Alfredo Bryce Echenique
Alfredo Bryce habla sobre 'Permiso para sentir': Alfredo Bryce habla sobre 'Permiso para sentir': "Escribí este libro con las tripas"

Por Cecilia Valenzuela
Fuente: agenciaperu.com (2/06/2005)

He leído 'Permiso para sentir', y me viene una pregunta a la mente: ¿por qué eres tan severo con tu hermano Eduardo, en vez de convertirlo en un personaje, un marinero de esos que llegan, besan y se van?
Eduardo fue un hermano maravillosamente vago, maravillosamente galán. Yo me moría de envidia de él. Pero con los años hizo tan desgraciado a mi padre, que ya era desgraciado por haber tenido un hijo sordomudo, retrasado mental y epiléptico. Eran demasiadas desgracias en la familia. Eso me obligaba a ser abogado, contra mi voluntad.
Eduardo era tan vago que ni al bailar bailaba, conquistaba a la chica de la otra mesa, no a la que tenía de pareja. Pero llega un momento en que la gente envejece muy mal. Tenemos un amigo común que le dio la última oportunidad de su vida y lo estafó. Yo lo presenté como un vago, le advertí "deja normalmente preñadas a las secretarias", y lo hizo, eso estaba en nuestro arreglo, pero no que se dejara sobornar por otro hotel para llevarse a sus clientes a otro hotel.

¿Y Paco Igartúa, que fue tu cuñado y periodista?
Paco está vivo para mí. Es de esos seres que sentaron escuela de vida, porque como pensador no era nadie, su revista era un disparate, como un mal "Miguel de Unámuno" nacional, un vasco profesional que al final usaba poncho y boina para ver si se convertía en algo tan importante. Pero nadie le creía nada. ¿Quien le iba a creer a un tipo que cuando uno le preguntaba cómo te sientes, te respondía: "bien de salud, pero de bolsillo te voy a gorrear todo lo demás"?
Descubrió que éramos dos grandes tímidos, que rellenaban el mundo de ruido y de furia para que no se notara el miedo que teníamos a la gente. (…) Pero Paco era un periodista que al mismo tiempo guardaba la colección de sus revistas. Muchos periodistas lo hacemos, me incluyo en la lista porque escribo en un periódico; y confundimos a veces una bicicleta con el colapso de una civilización. Paco lo confundía en cada número de Oiga.
Éramos muy amigos, viajar con el era un placer. Discutir con él era maravilloso.

Una vez criticó ácidamente, tal vez injustamente, a 'Tantas veces Pedro', ¿se lo perdonaste?
Por supuesto. Me atacó, porque dijo que era la autobiografía de un sinvergüenza, y yo lo busqué para que corrigiera y se excusara. Me dijo que autobiografía quería decir "historia de otro", y que uno no lo entendía porque era vasco. Cuando uno le clavaba la razón, decía que "no" porque la razón la tenían siempre los vascos, porque tenían un culo más grande y RH negativo. Entonces, si me salía con esas estupideces ¿cómo te vas a olvidar de un tipo así?
Cuando mi Papá lo vio saliendo con mi hermana, le disparaba con una pistola. Un día yo llegué de madrugada, y llegaba Igartúa, elegantísimo - aunque la elegancia de Igartúa era bastante cuestionable, todavía no lo había refinado mi hermana-. Llegué a mi casa y le pregunté "¿de qué burdel has sacado a este cabrón?". Por lo menos logré que no le dispararan. Le dije a mi Papá: "La mejor manera de botar a una persona de una casa es hacerlo entrar, que esté adentro, entonces lo puedo botar". Entró y nunca más se fue, porque era demasiado simpático.

Velasco versus Fujimori

En tus memorias hablas del impacto de la figura de Velasco Alvarado. ¿Te creó también esa ilusión que podía ser un momento definitivo para el país?
No, yo no creo que me creara una ilusión. La creó grande en el país, y la creó grande en Europa, pero los ecos de lo que significaba la revolución velasquista, creó ciertos entusiasmos allá. Velasco era un personaje demasiado primitivo, era amado, pero era demasiado, probablemente, ignorante y acomplejado; demasiado bruto, demasiado generoso y cariñoso. Su fracaso fue rotundo.

