José Luis Ayala Olazával
Ideología, cultura y descolonización Ideología, cultura y descolonización

Por José Luis Ayala Olazával
Fuente: Los Andes| Cultural. Puno, 22 ago 2010
http://www.losandes.com.pe/Cultural/20100822/39939.html

Toda expresión de cultura escrita tiene aunque lo nieguen quienes practican los equivocados análisis y, solapados defensores del poder mediático (1), un manifiesto o encubierto sustrato de orden ideológico. Es decir, un conjunto de ideas esenciales que rigen la forma de pensar, el comportamiento y acciones en una sociedad con mentalidad colonial (2). Por eso, un producto cultural concreto, como ahora se habla de industria cultural, como es una novela, un cuento, un ensayo, un texto periodístico, un discurso y hasta un poema, tiene en su contenido y subconsciente, una intensa o disimulada carga ideológica implícita.

Es evidente que el poder mediático lamentablemente por razones obvias, no se debate particularmente en las universidades ni en centros de formación de periodistas. Sin embargo, merece el más amplio y permanente análisis para beneficiar al gran público que solo escucha radio, mira la televisión y lee los diarios. Pero no tiene canales de expresión masiva para responder a tanta mentira diaria y permanente. En otras palabras, el poder mediático de los grandes medios de comunicación, convierte a los ciudadanos en masas incapaces de pensar y responder a las imposturas que a cada momento disparan a su antojo los medios controlados por el poder colonial y la comunicación social mediática.

La perversa ideología colonializante que tiene una duración de más de 500 años, ahora rehúye al análisis, a la confrontación intelectual y a la desarticulación dialéctica. Tiene miedo al debate esencial sobre el valor y necesidad para otorgarle a la epistemología un distinto rol con el que es usado para tergiversar valores. Algunos de sus ideólogos amparados en la academia, ocultos detrás de los escritorios en oficinas de transnacionales de la comunicación mediática, prefieren callar y más bien ocuparse de hacer conocer, mejor dicho hacer leer lo que se escribe en nombre de “las más importante noticias de último minuto”.

Muchos periodistas de las grandes rotativas, no todos por supuesto, escriben con cuidado, “con inteligencia y tacto” para no herir susceptibilidades, para “no chocar con los fantasmas”. Muchas veces prefieren la complicidad y mejor el silencio cómplice para no provocar iras santas. Pero hablan de democracia, libertad de prensa y de pensamiento. Sin embargo, serían incapaces de realizar debates públicos con la presencia de quienes trabajan en los medios masivos, y menos con la asistencia de un gran público, especialmente de estudiantes de periodismo y ciencias sociales.

¿Qué relación hay entre ideología y las ciencias de la comunicación? ¿La comunicación es una ciencia? ¿Puede haber un libro, un diario, un programa de noticias en una radio o en la televisión sin un transfondo ideológico? ¿Cómo se hacen por ejemplo los sicosociales? ¿Quiénes escriben las noticias para que sean leídas con el telepront o cabinas de las radios? ¿A quiénes se encarga escribir noticias para manipular la opinión pública? ¿Cómo funciona la autocensura? ¿Acaso los periodistas no saben cuándo deben escribir a favor o en contra? ¿Qué diario de gran circulación podría por ejemplo abiertamente enfrentarse a la corrupción y al narcotráfico? Bien podría decirse entonces ahora: “Dime lo que lees, escuchas o miras y te diré quien eres”. En otras palabras, la gran masa de ciudadanos prisioneros y cautivos del poder mediático, de la manipulación sicológica y de los sicosociales, está expuesta a creer en todo lo que se le dice y lo que se calla, aunque después repita las falacias santificadas y consagradas.

