José María Arguedas
Redoble por José María Arguedas Altamirano <br>  Un río profundo de sangre Redoble por José María Arguedas Altamirano
Un río profundo de sangre


Por Nicolás Hidrogo Navarro
Fuente: Lambayeque, enero 2011

En la vida de un intelectual polifacético, varias pueden ser sus cualidades destacadas, pero quizá una se erija por encima de las demás: el ser maestro. En este centenario de nacimiento de José María Arguedas (Andahuaylas, 18 de enero de 1911- 18 de enero de 2011), parecen reclamarlo con exclusividad y exclucencias los políticos de izquierda como reivindicación de lo que preconizó Arguedas sin ser marxista ni comunista.

Arguedas gestó embrionariamente el conocimiento y revaloración de la cultura andina, lo que deja en claro que para estar con el pueblo y revalorar sus manifestaciones no es condición sine qua non ser un activo militante de una ideología política. Esa condición de ser maestro sin contar con título pedagógico, prevalece por encima de sus calidades como escritor, etnólogo, investigador, antropólogo.

ARGUEDAS EL PEDAGOGOCO

Arguedas refunda una nueva pedagógica popular y una nueva forma de hacer política no militante: reivindicar el mundo andino, tender puentes entre dos civilizaciones en conflicto permanente. Buscar que una sea complemento de la otra. Tratar que no existan culturales superiores ni inferiores. Evitar que ese conflicto interétnico, social, cultural, religioso, económico no entre en conflagración, eso es quizá más memorable y aleccionador que todos sus escritos. Un político tradicional, de cualquiera de las polaridades de izquierda o derecha, hubiera propugnado violencia fratricida y que gane el más fuerte. Arguedas, buscó con el estudio de la cultura andina, sus mitos, leyendas, bailes, idioma,  tradiciones, costumbres, música, no tratar de imponerlo, sino rescatarlo y presentarlo al mundo como un complemento de un todo. Esa actitud incluyente diferencia y perenniza a Arguedas y lo hace más grande que sus propios escritos y estudios. No es el saber enciclopédico, los títulos profesionales o la cientificidad de la investigación, lo que hace que un aporte sea imperecedero, es la actitud humanizadora y la correspondencia entre lo que dices y haces. Arguedas no buscó destruir la civilización “blanca” para hacer prevaler la “indígena”. No odio el castellano para imponer el quechua, buscó un sincretismo. Nos buscó oponer  al hombre del ande con el de la costa; el de la ciudad contra el de la zona rural; el rico contra el pobre. Buscó una reivindicación  de lo autóctono, de lo andino, de lo folklórico, de lo tradicional, de lo marginal a partir de la revaloración, la investigación y el conocimiento. Esas conductas intelectuales conciliatorias, eclécticas son de las más raras y escasas. Se da sólo cuando se tiene una visión pedagógica y no meramente antropologizante, sociologizadora o etnológica. Arguedas llevó su magisterio de escritor andino, al punto de confluir todas las sangres. Es por supuesto una utopía arcaica, es un enfrentamiento permanente entre el positivismo emergente de época y el enfoque socio-crítico para los estudios socio-educativos. Arguedas sufre su martirologio personal y social, profesional y cultural, eso lo hace un escrito excepcional. Enfrentarse a las corrientes de época tanto con la corriente estructuralista del boom latinoamericano (donde hasta el mismo Julio Cortázar, metió su cuchara despotricante y ninguneante contra Arguedas). De la misma manera el cientificismo positivista petulante, minimizó y cuestionó severamente “la materialización de lo subjetivo” en el pensamiento andino. Estos avatares, lejos de dar con Arguedas en el suelo, lo erigió en el pedestal de la inmortalidad, el símbolo de los pueblos, de las culturas oprimidas, de la reivindicación de lo andino, de la sed de justicia popular, de la preservación de las culturas nativas, de sus productos socio-culturales.