¿Crees que fue fundamental para iniciar una cadena de fracasos, o crees que el fracaso es inherente a la política peruana?
Sí. La historia de la República en Perú es un fracaso económicamente hablando, hay que decir la verdad. En la época de la Colonia, el Perú tuvo 6 o 7 grandes centros de poder. La República convirtió todo en la ciudad de Lima. Ahora se habla de regionalización, pero antes ya estaba hecha esa regionalización.

Se suponía que Velasco iba a cambiar eso, o por lo menos hizo un clic.
Lo hizo, yo creo que las intenciones eran muy buenas. Para la creación del centro de altos de estudios militares, la gente que llevaron era muy capacitada; eran gente que hizo pensar el Perú de nuevo. Pero Velasco era demasiado militar, demasiado campechano. Creía que todos los hombres tenían un precio, y a mí me quiso comprar. Me invitó y estuvimos horas bebiendo, él se servía te, yo me servía whisky, el suyo y el mío.
Salí gateando antes de un consejo de ministros, nombrado embajador en Venecia, fue el precio que cobré. No era tonto porque le dijo a su edecán "y además ponga usted que no hay embajador en Venecia, y este señor no tiene precio". Me quiso dar un cargo en Europa para que le haga propaganda a su revolución, y se la hice muchas veces, pero de una forma que destacaba lo bueno y lo malo.

¿Nos hizo más daño que Fujimori, en términos de futuro?
Nos hizo mucho menos daño que Fujimori. Su ejemplo fue la austeridad: En esa época, no hubo un solo general que se pudiera decir que era un ladrón, era gente con gran sentido moral, que amaba al país, no eran a veces japoneses, a veces peruanos.
Era una época casi virginal al lado del horror que ha significado Fujimori a este país, que no logra salir de ese horror todavía. Hay un envilecimiento de los peruanos, no saben de donde vienen, no hay un culpable. Hay una clase política totalmente divorciada de la realidad.

El desarraigo

En tu libro dices que siempre te asalta la idea de volver al Perú. Que incluso antes de irte la primera vez, ya estabas pensando en volver. ¿Cuántas veces has regresado?
Desde que me fui, muchas veces. Yo creo que no hay un recuento exacto, preciso de todas mis entradas y salidas del Perú desde entonces. Irme me duele, volver no me duele nunca.
A veces ha sido horroroso volver, pues tuve disgustos espantosos como ser asaltado, no necesariamente por fax, o recibir preguntas absurdas de periodistas, como uno que me preguntó: "¿Qué piensa usted de las medidas que va a tomar el Ministro de Economía esta noche?", en referencia a Hurtado Miller cuando anunció el fujishock. ¿Que sabía un pobre peruano que hacía años no estaba en el Perú? Le preguntan a uno todo, y si contesta, y a lo mejor acierta, termina de presidente.

Hay una necesidad de irse del país y cada vez más peruanos la tienen. Pero algunos no pueden o no quieren volver ¿Cómo marca el desarraigo a la gente?
Terrible, yo por ejemplo. Abelardo Sánchez León, que hace pocos días presentó "El viaje del salmón", lo tuve alojado en mi casa, y le dije: "No te quedes menos de tres años en Europa, porque no aprenderías nada de Europa, y no valdría la pena dejar el Perú. Pero no te quedes más de 5 porque entonces arranca el desarraigo".

¿Eres un desarraigado?
Yo soy un desarraigado, no me voy a arraigar en ninguna parte, ni voy a plantar un árbol, ni crear una familia, ni tener un hijo, ni nada. No me arraigué: me liberé y me fui.

¿Por qué no has tenido hijos?
Fue una decisión mía. He tenido un hermano subnormal. Según mi madre, hasta dos, porque el otro era tan vago que mejor calificarlo de una vez. Cuando dije "yo quiero ser escritor", se opuso toda mi familia. Luché, tuve que ser abogado, hice miles de cosas muy serias para poder ser un buen humorista. Realmente creo que nunca quise que me tocara el número premiado: tener hijos.

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