Como dice Héctor Béjar refiriéndose a los tiempos de crisis financiara e insoportable dictadura del neoliberalismo económico en el que sobrevivimos: “Conciente de que las ideologías son antipáticas y tienen una triste historia, el neliberalismo proclama el fin de los ideologías al tiempo que encubre la propia diciendo que no la tiene. Como se ha dicho, la ideología más sutil es aquella que se dice que no lo es. Una de las características del neoliberalismo en el mundo actual es que niega ser una ideología, pero aspira a todo aquello que caracterizó a las ideologías totalitarias más duras: ser un pensamiento único y silenciar a sus opositores. Sus seguidores tienen un dios que es el becerro de oro, una metodología que es mercado, y muchos enemigos que son aquellos que llaman el populismo, el estatismo, el socialismo, el comunismo y el cristianismo liberador” (3)

De allí que no llame la atención se practique además un periodismo sin valores, sin un código de moral y ética para la formación de la niñez y sobre todo de la juventud. Para la defensa de la vida, de la condición humana, de los derechos de los pueblos a tener un proceso cultural descolonizador. No se trata de discriminar a los homosexuales que tienen todo el derecho a trabajar por ejemplo en programas de la televisión hispano criolla. Pero se dedican a resaltar sus “cualidades” y opciones sexuales como si fueran un modelo de conducta. Mucho más grave es la ausencia de crítica y la permanente práctica de antivalores. Si hay algo que prohibir a los niños del Perú, es que no vean la televisión a la hora en que deben leer y hacer sus tareas. Esa es una responsabilidad de los maestros, pero mucho más de los sufridos padres de familia.

Con mucha razón César Lévano escribió: “Ahora abordo el problema, el problema de crisis de valores en los medios de comunicación social en el Perú. Realmente es un fenómeno universal. Hay que decirlo. ¿Cuáles son los valores? Los valores esenciales son la verdad, bien, belleza, solidaridad, libertad o sea democracia auténtica, soberanía nacional, derechos humanos. Esta mañana cuando inauguramos este foro, leí un texto de un pentálogo que el alemán Michel Abend propuso en un seminario de científicos y profesionales de la comunicación. Él lo llamó Ética de la Profesión. Dice así: 1.- No debes mentir. 2.- No debes callar ni exagerar. 3.- No debes aburrir. 4.- No debes ser complaciente ni sumiso. 5.- No se debes ser acomodaticio. A los cinco puntos añadí uno: no seas soplón, porque ahora hay soplonería mediática de televisión” (4)

No solo en la televisión sino en casi, no en todos, los medios masivos de comunicación. Pero así como hay buenos periodistas gracias a los cuales es posible leer análisis correctos e importantes, hay también quienes no les interesa la existencia de personas invisibilizadas para la información. Eso mismo ocurre con algunos de los analistas de ciencias sociales que por diversas razones llegan a los medios de comunicación y terminan no solo adueñándose de la opinión sino de lo que deben decir los gobernantes. Es el caso de los especialistas en sicosociales que tienen a su cargo difundir los mensajes del régimen político de turno. Por lo general sobreviven a los todos los gobiernos y para cada uno de ellos crean un lenguaje adecuado, distintas imágenes, diferentes mensajes, todo para manipular a la mal llamada “opinión pública” y hacer creer lo increíble. Aunque a veces es el propio presidente que lanza un sicosocial para que corra y distraiga a la gente y así apartarla de los problemas más graves. Uno tras otro, sicosicial termina gobernando casi siempre con una aceptación paupérrima, porque los sicosociales impactan de inmediato pero no duran.

El llamado “Padre de los sicosociales” de varios regímenes nefastos y colonizantes del Perú, publicó un libro que vale la pena leer y analizar, Segisfredo Luza escribió: El poder sicosocial (5). Quien supongan que encontrará la fórmula de crear un sisosocial, por ejemplo para hacer creer que una virgen lloraba en el Callao o que un ministro farmacéutico juró haber visto en persona a la Virgen María, se equivoca. Luza es muy hábil para que la atención se desvíe y se hable de un tema concomitante.

