacen en verdad humanos.

¿Cuándo escribió el libro?
En una época muy dura para Lima: el inicio de los 90. Teníamos más violencia, más inseguridades que ahora. Aunque, en esencia, para la mayoría de la gente las cosas no han cambiado, persiste la sensación de que la realidad nos acosa. Hace poco leí que los tres grandes bienes que necesita un ser humano, además de las necesidades básicas, eran: el tiempo (libre), el espacio (casa) y el silencio. En Lima siempre han escaseado estos tres bienes. Lima imprime un sello a sus habitantes. La neblina y el frío influyen en nuestro destino, porque nos borronea, nos opaca la realidad, nos quita vuelo, perspectiva, incluso la percepción de uno mismo. Así es nuestra noción del mundo: opaca, limitada.

¿Qué le dejó el debate entre escritores?
Había odio y recelo. Aprovecharon esta circunstancia para expulsar lo que tenían guardado. Fue su ejercicio terapéutico y se acabó. Espero que ahora estén más tranquilos.
 

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