Micaela Chirif Camino
Poesía que conjura el dolor Poesía que conjura el dolor

Por Giancarlo Stagnaro
Fuente: El Peruano, Lima 16/07/08

El paso del tiempo suele dar perspectiva y sentido a muchas cosas, en especial cuando nos enfrentamos a las pérdidas que, como tales, forman parte de nuestro recorrido vital. El alejamiento físico de un ser querido ocasionalmente trae preguntas y respuestas sobre el sentido de nuestras vidas.

Para la escritora Micaela Chirif, estas preguntas han tomado la ruta de la poesía en el libro Cualquier cielo (Mundo Ajeno, 2008). El poemario está dividido en cuatro partes que revelan la historia de un aprendizaje sentimental, desde la niñez hasta la madurez.
“En cierto modo, es el recorrido del aprendizaje confrontado con la dureza de la experiencia. Los poemas están más sueltos, así que dan la impresión de una mayor unidad, casi como que hubiera una narración debajo, de algún modo un poco más armada. Los poemas están mucho más vinculados entre sí”, sostiene Chirif.

Una de las características del libro es la cortedad de los poemas, de corte casi epigramáticos. “La poesía que me gusta generalmente suele ser así, me gustan los poemas con palabras cotidianas, con cosas sencillas, más inmediatas. Todos los poemas parten de alguna experiencia bien concreta”.
La primera parte de Cualquier cielo relata la irrupción de la feminidad en la vida de una adolescente. La segunda versa sobre una relación de pareja donde la complicidad y la intimidad se dan la mano.

“Es medio inevitable que la gente piense en una relación de pareja concreta, pero al mismo tiempo no lo es, porque uno cuando escribe modifica o cambia. Quería mostrar un proceso no tan explícitamente, sino más bien sus momentos claves. Por eso se narra fragmentariamente, para que conserve su carga afectiva.”

Ausencias y mudanzas

La tercera sección versa sobre la muerte. La ausencia del otro y el dolor, vivencias que Chirif ha experimentado recientemente. “Esta sección de los poemas es la que más me ha costado. Parte también, como todo, de una experiencia real. En el cementerio, sentí que alguien está ahí abajo. Aunque ya dejó de ser ese alguien, su cuerpo está ahí. Una tumba no es un símbolo, porque ahí abajo hay alguien que de repente está sintiendo. Eso fue sobrecogedor”.

Reponerse de esta experiencia le tomó a Chirif un año y medio. Decide que, en vez de seguir regodeándose con el tema fúnebre, las siguientes secciones del libro hablen de mudanzas y nuevos comienzos. Hasta que la niña se convierte en una mujer mayor que contempla el horizonte y su vida con entereza.

“Escribir poesía te da ánimos. Construir algo resultó bueno. El acto de escribir es un acto de apropiación del mundo: el mundo está revuelto y desordenado, caótico, al escribir uno ordena, pero al ordenar, se apropia. Por ejemplo, a veces uno se siente sobrepasado por el dolor, pero si de algún modo si lo conoces y te apropias de él, deja de ser tan aterrador. Es tuyo.”
 
 

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