“A nuestro entender – dice - existe confusión entre el concepto de manipulación y el término psicosocial. El método de la manipulación se ha hecho moneda corriente y como su connotación de hecho es vituperante y constituye un abuso, pues, toda manipulación especialmente intelectual es un recurso de dominación y de uso común en los gobiernos autoritarios e impopulares, para conseguir la obediencia u obsecuencia, está pues, desacreditada, entonces se la ha reemplazado por el adjetivo psicosocial, porque tácitamente convierte al ciudadano en un títere moldeable y plástico” (6)

Pero no perdamos la idea central que anima este ensayo, preguntémonos: ¿Qué es ideología? El Diccionario de la Real Academia señala que viene: “(Del gr. %u1F30%u03B4%u1F73%u03B1, idea, y -logía). Doctrina filosófica centrada en el estudio del origen de las ideas. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc., etc.” (7). Entonces, la ideología es inherente a la comunicación y es en los medios donde tiene un mayor campo de expresión y dominio. Como se sabe, los estudios acerca del poder mediático han demostrado que quienes dirigen los monopolios de diarios, radios y televisión ahora en Europa y América, no son periodistas sino los comerciantes. De modo que los diarios expresan los intereses de los monopolios y la ideología de sus dueños.

Igual sucede con las grandes editoriales transnacionales. Publican libros que de ninguna manera van a formar una conciencia crítica colectiva, una mentalidad descolonizante. No van a incidir en la memoria social, en la historia de la invasión hispana y menos todavía en la necesidad de formar a una juventud con ideales para construir una nación, un Estado, una República sin abismos sociales y con ideas que subviertan las “verdades establecidas”. Mucho tienen que ver los concursos con membrete intencional, los amañados premios consagratorios, las ferias de libros, las distinciones con nombre de escritores universales. Se trata de una maquinaria invisible que funciona adecuadamente financiada por las organizaciones transnacionales de la cultura dominante y colonial. De allí que permanentemente, cada semana un escritor como Mario Vargas Llosa, reciba premios y más premios. Es decir, dinero y más dinero hasta que su fortuna sea incalculable.

¿Cómo no va a defender al sistema depredador del planeta un escritor que recibe tantos premios? El último que le han otorgado es por haber difundido el idioma español en América. Después vendrán otros y con seguridad otros tantos más. Es decir, se le premia y entrega dinero por difundir el idioma de la cultura dominante en contra de las otras culturas, lenguas e idiomas de América, del idioma oficial de la colonia que dura hasta ahora. Pero detrás de esa acción están los intereses de las grandes editoras transnacionales, de los medios de comunicación social. Ningún premio es gratuito y Vargas llosa es conciente de eso. No es nada raro que al mes que viene se le entregue un premio y un cheque más, de modo que así resulta ser mostrado como el paradigma del escritor posmoderno, como un escritor latinoamericano ejemplar, como un modelo de escritor-ideólogo y que deben seguirlo los jóvenes.

¿Qué relación hay entre ideología y cultura? ¿Entre ideología y colonización? Ideología, cultura y civilización son conceptos muy bien manejados por la cultura colonial para perpetuar el sistema. Se trata de una historia que tiene muchos siglos, desde la invasión española hasta nuestros días. Pero hasta ahora no se ha hecho un trabajo de descolonización intelectual. Es decir, un esfuerzo para acabar con el síndrome cultural de la colonia, con la mentalidad servil, con la servís humillada y desfasada, por ejemplo en la educación peruana.

Todos los educadores peruanos están de acuerdo en que la educación tiene una ideología de carácter colonial y que la solución no es solo construir aulas, reconstruir colegios y menos reformar la Constitución Política. La cultura peruana no recibe un inadecuado tratamiento de parte del Estado-nación, no tiene ningún interés para educar a las masas de jóvenes que deambulan en las ciudades y la creación del Ministerio de Cultura, es solo una impostura política más. A ese hecho habría que agregar que los medios masivos de comunicación, sirven para fomentar la discriminación racial, la clasificación de las personas por el origen cultural, por las clases sociales y color de la piel.

