Antonio Cisneros
Antonio Cisneros: La poesía, aun ilusoriamente,<br>rescata las cosas de la muerte Antonio Cisneros: La poesía, aun ilusoriamente,
rescata las cosas de la muerte


Por José Gabriel Chueca
Fuente: Peru21, lima 05/03/08
http://www.peru21.com.pe/P21Impreso/html/ImP2EntrevistaIndex.html

La vigencia de la voz de poética de Antonio Cisneros se comprueba en acontecimientos recientes: un homenaje del Instituto Cervantes, en Estados Unidos; la reedición de su antología personal Propios como ajenos (Peisa) y la presentación, hoy de El libro de Dios y de los húngaros.

"Cecilia Podestá me pidió hacer una nueva edición de El libro de Dios y de los húngaros en su editorial Tranvía Editores. A mí me pareció muy bien. Pero sucede algo curioso con ese libro. En su primera edición, de mil ejemplares, solo circularon 300. Y 700 quedaron en alguna profundidad de Lima que nunca conoceremos. Esta edición, sin proponérselo, tiene un aire reivindicativo", explica Antonio Cisneros.

Ese libro marcó su retorno al cristianismo.
En el libro está el testimonio. Yo soy una persona de familia católica. Mis hijos todos han sido bautizados y en su momento. Desde mi segundo librito, David (1962), que es la historia del rey bíblico, hay muchas referencias al Antiguo y al Nuevo Testamento. Toda la vida he estado muy interesado en la religión, pero es cierto que, a partir de mi primera juventud, tuve una actitud muy escéptica y distante.

¿Ateísmo?
Nunca. El ateísmo es una especie de cucufatería al revés, impensable en un mundo contemporáneo. Y estando en la ciudad de Budapest, en el año 75, de pronto hubo una fuerte lluvia y, entre una cantina, un restaurante y una iglesia, me metí a la iglesia. Ahí estaban en plena misa. La misa era en húngaro. Pero uno se da cuenta de que la misa es la misma en cualquier idioma. Sin querer darle vueltas ni darle un tono místico, fue como Paulo de Tarso, como Saulo camino a Damasco cayendo del caballo. Súbitamente sentí una reconciliación con Jesús. Y de hecho, el primer poema del libro, Domingo en Santa Cristina de Budapest y frutería al lado, es el testimonio de esta conversión. De algún modo, la parábola del hijo pródigo vuelta a contar.

¿Cómo reaccionó la gente, considerando el momento político?
En general, bien. Pero no faltó la gente que hizo una confusa asociación entre religiosidad y conservadurismo. En algunos lugares llamó a cierto escándalo, considerando la larga trayectoria que había tenido como dirigente estudiantil -a mí me expulsaron de la Universidad Católica en el año 73- y como fundador y director de El Caballo Rojo. Pero lo cortés no quita lo valiente. Yo hasta ahora me siento muy cercano a la teología de la liberación del padre Gustavo Gutiérrez.

Peisa reeditó su antología personal Propios como ajenos. ¿Cómo ve los escritos que hizo a los 20 años?
Para mí, es interesante y conmovedor ver esa sucesión de personas que, a lo largo de más de 40 años, casi lo único que tienen en común es el DNI, porque son gentes muy distintas. Por eso yo tengo un respeto absoluto -en el sentido de documento, no porque me parezcan buenos o malos- por esos escritos.

No los interviene.
No meto mano en ellos. Aunque, a veces, ganas no faltan, pero es injusto. Quién es uno para hablar en nombre del muchacho de 18 años, del hombre joven recién casado, del señor que tuvo su primer niño, del señor que se divorció ya treintón, del señor que tuvo nietos y, finalmente, del señor que piensa y conversa sobre la muerte. Me sorprenden y me conmueven esos diferentes Antonio Cisneros.

¿Alguna pensó en cómo iba a leerse usted en el futuro?
Nunca he tenido perspectiva de futuro. Cuando escribo, lo hago en el momento. Los poetas no tienen pensamiento ni vocación de futuro. Creo que el poeta es el único que escribe para sí mismo.

¿Y alguna vez ha estado en desacuerdo o ha querido volver a ser alguno de estos Cisneros pasados?
Pasado el tiempo, en algunos casos, he visto Antonios Cinseros demasiado cándidos o candelejones; otros, demasiado tristes, deprimidos; otros, sospechosamente contentos. Pero de ningún modo los rechazo. Los acepto en bloque. Pero me da un no sé qué que me confundan con ellos.

¿El paso del tiempo es un tema de reflexión en su obra?
Decimos que somos 80 por ciento seres hechos de agua. Pero somos cien por ciento tiempo. Hablamos de eternidad en relación con lo que conocemos, que es la finitud. Hablar de constancia, duración, empeño o de amor -amor eterno, de penas o gozos de amor- se hace siempre con respecto al tiempo. Somos seres hechos para la muerte. Las únicas certezas que tenemos es que nacimos sin pedirlo y moriremos sin quererlo. Todo el resto es tiempo. Justamente el arte -la poesía-, aunque sea ilusoriamente, rescata las cosas del paso del tiempo hacia la muerte.

Autoficha
Nací en Lima, en 1942. Soy poeta, periodista, cronista, guionista, catedrático y traductor. En tanto que poeta, he ganado el Premio Nacional de Poesía, el Premio Casa de las Américas y el Premio Cosapi de la Creatividad, entre otros. He enseñado en diversas universidades del Perú, de Estados Unidos y de Europa. He hecho periodismo en prensa, radio y TV. Actualmente soy director del Centro Cultural Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú.
 
 

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