Creo que el magisterio de Arguedas lo ha llevado a ser el escritor y maestro por antonomasia que reclama esta nueva sociedad llena de científicos sin ciencia de pueblo; lleno de profesores sin magisterio; lleno de sociólogos de diagnósticos; antropólogos de negocio; etnólogos de libros. Arguedas no necesitó mimetizarse y camalonearse, fue uno de ellos, vivió su drama, pensó, comió como y con ellos. Eso es más meritorio en una sociedad donde se investiga a control remoto y se hace análisis a partir de videos editados, informes trucados-novelados o fotos instantáneas. Arguedas seguirá siendo el hombre que le dio a la historia de los pueblos el mismo rostro que otros quería desfigurar.

ARGUEDAS EL ESCRITOR

José María Arguedas es la más alta cumbre del costumbrismo no sólo peruano, sino sudamericano. Su condición de quechuahablante y hispanohablante, generan en él una condición excepcional para trasmitir la dulzura del lenguaje quechua complementado con el descritivismo del castellano.

“Los ríos profundos” se lee con devoción y nostalgia en todo el territorio peruano. Es la historia misma de Arguedas, transfigurado en el niño Ernesto que va por los pueblos y a su paso hace un paneo de todas las costumbres y tradiciones, lleva consigno su nostalgia, sus impresiones, su ternura, la inocencia de su zumbayllu, juguete mágico-mítico en la que de esconde su alma, su pasión y su ternura, volcada en toda la novela.

Y el cuento, convertido en la más magistral pieza dramática del extremo de la injusticia entre ricos y pobres, “El sueño del pongo”, se eleva a la categoría universal de los referentes para sensibilizar a cualquier auditorio, en cualquier cultura, espacio, latitud y tiempo histórico.

El Conglomerado Cultural, organización cultural multidisciplinar y multiartística, consciente que honrar a las personas y sus creaciones, es más importante que cualquier interés de cálculo económico mediático o de subordinación política de los gobiernos de turno, se suma a las protestas y al planteamiento de reivindicar al insigne escritor y folklorista peruano José María Arguedas Altamirano, honrando el año 2011 con su nombre por los siguientes motivos:

1.- José María Arguedas Altamirano es el escritor del Perú profundo, autóctono y andino más grande que ha parido los cerros, los ríos profundos, las quebradas. Su escritura no sólo es la más fiel al sentimiento andino y su sincretismo, sino que es el traductor y puente entre el quechua original del Perú y el castellano conquistador.

2.- José María Arguedas Altamirano simboliza el investigador folklorista por antonomasia, el escritor que abrió de par en par el ande sudamericano y su espíritu a la cultura occidental.

3.- José María Arguedas Altamirano, le pertenece a todos y nadie puede apropiarse su exclusividad ni ideológica, estética ni social: nació, vivió y murió para encontrar puentes culturales y en su ruta de vida buscó la integración, el respeto por los oprimidos con sus tradiciones, costumbres y vivencias. Querer polarizarlo antagónicamente hacia un sector ideológico, puede ser tan pernicioso, para un hombre que murió incomprendido y ninguneado por un sector de la intelectualidad de su época.

4.- Conocido el perfil e importancia de este escritor, todos los intelectuales, poetas, narradores esperamos que este año 2011 se denominara “Año del centenario del nacimiento de José María Arguedas Altamirano” pero no, se optó por el impulso marketero de un resto arqueológico que no se le resta importancia, pero asomó una vez más la cosificación en el orden de importancia y prioridad de la concepción de cultura en el Perú. Y contraviniendo cualquier reivindicación el gobierno de turno, junto a su partido gobernante, inconsecuente con sus ideales fundacionales, les dio la espalda a la cultura viva y el reconocimiento a sus hombres que dejaron huella, desestimando el clamor nacional de los hombres de cultura.

5.- Dado esta circunstancia, nos declaramos en rebeldía y asumimos la denominación del año 2011 en nuestros documentos y envíos con post membrete hasta el 31 de diciembre de 2011: “AÑO DEL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS ALTAMIRANO”, escrito simbólicamente con color rojo, de todas las sangres.

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