Un proceso de descolonización implica necesariamente conocer la nueva y dolorosa realidad nacional. Es un trabajo urgente, es el resultado de la aplicación de instrumentos de análisis para saber qué hacer, por dónde empezar, con quiénes trabajar. En otras palabras, es preciso contar con un catastro social, político, económico y cultural para contar con un inventario que muestre al Perú tal cual es. Solo a partir de saber cómo somos se podrá teorizar para después desarrollar un trabajo plural por mucho tiempo. La acción de descolonización es sin duda una tarea histórica ardua, no hay precedentes que se haya realizado en ningún país de América Latina.

Todos los mandatarios y políticos improvisados como ocasionales, han tenido y tienen miedo a los estudios acerca de la realidad nacional en relación a la pobreza, la educación y la cultura. Prefieren realizar censos amañados para hacer creer que se ha avanzado. Las estadísticas, los censos, los informes y apreciaciones oficiales son siempre falsedades. Están hechas para el gusto del mandatario de turno y conseguir préstamos que ellos no pagarán, para que anunciar conquistas sociales que no existen, para decir que ha erradicado la pobreza en un dieciocho por ciento, que se ha crecido en un siete por ciento anual y pronto el Perú será como cualquier país del primer mundo.

Tienen miedo a la verdad social y cultural, temor a enfrentarse con los resultados de un trabajo de análisis. Saben que la realidad es otra, que es muy distinta a la que aparece en los discursos, las entrevistas y reportajes vacuos. Huyen cuando se habla acerca de un proceso de descolonización, de un trabajo con un equipo multidisciplinario que fomente la cimentación de una distinta visión de la historia y percepción de la realidad. Descolonizar es también democratizar, es la conquista de una distinta forma de vida mucho más justa, de distribuir equitativamente los bienes que generosamente nos proporciona la madre naturaleza.

Descolonizar es un doloroso proceso histórico a largo plazo, compromete a varias generaciones y tiene distintos periodos de acción y trabajo. Empieza necesariamente por una toma de conciencia de parte de la gran mayoría que nada tiene que perder. Es también cuestionar a la matriz del poder, es desautorizar a quienes hasta ahora han hablado en nombre de los pobres. Es desestructurar el poder de Estado-nación al servicio de la acumulación del capital en unas cuantas familias y contadas transnacionales. Hay que empezar por preguntarnos qué hemos sido, qué somos ahora y qué clase de sociedad queremos construir. Es decir, plantear un esquema de lo que se ha venido a llamar un proyecto nacional de descolonización a largo plazo.

Se trata de replantear el sistema educativo, de descolonizar la perversa ideología de la globalización que a diario se transmite a los niños y jóvenes. Es en suma la creación de una acción política racional para detener y erradicar la violencia que genera el Estado-nación y el sistema como única respuesta a las demandas populares. Un ejemplo es el hecho de la judicializar los movimientos reivindicativos regionales de la selva y parte andina, de reprimir a sangre y fuego y dictando leyes impropias para crear impunidad a favor de las fueras represivas. No cabe duda que detrás de esas órdenes políticas oficiales, hay un deseo de exterminio racial de peruanos de origen andino y selvático. Eso es innegable como evidente.

La regla es entonces, si reclamas ordeno que te maten. Si sales a las calles, si pides un mejor tratamiento para las riquezas naturales del Perú, ordeno que disparen y no pasa nada. Si reclaman el cumplimiento de acuerdos celebrados entre las empresas depredadoras y los trabajadores, los mato. Si las empresas cierran sus puertas, todos se van a la calle y si reclaman le meto bala. La práctica política resulta en realidad así: Tengo que matar si es preciso a más personas para hacer prevalecer los intereses de las transnacionales sobre el interés social para el cual fui elegido.

La lucha por la descolonización sin embargo, tiene avances y retrocesos, tal como se puede apreciar en este texto que es parte de una extensa entrevista a Aníbal Quijano:
- Usted dijo el año pasado que la derrota sufrida en los años setenta y ochenta fue la mayor de la historia. ¿Tanto?

- Quijano: Es necesario apuntar esa especificidad: fue la mayor derrota de 500 años. Me explico. En los últimos 500 años, conforme la historia fue corriendo, siempre pareció haber un horizonte brillante, con muchos nombres: progreso, identidad, liberalismo, nacionalismo, socialismo. Las derrotas fueron siempre coyunturales. Hubo muchas derrotas pero también de hecho hubo muchos éxitos. La lucha anticolonial fue extendida y América fue el primer escenario de esta confrontación. Creo que con la derrota última no solamente fueron derrotados los regímenes políticos, movimientos, organizaciones, discursos, sino que por primera vez todo ese horizonte se hundió. Por eso, fue tan fácil que surgiera y predominara un pensamiento único, como un sentido común para todo el mundo. Incluso para la gente más resistente o quizás más lúcida fue un periodo de un aislamiento terrible, muchos de nosotros hemos sentido más de una vez ser una minoría de uno. Casi súbitamente las cosas que la gente esperaba y creía posibles quedaron como discurso pasado y de un pasado remoto. Para mucha gente ese discurso tipo lucha de clases, revolución, empezó a ser sentido como cuando hoy día uno habla del dios Orus, sin que produzca nada más que cosa intelectual” (8).

En síntesis, ¿de qué estamos hablando? Estamos hablando de una nueva utopía (9) social del siglo XXI. Esta hermosa como cautivante palabra, designa la proyección humana de un mundo idealizado y posible como alternativo al que realmente existente, ejerciendo una inteligente como permanente crítica acerca de éste. El término fue concebido por Tomás Moro en su obra D%u0113 Optimo R%u0113p%u016Bblicae Statu d%u0113que Nova Insula %u016Atopia, de modo que Utopía es el nombre de una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas contemporáneas a Tomás Moro.

Al construir una utopía social se siembra una esperanza. No hay mayor y mejor causa para un escritor que la de contribuir a descolonizar de la mentalidad subalternizada durante muchos siglos. A desmontar la estructura y la matriz del poder para desarticular sus invisibles tentáculos ramificados en el imaginario colectivo. No hay una causa superior y ninguna otra razón de existencia que la de hablar en nombre de millones de seres humanos, quienes fueron injustamente invisibilizados y borrados del mapa y globo terráqueo. De personas que hablan distintos idiomas y fueron convertidos en receptores y fantasmas deshumanizados. Toda acción heroica tiene un precio. Entonces, habrá que apostar si es preciso con la propia vida para que algún día, sea finalmente derrotada la euritmia y la palabra colonización pertenezca al pasado.

NOTAS
1.- Héctor Béjar, Alberto Adrianzén, César Hildebrant, Juan Gargurevich, Gorki Tapa, Winston Orrillo y César Lévano. Poder mediático. Fondo Editorial de la Universidad Ciencias y Humanidades. Lima, ediciones: Serie: Foros, 2009.
2.- Mentalidad colonial. Es un término que designa a una forma de pensar desde los centros de poder en detrimento de una gran mayoría. La mentalidad colonial todavía no está bien estudiada pero hay notables avances logrados en los foros especialmente entre los intelectuales del África.
3.- Héctor Béjar. Poder mediático. Fondo Editorial de la Universidad Ciencias y Humanidades. Serie: Foros. 2009. Poder mediático y manipulación ideológica. Lima, p. 11.
4 César Lévano. Poder mediático. Fondo Editorial de la Universidad Ciencias y Humanidades. Serie: Foros. 2009. La crisis de los valores en la comunicación social, ps, 111-112
5. Segisfredo Luza. El poder mediático. Universidad Alas Peruanas, 2008. Lima.
6.- Segisfredo Luza. El poder mediático. Universidad Alas Peruanas, 2008. Lima, p, 46.
7.- El Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda edición. Madrid, España.
8.- Entrevista de Ivonne Trías, Semanario Brecha, Montevideo, 8 de febrero 2002.
9.- Utopía o utopia. Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación. Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda edición. Madrid, España.

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